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El cuarto mundo era esto: pobreza extrema a 12 km del centro de Madrid

No tienen agua corriente en sus casas. Van con carritos cargados de bidones hasta un extremo de su asentamiento, donde una única fuente les proporciona el agua para beber, ducharse y cocinar. También carecen de duchas y como retrete sirve cualquier rincón escondido, en la calle. Las viviendas suelen tener unos 15 metros cuadrados donde viven una media de seis personas. No es Etiopía ni Nigeria, “aunque su situación se asemeja más a estos países que a la vida de los niños madrileños”, apunta Ana Sastre, de Save the Children. La ONG ha documentado junto a la Universidad Pontificia Comillas el día a día de los niños en el poblado chabolista de El Gallinero, a 12 kilómetros del centro de la capital.

Las ratas y serpientes quedan rodeadas por un círculo rojo. También la basura. Las casas, por uno verde. El equipo que ha elaborado el informe Los Derechos Humanos también son cosa de niños. La situación de la infancia en “El Gallinero” entregó a los niños estas pinturas para que marcaran los elementos amenazantes, que les parecían peligrosos en dibujos.

El Gallinero es un asentamiento chabolista donde habitan alrededor de 435 personas de etnia gitana y nacionalidad rumana, de los que 298 son niños. Acotado por varias carreteras y la vía del AVE “llama la atención por el aislamiento”, indica Fernando Vidal, director del Instituto de la Familia (IUF) de la Universidad Pontificia Comillas.

Los testimonios de los niños recogidos en los grupos de discusión y en las entrevistas individuales dejan por escrito sus miedos. Una niña señala su oreja. “Por aquí y por aquí”, contó mostrando sus muñecas a los responsables del informe. Son los lugares por donde los ratones “comen por la noche” a los niños pequeños. Otro pequeño no quiere ir por ciertas zonas, llenas de basura y todo tipo de restos. “Nos manchamos las manos de caca cuando nos caemos”, recoge el estudio. Cuando les preguntan qué cambiarían de El Gallinero, un niño resume en que “lo haría... normal”. Con agua en su casa. “Y duchas”, apunta.

El estudio recoge diferentes experiencias, en boca de los menores, para conocer “las percepciones subjetivas de los niños y cómo ven sus oportunidades”, explica Carlos Pitillas, profesor del departamento de Psicología de la Universidad Pontificia Comillas. La conclusión: “Estamos ante el peor de los escenarios”, afirma Ana Sastre. “Casi 300 niños ven vulnerados sus derechos de manera sistemática”, continúa la responsable de Sensibilización de Save the Children, con índices de pobreza y exclusión a años luz de la media española.

El estudio toma el Índice de Pobreza Humana (IPH) propuesto por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, que deja enormes desigualdades. La probabilidad de que los niños que habitan el poblado no lleguen a los 60 años es del 98%. “En España, la media es del 7,8%”, apunta Ana Sastre. El porcentaje de analfabetos funcionales en la población en edad de trabajar es un 78%, mientras que la media nacional “no supera el 11”. En total, el IPH asciende en El Gallinero al 93%, muy alejado del 10,7% de Madrid.

“La intervención no está funcionando”

El informe valora la intervención del Ayuntamiento de Madrid para acabar con el chabolismo y mejorar la vida de estos niños. Entre los éxitos, la escolarización de los niños, que alcanza altos índices de asistencia. Sin embargo, con motivo del Día de los Derechos Humanos (que se celebra mañana, 10 de diciembre), Save the Children y la Universidad Pontificia Comillas exigen mayores esfuerzos. “Hay que hacer algo diferente porque la intervención no está funcionando”, apunta Ana Sastre.

Las familias de El Gallinero no acceden a muchas de las ayudas públicas a las que tendrían derecho, como la renta mínima de inserción (RMI) o la ayuda por hijo a cargo, simplemente por problemas administrativos. Un problema “transversal” radica en que muchas personas no están empeadronadas y eso las excluye de diversas ayudas. “Solo 13 de las 95 familias de las que tiene registro el Ayuntamiento reciben la RMI”, dice Ana Sastre.

Las medidas específicas tampoco han dado los resultados esperados. Después de 8 años, solo cuatro familias han participado en el programa de realojo del Ayuntamiento, según recoge el informe, y dos de ellas han regresado al asentamiento más tarde. Los desalojos y derribos de las viviendas se producen sin una alternativa habitacional que acepten los afectados por lo que la mayoría vuelve a levantar sus casas en el poblado, entre cascotes y los restos de las viviendas que van cayendo.

El miedo y rechazo a la policía es otra constante en los dibujos de los niños. Un tercio de los menores ha sufrido algún desalojo en el último año y medio. Save the Children exige al Consistorio que detenga los derribos de manera inmediata y elabore un nuevo plan de intervención social que tenga en cuenta a la población y a los voluntarios que se han ganado la confianza de la población de El Gallinero. “Debemos revisar cuál es el procedimiento”

En la presentación de informe, Carlos M. Martínez Serrano, coordinador de General de Familia, Servicios Sociales y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Madrid, que acudió como oyente al acto, defendió la política del Gobierno municipal. “Quizá la intervención necesaria es la de esas familias que se resisten a abandonar el poblado”, apuntó. En su opinión, “los planes que sugiere Save The Children ya se están haciendo”. “Hay que desenmascarar el buenismo que hay detrás de El Gallinero”, concluyó.

Los responsables del informe consideran que todos los actores implicados comparten el mismo objetivo: una alternativa real para las familias, que garantice los derechos humanos de los menores. “Nadie dijo que no fuera complejo, pero algo está fallando en nuestra forma de ofrecer una alternativa claramente mejor cuando no lo aceptan”, concluye Fernando Vidal.