Varios activistas de la organización Futuro Vegetal han protagonizado una nueva protesta en defensa del clima. En este caso el lugar elegido ha sido el Congreso de los diputados y su objetivo los micrófonos de la tribuna, donde han pegado sus manos.
En el acto de protesta, dos jóvenes han subido al estrado y, mientras una de ellas se disponía a pronunciar su mensaje, otra ponía pegamento en sus manos para pegarse a los micrófonos. Al mismo tiempo, un tercer activista ha desplegado una bandera con el lema Futuro Vegetal en ella y que ha sido retirada rápidamente por un empleado del Congreso que estaba presente en la sala.
“Esto es una emergencia climática. La población está en peligro y los poderosos solo piensan en sus beneficios”, asegura la organización en un mensaje publicado en Twitter, donde también dejan clara su reivindicación: “Escalaremos en disrupción hasta que se deje de subvencionar la ganadería”.
Futuro Vegetal ha puesto fecha a su demanda y aseguran que si en febrero no paran estas subvenciones “escalará en constante disrupción”. Desde la organización aseguran que estas exigencias continúan siendo ignoradas “porque pone en jaque los intereses de la mafiosa industria cárnica”.
El grupo de activistas alega además que el gobierno español “impide que las pequeñas iniciativas ecológicas prosperen” al mismo tiempo que “favorece la expansión de la industrai ganadera en nuestro territorio, como si de un cáncer se tratara”, según los mensajes publicados este lunes en Twitter.
Se trata de la última acción de protesta del grupo que el pasado mes de diciembre llevó a siete activistas a saltar al asfalto de la M-30 madrileña y pegarse a la carretera, forzando el corte de la circulación en la operación salida del primer fin de semana de Navidad.
Futuro Vegetal también ha liderado acciones en los últimos meses en el Museo del Prado, donde dos activistas pegaron sus manos junto a dos cuadros de Goya, así como en un matadero de Huesca, una fábrica alimentaria y un supermercado. El mismo grupo roció de pintura parte del escenario de Cortylandia en Madrid.
La agrupación defiende que las sociedades actuales han fallado “en la gestión de los recursos naturales” y buscan “el beneficio propio pese a las consecuencias de la crisis climática”. Su propuesta consiste en “cambiar la ética de la abundancia, la forma de producir y consumir”.