La Atención Primaria se ahoga con los pacientes sin cita ante las largas demoras
La Atención Primaria continúa en el agujero. La base del sistema sanitario no levanta cabeza, tampoco ahora que los contagiados de coronavirus que durante un año y medio han copado los centros de salud han aflojado. El consenso sanitario es total: la situación es “crítica”. 51 organizaciones sindicales, sociedades científicas y asociaciones en defensa de la sanidad pública de España se han aliado en un movimiento único. Todas han firmado un manifiesto que pretende ser el inicio de una movilización para urgir a las autoridades a que actúen ya contra una precariedad que, avisan, puede poner en “riesgo” a la población.
Con esperas de hasta 15 días para programar una cita en algunos territorios (ya sea telefónica o presencial), los pacientes, ansiosos por las demoras, acuden directamente a la consulta sin estar convocados, lo que tapona aún más las agendas en un círculo vicioso en el que el sistema colapsa. Los profesionales temen que la precariedad termine desnaturalizando la Atención Primaria: que pierda la cercanía, la capacidad de seguimiento y la inmediatez, las esencias que diferencian este nivel asistencial de otros.
“Uno no llama al médico para decir: atiéndame en diez días. Casi todas las demandas son para hoy y eso nos provoca diariamente que muchas personas acudan sin cita. Tenemos una saturación increíble de pacientes no citados”, explicaba Pedro Ibor, médico de familia en la Comunitat Valenciana, en una rueda de prensa organizada por CSIF.
El testimonio se repite en otros centros de España. “De repente ves la agenda con tres pacientes citados a la misma hora. ¿Cómo puede ser? Son lo que llamamos los pacientes forzados, los que asumimos sin que estuviera planeado, también, por ejemplo, si falta un compañero o compañera y nos reparten sus citas”, explica Irmina Saldaña, que trabaja en un centro de salud del barrio de Pacífico, en Madrid. Su ambulatorio “no es de los que peor están”: hay una plaza vacante que lleva meses sin cubrirse, de manera que todos los pacientes no tienen médico asignado; cada vez les toca con uno.
La demora genera “visitas inesperadas” que provocan “ansiedad a las personas que vienen y a nosotras porque hay una barrera”, prosigue Saldaña. “El paciente se siente rechazado si le decimos que eso no es urgente y a veces no te da tiempo a una buena comunicación”, dice la médica, que asegura que los últimos meses le han hecho cuestionarse su vocación y su capacidad de aguante en la profesión.
Los profesionales temen que la precariedad termine desnaturalizando la Atención Primaria: que pierda la cercanía, la capacidad de seguimiento y la inmediatez
En Andalucía, la Consejería de Salud incluso habla de una “normalidad distinta” que pasa por aceptar que la atención no será rápida, salvo que sea urgente. La demora media en esta comunidad son casi cuatro días. La Xunta de Galicia ha rebajado el presupuesto de Atención Primaria para 2022 mientras registra esperas de casi una semana.
“Antes esperábamos para operarnos o para que nos viera un especialista, ahora también esto se extiende a la Atención Primaria, que se basa en la proximidad y en la continuidad”, expone Manuel Martín García, de la Federación de Asociaciones en Defensa de la Sanidad Pública. El último plan esbozado por la Comunidad de Madrid para sacar a los centros de salud del abismo, rechazado por los sindicatos, incluye las llamadas “agendas no demorables”. Algo que a juicio de María Fernández, vicepresidenta de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SEMFyC), “atenta contra el mismo concepto de Atención Primaria”.
Casi la mitad de los médicos ya tenían sobrecarga de pacientes
El 41% de los médicos de familia en España tenían cupos superiores a los 1.500 pacientes antes de la pandemia, el máximo que marca Sanidad para una atención adecuada. “Las personas sin cita han existido siempre, pero ahora tenemos una parte estructural, porque no hay suficientes profesionales, que nos obliga a repartirnos a mucha gente”, señala al hilo de este dato otro médico, Jorge Olmedo. Trabaja en el centro de salud de Ibiza, en un barrio madrileño de renta media alta donde una parte importante de la población tiene seguro privado. “La situación cambia mucho en función de la zona del centro de salud. Aquí en los días malos veo a 40 pacientes en una mañana; en el sur, los días buenos ven a 50”, señala. El proyecto de presupuestos de la Comunidad de Madrid, sin embargo, trabaja con una previsión asistencial alejada de estas cifras reales: 28 pacientes por turno.
Olmedo, que apenas tiene lista de espera, matiza que los pacientes no programados son de muy diversa naturaleza: “desde pedir una receta a un dolor intenso de estómago”. “Entiendo a la población, si tienes que esperar 15 días porque te ha salido un bulto, que puede ser mil cosas, te preocupas y quieres que te atiendan”, asume, “aunque también vemos por esta vía una receta de paracetamol, que no es urgente”.
La situación cambia mucho en función de la zona del centro de salud. Aquí en los días malos veo a 40 pacientes en una mañana; en el sur, los días buenos ven a 50
Ni el Ministerio de Sanidad ni las comunidades autónomas publican periódicamente los datos de demoras en las citas de Atención Primaria como sí se hace con las listas de espera quirúrgicas, para el especialista o para pruebas diagnósticas. Comisiones Obreras calcula que puede llegar a dos semanas, aunque la situación varía notablemente incluso dentro de la misma región según el centro de salud y la población que atienda. “Es un secreto de Estado”, ironiza Martín García. Lo que más se puede aproximar, y está desactualizado, es el último Barómetro Sanitario publicado, basado en la información que reporta el propio paciente y correspondiente a 2018. La encuesta recoge que casi la mitad de los ciudadanos esperó más de un día pero no se concreta cuántos.
A la espera del Plan de Acción
El departamento de Carolina Darias ha convocado este jueves al Comité Técnico del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud con la Atención Primaria como único punto del orden del día. En la reunión participan organizaciones sindicales, sociedades médicas, asociaciones de pacientes... Inicialmente Sanidad había citado por separado a los sindicatos pero ha cancelado esta convocatoria, según ha podido saber este medio. El Ministerio reunió a finales de septiembre a todos los consejeros de salud en Canarias para abordar la reconstrucción de la Atención Primaria. Del encuentro salió, para decepción de los sanitarios, solo una declaración que emplazaba a todas las administraciones a tener listo un Plan de Acción especial a finales de año. No se habló ni de presupuesto ni de medidas.
Los Presupuestos Generales del Estado de 2022, que se debaten estos días en el Congreso, se han recibido también con cierto desengaño. El Gobierno de Pedro Sánchez ha planificado una inversión en Sanidad de 6.600 millones de euros, un 10% menos que el año pasado por la reducción de fondos europeos para la adquisición de vacunas. 176 millones son específicamente para Atención Primaria y Comunitaria.
El manifiesto firmado por 51 organizaciones reclama que la inversión en AP se aproxime al 25% del gasto sanitario. CCOO calcula que faltan entre 15.000 y 20.000 profesionales en los centros de salud de todas las categorías “para tener una plantilla bien dimensionada”, expone Humberto Muñoz, secretario general de la Federación de Sanidad de CCOO. En 1982, Primaria suponía el 20,2% de todo el presupuesto sanitario en España. Tras un declive sostenido, en 2017 se colocó en el 14,2% (9.500 millones de euros de 66.600). La inversión en atención hospitalaria fue 4,6 veces mayor.
La “degradación” de la Atención Primaria empezó, según los profesionales, hace una década. La crisis de 2008 ahogó la financiación y cuando empezaba a recuperarse llegó la pandemia. La factura de casi dos años de dedicación exclusiva a atender una infección nueva y desconocida que causaba miles de fallecimientos han sido muchos pacientes crónicos desatendidos a los que hay que rescatar ahora y “todas las patologías postcovid”. “Todo eso ha generado un cuello de botella que nos está saturando”, señalaba el médico Pedro Ibor.
Los recursos humanos son el problema más acuciante. Especialmente por las dificultades inmediatas para el relevo generacional. En cinco años se jubilarán la mitad de los médicos tutores y no hay relevo, según publicó El País. Llevado a lo micro: de la plantilla de 19 médicos y pediatras del centro de salud de Ibiza, cuatro se jubilan el año que viene y los compañeros no saben si se van a cubrir esas plazas. Si quedan vacantes, tendrán que repartirse los pacientes entre todos. Olmedo recuerda, también, que un año y medio de pandemia ha dejado a los sanitarios “muy tocados”, sobre todo a los profesionales más mayores. Igual que en la población general, algunos sufren coronavirus persistente o han encadenado bajas también por motivos psicológicos.
Los profesionales tienen claro el diagnóstico y, además, sostienen que tener una Atención Primaria fuerte es bueno para el sistema en conjunto. “Resolvemos hasta el 90% de los problemas de salud”, subraya María Fernández, vicepresidenta de la SEMFyC. “Una buena AP es más barato porque si conozco mucho a mis pacientes sabré cómo atenderlos cuando vienen con ese mareo recurrente. Si no, irá a urgencias, le harán varias pruebas y el gasto será máximo”, concluye Olmedo. El eje del sistema reclama soluciones, se presenta unido y ya no está dispuesto a esperar más.
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