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Margot Moles, la atleta republicana que abrió el camino olímpico y terminó recluida en casa por el franquismo

Moles junto a su marido en la portada del diario ABC del 16 de enero de 1934

Laura Galaup

Han tenido que pasar más de 80 años desde que compitió por última vez en un evento deportivo para que se haya publicado una biografía sobre una de las deportistas pioneras de nuestro país, Margot Moles (1910-1987). Esta mujer fue la primera española, junto a su compañera Ernestina de Herreros, en participar en unos Juegos Olímpicos de Invierno, en 1936. Ese año se convirtió en la campeona de España de esquí femenino.

Su versatilidad provocó que durante la década de los años 30 destacase también en el atletismo, el hockey y la natación. Antes de que estallase la Guerra Civil fue campeona de España de lanzamiento de disco, de peso y plusmarquista mundial de martillo, esa marca se mantuvo vigente hasta 1975. En natación fue campeona de Castilla de 100 metros braza y con el Athletic Club de Madrid, equipo del que era capitana, consiguió en tres ocasiones el título nacional de España de hockey femenino.

Todos estos éxitos desaparecieron durante el franquismo. Su vinculación y la de su familia con la segunda República la recluyeron en casa. Pasó de ganarse la vida como profesora de educación física en el Instituto-Escuela –un centro educativo liberal, innovador, laico y mixto– a vivir bordando ropa para sacar adelante a su hija durante la dictadura.

Es sencillo encontrar en los años previos a la Guerra Civil rastro de su historial deportivo y el de su hermana, Lucinda, en las hemerotecas de los periódicos de la época. El 16 de enero de 1934 ella y su marido, Manuel Pina, que también esquiaba, protagonizaron la portada del diario ABC tras ganar una carrera de parejas mixtas en la nieve organizada por el club Peñalara, al que pertenecían y donde se conocieron.

Saber qué fue de ella una vez que la dictadura la reconvirtió en una mujer anónima ha sido la labor que el periodista Ignacio Ramos ha conseguido reflejar en el libro Margot Moles, la gran atleta republicana (Ed. libros.com), publicado gracias a un crowfunding. Ha tardado más de un año en reconstruir la vida de esta pionera del deporte español. El testimonio de una de las nietas de Moles ha sido fundamental para acceder a los álbumes familiares y conocer cómo se desarrolló su vida.

“Durante el franquismo llevó una vida súper discreta, menos mal que vio la democracia de nuevo. De su época deportiva no hablaba a su familia. No quería recordar el pasado”, cuenta el escritor, recordando que esta mujer falleció en 1987 sin haber recibido un homenaje por su carrera deportiva.

El ambiente familiar de Margot contribuyó a que ella se revindicase como mujer deportista. Sus padres eran profesores en entornos pedagógicos liberales y uno de sus tíos, Juan Moles, fue ministro de Gobernación durante la Segunda República. “Ni ella ni su marido eran políticos pero cuando empezó la guerra los dos tomaron partido por el bando republicano. La familia Moles estaba muy comprometida, cuando acabó la guerra todos se fueron al exilio. Su hermana se fue a Estados Unidos, su hermano y sus padres se marcharon a México”, cuenta Ramos.

Margot no se exilió, se quedó en Madrid con su hija porque su marido fue detenido. Según cuenta Ramos, tras el golpe de estado Manuel Pina se unió al batallón alpino de esquiadores que combatieron en Guadarrama. “Después de estar en la sierra le mandaron a Valencia y le detuvieron en Alicante. Intentó escapar en el barco Stanbrook, se quedó fuera, le atraparon y de ahí le llevaron a Málaga. Fue fusilado en Madrid en 1942, en las tapias del cementerio de la Almudena, acusado de colaborar con la República. Ella se quedó atrapada en España”, reseña. Enviudó a los 32 años.

Además de bordar ropa, Moles ganaba algo de dinero recibiendo a estudiantes estadounidenses en su casa. Durante la crianza de su hija mantuvo la vinculación familiar con la pedagogía progresista. Su hija Lucinda estudió en el Colegio Estudio, “único centro con educación más o menos liberal que había durante el franquismo”, reseña Ramos.

El franquismo vetó el atletismo femenino, “se dijo que no era bueno para las mujeres”, incide el escritor, y convirtió en un centro religioso el colegio en el que daba clase. “No la dejaban trabajar, no podía hacer deporte, tenía el trauma de que le habían matado al marido. Por eso no hablaba nada de esa historia con su familia”, apunta Ramos.

“Fue una mujer totalmente realizada, empoderada y hacía lo que le gustaba. Es un ejemplo clarísimo de cómo se reprimió [en la dictadura] la personalidad de las mujeres”, incide. De hecho, la nieta con la que ha contactado para reconstruir la historia le ha reconocido que desconocía “muchas de las anécdotas” que ha reflejado en el libro.

Comenzó a los 17 años a entrenar

El primer contacto de Moles con el atletismo fue en Madrid. Con 17 años, en 1927, su familia llegó a la capital procedente de Terrasa. Su padre comenzó a trabajar como profesor de Ciencias Sociales en el Instituto-Escuela, ella y su hermana acudieron a este centro como alumnas y un docente las propuso que se uniesen al club al ver que tenían buenas condiciones físicas. “Así empezó el atletismo femenino en España. Hasta entonces nunca se había realizado”, incide el escritor.

“Abrieron camino al resto. Cuando ellas empezaron a hacer atletismo en Madrid, en Barcelona otro grupo de atletas se animaron y así se realizó el primer campeonato de España que enfrentaba a deportistas de las dos ciudades”, añade. Moles también destacó en la natación, un entorno en el que Ramos asegura que también había pocas féminas, “a las piscinas sobre todo acudían mujeres extranjeras no españolas”.

Esta mujer “fue la mejor deportista de los años 30”, concluye el biógrafo. En aquella década el deporte no estaba profesionalizado por eso a nivel amateur se practicaba una variedad amplia de disciplinas. En el libro destaca que Moles no solo fue rompedora por su habilidad deportiva, también por la estética que defendió junto a sus compañeras de equipo. “Hay fotos en las que salen sin sujetador, con pantalón y camiseta corta. En una entrevista su hermana Lucinda contó que cuando iba a nadar, la decían de todo”, reseña.

En las entrevistas Moles reivindicaba su derecho a practicar deporte destacando que era “importante para la formación de una persona”. Ramos recuerda que en aquella época cuando las mujeres se casaban, dejaban de practicar y acudir a competiciones. Esta pionera se negó: “Le dijo a su marido que no, que le encantaba y que no lo iba a dejar. Los dos ganaron el campeonato de España de esquí en el 36”.

En relación con una de sus grandes marcas que obtuvo en 1932, un récord mundial de lanzamiento de martillo que fue imbatible hasta 1975, el escritor recuerda que “tiene truco” porque en aquella época “en ningún sitio del mundo más las mujeres lo hacían” y se comenzó a practicar internacionalmente en la década de los 60.

La última competición de la que formó parte tuvo una clara vinculación política y se celebró en un momento clave, las Olimpiadas Obreras de Amberes en 1937. Los asistentes de la delegación eran republicanos y al llegar a Bélgica el público les recibió con vítores dejando clara su oposición al fascismo. Ramos ha encontrado algunas fotos en las que Margot “sale con el puño en alto”.

La dictadura la alejó completamente del deporte, el escritor no ha localizado ninguna documentación con la que pueda acreditar que esta mujer continuó practicando alguna disciplina durante la dictadura. “Solo encontré un carné del club deportivo Canal pero la familia me dijo que seguramente era para su hija”, apunta. Sin embargo, parece que Moles siempre recordó en soledad aquella época de éxitos que compartió con su marido. Ya mayor, pidió a su entorno que cuando falleciese sus cenizas fuesen esparcidas en la Bola del Mundo, una cumbre de la sierra de Guadarrama. Así lo hicieron en 1987.

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