Ramón y David son una pareja persistente. Tienen 46 y 44 años y son de Montgat (Barcelona). Se casaron en 2007, dos años después de que la ley se lo permitiera, y pocos meses más tarde solicitaron una adopción a la Generalitat de Cataluña. Querían una hija o un hijo de entre cero y cinco años. Sabían que la espera sería larga pero no se imaginaban que se convertiría en un problema de tal magnitud. Llevan cinco años esperando.
El camino recorrido durante este tiempo ha estado lleno de denuncias, acusaciones y muchas tensiones. Los problemas surgieron en 2006 cuando Ramón Casas tuvo una relación esporádica con otro hombre sin tomar precauciones y se infectó del VIH. Nada impide que una persona seropositiva pueda adoptar un hijo, pero Ramón está convencido de que el retraso en la asignación de un niño se debe a este motivo.
Tras analizar su caso, la Generalitat rechazó su petición y le informó de que su familia no era “idónea” para adoptar. Ramón está convencido de que sufre una “discriminación” por ser portador del VIH, pero no lo puede demostrar. Desde que recibió el no de la Generalitat ha denunciado su caso a periódicos, televisiones y también a la justicia.
La directora de l'Institut Català de l'Adopció, Núria Canal, informa a eldiario.es que la negativa no tiene nada ver con su condición de homosexual o con el hecho de que sea seropositivo, sino con otros motivos que no se pueden desvelar para no violar el derecho a la intimidad del demandante. Pero en medio de la espera, el juzgado número 19 de Barcelona se pronunció. Fue junio del 2010. El fallo deja claro que la pareja es “idónea” para adoptar a un niño. La Generalitat recurrió la sentencia pero en mayo de 2011, la Audiencia Provincial de Barcelona volvió a dar la razón a la pareja. Y sigue la espera.
Un “sí” a regañadientes
“Nos toca acatar la sentencia y así lo haremos”, dice Canal, aunque recordó que hay muchas otras familias que también quieren adoptar y dejó claro que los criterios para dar un niño a una familia o a otra no van en función del orden de la lista de espera, sino que depende de criterios de idoneidad. La decisión la toma un equipo de pedagogos y de psicólogos que estudian cada caso, investigando a la familia, su entorno, así como la capacidad de la adaptación del pequeño.
“Las familias no tienen derecho a ser padres, son los niños los que tienen derecho a tener una familia”, razona Canal. “Que sean idóneos no significa que acaben siendo padres”. El hecho de que la ley les haya considerado aptos, no obliga a la Generalitat a darles un hijo.
A pesar de que el litigio parece haber llegado a un callejón sin salida, puesto que la ley da la razón a la pareja pero la última palabra la tiene la Generalitat, Ramón y David ni se plantean abandonar la batalla. “No es ni un sueño ni una ilusión, es un proyecto vital”, explica Ramón. Su primer intento para adoptar un niño se remonta a 2003, cuando su compañero empezó a buscar un niño en el extranjero como si él no tuviera pareja. Fuera es imposible adoptar un niño para una pareja gay. Su truco no funcionó.
Para seguir luchando por su “proyecto de vida”, Ramón llama constantemente a los responsables del departamento, les envía tuits y no deja de buscar periodistas que pueden contar su caso. Él sigue convencido de que les “marginan” y recuerda indignado cómo la asistenta social insistió en sacar a la luz su relación esporádica con otro hombre para defender que Ramón y David no son una familia “cohesionada”. Desde el punto de vista de la pareja, las familias no cohesionadas son las que se rompen por una infidelidad, y no las que son capaces de continuar juntos.
La memoria del departamento de adopciones indica que durante el 2011 sólo se consideraron no “idóneos” a un 3% de las familias interesadas, mientras que el resto de casos se solucionó favorablemente. Esto no significa que ya tengan un hijo, sino que obtuvieron el sí de la Generalitat. De hecho, de los 599 solicitantes del año pasado, sólo 141 ya tienen un hijo. Canal explica que el 3% de las solicitudes son de parejas homosexuales y que todos, salvo alguna excepción muy puntual, lo consiguen.