Hace frío en Madrid. Como hacía cuando los tubos de escape de los coches, el asfalto y el aglomerado de edificios y personas no recalentaban el ambiente. Como en la España vaciada que ha venido este domingo a Madrid para recordar a los políticos que los pueblos existen.
'La Revuelta de la España Vaciada', encabezada por Teruel Existe y Soria ¡YA!, ha contado con la participación de 90 colectivos de 23 provincias distintas. 50.000 personas, según Delegación de Gobierno, y 100.000, según los organizadores se han sumado a la manifestación, que ha comenzado en Plaza de Colón para luego marchar hacia Fuente de Neptuno. Los asistentes han pedido carreteras, trenes y servicios básicos para más de la mitad del país. Mientras clamaban: “Ser pocos no resta derechos” o “Nuestros enfermos también pagan impuestos”.
La España vaciada supone el 53% del territorio tan solo ocupado por un 5% de la población, con una densidad de población de 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado. Sus habitantes reclaman la falta de servicios básicos, como escuelas, centros de salud o medios de transporte.
El cielo está gris, y hacia el mediodía se pone a llover. Los bulevares de la Castellana huelen a tierra mojada. A campo. Antes de emprender la marcha hacia Neptuno, los organizadores piden un minuto de silencio para luego hacer la 'rompida de la hora' con los tambores del Bajo Aragón que repican con fuerza para romper el silencio.
“Parece que por ser menos tenemos menos derechos”
“Mi familia es prácticamente todo el pueblo”, explica Rocío, de 24 años, de Condemios de Arriba, en Guadalajara. La joven ya no vive ahí. Estudia Antropología Social en Madrid, pero su familia continúa en el pueblo, donde viven unas 70 u 80 personas todo el año. “Nos están quitando colegios, centros de salud,... parece que por ser menos gente tenemos menos derechos”, se queja.
Elena y Carlos vienen de Teruel, de la zona sur. Trabajan por toda la provincia como maestros itinerantes. “Cuando eres itinerante tienes que poner tu propio coche. A veces te pasas más tiempo en la carretera que trabajando”, explican. Piden que la solución no pase solo por el turismo. “Al final vamos a ser un resort de vacaciones para la gente de las ciudades”, dice Elena. “No fija población”, advierte, y añade que también influye en el encarecimiento de las casas en los pueblos.
La marcha comienza, bajo las calles mojadas del Paseo de la Castellana. Algunos se refugian en paradas de autobús, bajo las copas de los árboles. Alguien vende paraguas y la gente se agolpa para conseguir uno.
Purificación Martín, de Matabuena, Segovia, tiene 68 años. Se vino a Madrid hace más de cuarenta años, por falta de trabajo. “Nos han quitado la panadería, la tienda, todo. El ambulatorio lo tenemos a 6 kilómetros”, explica.
Abundan las pancartas, algunas de las organizaciones, como las multitudinarias de Soria ¡YA!, pero también hay muchas escritas a mano. Un hombre sostiene un cartel en el que pone los distintos nombres de los animales en peligro de extinción: lince, oso polar, urogallo, lobo,... e incluye al soriano y a la soriana entre ellos.
A la marcha asisten personalidades políticas como las ministras de Trabajo, Magdalena Valerio; Sanidad, Luisa Carcerdo; Transición Ecológica, Teresa Ribera; Industria, Reyes Maroto; el titular de Agricultura, Luis Planas.
Acuden, además, el secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, Juan Carlos Monedero, el vicesecretario de Política Autonómica del PP, Vicente Tirado, el portavoz en el Senado del PP, Ignacio Cosidó o el líder Ciudadanos, Albert Rivera, que es abucheado por algunos de los manifestantes. Pero los políticos están en un lugar poco relevante, en una marcha sin banderas ni insignias de partido y de marcado carácter social.
María Madurga y María González vienen de Navaleno y de Soria capital. Ambas son ingenieras y trabajan en la capital de provincia. Piden “las mismas condiciones que tienen en otras ciudades grandes”. “No tenemos internet, no tenemos carreteras para llegar a los sitios”, reclaman.
“También me gustaría pedirle a la gente que fuera valiente. La gente que está sobreviviendo en las ciudades, que sea valiente y que se atreva a vivir con mayúsculas en las pequeñas ciudades”, dice María Madurga.
“Ya estamos aquí”
Juan y Ruth Gaspar son dos hermanos de 44 y 42 años que tuvieron que mudarse a Madrid hace 20 años “porque no podíamos trabajar” en El Burgo de Osma, explican. Ambos reclaman la falta de autovía que deja como alternativa una carretera por la que pasan “corzos, jabalíes,...”. “Te juegas la vida en la carretera”, se quejan.
“Llevo casi 20 años en Madrid”, explica Jesús García, de 52 años, oriundo de Sardón de los Frailes, en Salamanca, donde “ahora mismo deben de ser 25 o 30 personas”. Jesús defiende que dar ayudas a los puebles puede beneficiar también a la ciudad. Pide “que la administración invierta en pueblos o en ciudades más pequeñas para que la gente pueda vivir ahí y que en Madrid no tengan el problema de la contaminación que tienen”.
Hay mucha gente de Madrid que ha venido a apoyar a sus pueblos de origen. Al pueblo al que vuelven cada año, cada mes o cada semana, pero en el que ya no viven. “Ya estamos aquí”, claman por los megáfonos los organizadores. Pero la España vaciada hace mucho que está en Madrid.