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Acaba la EBAU más polémica y dispar, ¿han llegado sus cambios para quedarse tras la pandemia?

Están a punto de acabar las pruebas de acceso a la universidad (EBAU) más mediáticas de los últimos años. Han coincidido con el único curso lectivo que se ha desarrollado plenamente en pandemia, ya que el año pasado el confinamiento abarcó solo los últimos tres meses. Las restricciones fueron mucho más duras entonces y la EBAU se trató casi como un experimento piloto que acabó con final feliz: ningún contagio entre los 300.000 asistentes ni complicación derivada de la presencialidad. Además de las mascarillas, el gel y la distancia de seguridad, la COVID-19 ha traído cambios que se han mantenido este año y que en algún caso tiene visos de consolidarse.

El principal, y no exento de polémica, es el que ha permitido obtener el título de secundaria a alumnos con asignaturas suspensas y presentarse con ellas a la EBAU. El Congreso aprobó esta posibilidad en abril de 2020, en plena cuarentena, para facilitar un trámite de por sí complejo en un año lleno de incertidumbre. El único requisito era que la comunidad autónoma lo permitiese y que la decisión fuese aprobada por unanimidad por el claustro de profesores. 

No todas dieron esta opción a sus alumnos, solo siete: La Rioja, Aragón, Catalunya, Castilla La-Mancha, Valencia, Baleares y Extremadura. De estas, en 2021 se han retractado dos, –Aragón y Castilla La-Mancha– y se han sumado otras dos –Euskadi y Navarra–. Por último, Canarias solo permitirá ir con alguna asignatura suspensa a la convocatoria de septiembre. “Esto ahonda todavía más en la injusticia de que va a haber alumnos con suspensos que se van a presentar a la EBAU en otras comunidades y van a poder acceder a las universidades madrileñas”, criticó Enrique Ossorio, consejero de Educación en la Comunidad de Madrid, que ha sido de las que no ha dado esta ventaja a su alumnado ni en un año ni en el otro.

Lo que en principio era una excepción, que se prolongó para este curso a través de un Real Decreto del Ministerio de Educación, se ha consolidado también en la LOMLOE, conocida como Ley Celáa. “El equipo docente podrá decidir la obtención del título de Bachiller por el alumno o alumna que haya superado todas las materias salvo una, siempre que en ella no se haya producido una inasistencia continuada y no justificada y se considere que ha alcanzado los objetivos y competencias vinculados a ese título”, indica el Artículo 37.1. La diferencia con el Real Decreto actual es que este permite que los suspensos sean uno o más, pero solo La Rioja ha aceptado que fueran dos. En ningún caso tres, como se extendió por algunos bulos.

“Yo estoy a favor, porque para eso el Bachillerato tiene 18 o 19 materias distintas”, defiende el profesor Mariano Martín Gordillo, autor de diversos análisis sobre el planteamiento de la EBAU. Desconfía, sin embargo, de que la decisión final recaiga en los claustros: “No hay ninguna actividad humana en la que se ejerza un derecho de veto como el que tiene el profesor sobre el futuro de un alumno”. A este respecto, el docente asturiano considera que la LOMLOE ha sido “radicalmente tímida” en un momento “en el que las necesidades de la formación son otras”.

“Flexibilizar el acceso a las pruebas era lo suyo”, suscribe Raimundo de los Reyes, presidente de la asociación estatal de directores de instituto Fedadi. “No todas las regiones han tratado igual a sus alumnos durante este año ni han invertido lo mismo en los recursos de la semipresencialidad, así que esta decisión evita las desigualdades”, continúa.

Flexibilizar el acceso a las pruebas era lo suyo. No todas las regiones han tratado igual a sus alumnos durante este año ni han invertido lo mismo en los recursos de la semipresencialidad, así que esta decisión evita las desigualdades

Este director de instituto en un pueblo Murcia comparte la misma preocupación que Martín Gordillo sobre las juntas de docentes. “Se ha hecho toda la vida pero es muy manipulable, porque no se puede proponer a un alumno para que obtenga el título si no firman todos los profesores”, reconoce. El debate de los suspensos no ha sido el único foco de debate de esta edición. Como cada año, las 17 pruebas distintas de Selectividad han escamado de nuevo a quienes piensan que algunos estudiantes se ven más favorecidos que otros en función del suelo que pisen el día del examen.

Del “patriotismo” de Valencia a las Matemáticas de Madrid

La EBAU de Murcia, lugar que dio el pistoletazo de salida, ha sido objeto de críticas por uno de los comentarios de texto del examen de Lengua Castellana y Literatura. El artículo de El Mundo criticaba a la Ley Celáa mediante referencias como la “obsesión por eliminar obstáculos y el consiguiente abaratamiento de aprobados y títulos” o el “elitismo ético” que dice que produce la LOMLOE. En la otra cara, también había un artículo de opinión, pero esta vez de El País sobre la celebración del pasado Día Internacional de la Mujer.

Para la misma asignatura, pero en Valencia, la prueba pedía analizar un artículo de Vicente Vallés en La Razón. Una de las preguntas consistía en realizar un texto de pocas palabras sobre “en qué consiste ser patriota”. “Si te toca un corrector que no sea de tu ideología política te puede bajar la nota”, se lamentaba una alumna en una entrevista con RTVE. Otra compañera criticaba que “se supone que no se puede hablar de política (en los exámenes) y eso es política”. Por su parte, la directora general de Universidades valenciana, Pilar Ezpeleta, aseguraba que lo que se les pedía es que “sean capaces de argumentar”.

Valencia también ha tenido que rectificar la corrección de una pregunta tras las críticas de los sindicatos y alumnos. En este caso, en el examen oral de valenciano, han aceptado las dos respuestas sobre la pronunciación de una palabra (perquè), porque no se dice igual en todas las zonas. Más polémico ha sido el fallo de Castilla y León, que ha decidido puntuar con la máxima nota a todos los alumnos en una pregunta de la prueba de inglés que tenía un error en una de las dos opciones. 

Por último, el examen de Matemáticas II en Madrid ha saltado a los titulares por ser aparentemente más difícil de lo normal. “Este año he hecho la EBAU de Matemáticas y me ha parecido una falta de respeto hacia el alumnado y su esfuerzo el que hayan puesto un examen mucho más complejo que en años 100% presenciales. No se han tenido en cuenta para nada las circunstancias de este curso”, manifiesta un alumno en una petición de change.org que lleva 2.000 firmas para pedir una sola prueba en toda España. Este año las diferencias han sido incluso mayores porque las comunidades podían incluir en el examen el número de preguntas que considerasen.

“Lo que sí noto es que es un tema crecientemente mediático y me preocupa. Se le da mucho bombo a esta ceremonia de los decimales y del listado de personas, que en el fondo es una visión de la educación bastante aberrante”

“Hay voces que piden un modelo único, pero durante el Gobierno del PP no se hizo”, ha dicho en numerosas ocasiones la ministra Isabel Celáa. “No se puede hablar de 17 modelos, al igual que no se puede hablar de 28.000 modelos, que son los centros donde se estudia bachillerato”, añadió en referencia al 60% que cuenta la nota de Bachillerato para entrar a la universidad. 

Raimundo de los Reyes cree que esta es una “ecuación sin solución”. “Por un lado, es lógico que se adapte la prueba a la situación real que se vive en cada comunidad. Pero por el otro, hay que mantener la igualdad de oportunidades. Es un equilibrio muy difícil”, reconoce el director de instituto. Mariano Martín Gordillo le quita hierro al asunto: “Somos un país diverso, maravillosamente diverso, y para ir en contra de esa idea habría que cambiar cada examen y cada aula de instituto español que hace las cosas distintas”. Recuerda, además, que la Selectividad nunca ha sido nacional, “ni siquiera en 1979, cuando yo la hice”. “Es un discurso falaz pero que cala mucho en la mentalidad de los adolescentes, que ven a los demás como los ”otros“, inferiores y a los que les exigen menos”, se lamenta. 

“Lo que sí noto es que es un tema crecientemente mediático y me preocupa. Se le da mucho bombo a esta ceremonia de los decimales y del listado de personas, que en el fondo es una visión de la educación bastante aberrante”, concluye el profesor de Asturias. “La EBAU siempre ha sido así de puñetera, pero parece que este año estamos todos hipersensibilizados”, reconoce De los Reyes. “Lo que hay que repensar es el modelo en general: es lamentable que haga falta una nota muy alta para determinadas carreras, que inflige tanto estrés a los alumnos, las familias y al propio profesorado”, reprocha.