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El avance en la vacunación de treintañeros, clave para controlar la pandemia: es uno de los grupos más activos

Belén Remacha

25 de junio de 2021 22:26 h

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La primavera se acabó y con ella, casi, la vacunación masiva de los más mayores frente a la COVID-19. Solo faltan las segundas dosis de los de entre 60 y 69, porque su vacuna de referencia es AstraZeneca/Oxford y tiene un intervalo muy largo entre pinchazos. Los de más de 70 tienen la pauta completa casi al 100%, los de 50-59 llegan al 63%; y todas las comunidades avanzan con los de 40-49. Así que, en la estrategia nacional por edades, les toca el turno a los de menos de 40, la generación llamada 'millennial', los nacidos entre 1980 y 1995. De 39 para abajo. Las comunidades pueden solaparlos con los mayores que restan, así que ya se han puesto con ellos en Catalunya, Canarias, Navarra, Baleares y Castilla-La Mancha, y en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Las que aún no lo han hecho prevén comenzar a principios de julio. Se va a usar con esta cohorte Pfizer/BioNTech y Moderna, los dos fármacos de tecnología ARN mensajero. Y se espera de ellos que acudan en masa, como lo han hecho sus padres, madres y abuelos.

¿Por qué son importantes las personas de entre 18 y 39 años? La letalidad del virus entre ellos es muy baja, en los informes del Instituto de Salud Carlos III que toman los casos de toda la pandemia ni siquiera llega a ser representativa (unos 200 fallecimientos entre los 50.000 registrados desde junio de 2020). Pero “mientras no vacunemos a toda la población, el virus sigue circulando. Lo lógico era que los primeros fueran los que sufren enfermedad grave, pero luego hay que seguir con los de menos, para cortar la transmisión”, explica José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Enfermería y Vacunas, parte del plan nacional. Además de eso, aunque pocos, “hemos visto a pacientes de 30 años en la UCI”, dice María José García, portavoz del sindicato de enfermería SATSE. La estrategia es por edades, e incluyó a solo unos pocos (unos 350.000) vulnerables con patologías graves, así que casi todos los jóvenes sea cual sea su condición serán inoculados a la vez, a excepción de los que ya lo fueron en primavera por tener un trabajo considerado esencial.

La verdadera importancia de este grupo radica en que son un grupo con mucha movilidad e interacción social. El brote múltiple a partir de un viaje de estudiantes a Mallorca –aunque con personas más jóvenes aún– demuestra cómo estos colectivos pueden actuar como vectores de la enfermedad.

Forcada comenta que hubiese sido partidario incluso de focalizar su vacunación antes que a los de 40-49, porque entre los de 40-49 el riesgo de fallecimiento también es muy bajo “y los de 18 a 40 tienen más movilidad. Solo hay que ver lo que ha pasado con el brote de Mallorca, que va a traer problemas”, insiste el sanitario. Mientras haya gente sin vacunar, continúa este enfermero vacunólogo, el virus seguirá circulando, y aunque entre los jóvenes no haya tanto peligro “podrán seguir contagiando, sobre todo también a los mayores cuyo sistema inmunitario haya fallado y no hayan producido inmunidad”.

El porcentaje de personas en esa circunstancia es solo de un 5 o 10% de los pinchados, dada la alta eficacia sobre todo de Pfizer, “pero se convierten en un número no tan desdeñable si el virus sigue descontrolado”, añade. Y además, el reto crucial para estos días es completar con la segunda dosis de AstraZeneca/Oxford a los mayores de 60 pendientes, que no tienen inmunización completa y siguen expuestos parcialmente al virus. En algunas comunidades se está planteando ofertarles una segunda dosis de Pfizer, de la que hay más suministro.

En la comunidad científica sí existe cierto debate acerca de si conviene vacunar a niños y adolescentes, que tampoco corren peligro de infección crítica, antes que donar dosis a países, sobre todo de Latinoamérica y África, que continúan con sus mayores, vulnerables y sanitarios sin cubrir. No se ha dado tanto debate con los jóvenes. Con el objetivo europeo de alcanzar al 70% de la ciudadanía total antes de que termine el verano, y las ventajas a la movilidad que dará el 'pasaporte' COVID verde, casi nadie se plantea, o se atreve a plantear, que no se proteja cuanto antes a este grupo. “Hay que trabajar en las dos líneas: hacer llamamientos a la solidaridad, pero también inmunizar al máximo de población adulta y que se acabe el riesgo en España”, opinan desde SATSE.

¿Más rechazo entre esta población? No por ahora

Las enfermeras y enfermeros siguen marcando récords. Uno de cada tres españoles ya tiene una dosis y este jueves se pusieron 733.245 en 24 horas. Es gracias a su trabajo y a que el suministro desde la Unión Europea ha aumentado con los meses, pero también a la buena respuesta de la ciudadanía: casi nadie falta a la cita, casi el 100% de los mayores ha acudido. Algunos expertos temen que eso cambie ligeramente con los jóvenes, al tener menos percepción de riesgo. Pero solo ligeramente. Por ahora, no se está observando que aumente el rechazo vacunal conforme bajan las cohortes de edad, informan desde el Ministerio de Sanidad. Ha habido un pequeño retraso con el hito de los 15 millones de inmunizados, que el Gobierno esperaba para la semana pasada y ha sido esta, pero la achacan a los envíos de Janssen/Johnson&Johnson, no a una ralentización ni a que haya más negativas.

“Cada grupo es distinto. Un proceso que fue relativamente sencillo y fácil de controlar fueron las residencias. Tenías ahí a las personas, concentradas y localizables. Cuando íbamos a vacunar a domicilio, también. Este es un grupo que se desplaza más, siempre es pelín más problemático, también vamos a una velocidad distinta”, comenta María José García, de SATSE. “Siempre hay riesgo de que con menos edad haya más rechazo”, apunta José Antonio Forcada, “porque los adolescentes y la gente joven tiene menos percepción de riesgo. Pero yo igualmente espero que el porcentaje sea bajo y no haya problemas, porque hay un factor clave y es que la movilidad va a estar condicionada a estar vacunado”. Es decir, con el pasaporte COVID verde que dan con la vacunación, y con un futuro previsible en el que pidan pauta completa para algunas actividades, las negativas no se prevén como algo común. “Hay negacionistas”, acaba Forcada, “pero no son tantos, y van a tener que aportar PCR todo el rato para todo si no quieren vacuna, con su precio”.

Una palabra para esta parte de la campaña: autocita

La pieza clave para completar a este grupo van a ser las autocitas. Varias comunidades ya lo están implementando y otras lo prevén. A los 'millennials' les toca vacunarse en pleno periodo estival, entre julio y agosto, y eso complica en algunos casos poder organizarse. 

“Hay que asegurar la vacunación con las autocitas. Y si es cita automática, que se pueda cambiar llamando sin problemas. Ese es el sistema, no vacunar en el lugar de vacaciones, que solo complica la existencia de la gente: tener que hacer los trámites del desplazamiento, que en los centros tengan que recalcular al personal y el número de dosis… y mucho menos, eso de pedir cita a las 5 de la mañana, como han dicho para el Zendal” opina Forcada. María José García declara algo parecido: “Lo importante es que no se interrumpa el ritmo, como cuando se anularon algunas citas por la información confusa sobre AstraZeneca. Que sea una citación real y ajustada, a la que la gente pueda ir. La autocita ayuda a eso”. Porque cuando una persona elige su hora y día, es más fácil que luego no falle: “Ahí solo puede fallar la memoria. No es que importe tanto saltarse la cita, nadie se va a quedar sin vacunar porque en un momento dado no haya podido ir, se le pondrá más adelante. Lo que importan son los tiempos desperdiciados. Por eso sí que apelamos a la responsabilidad: si en el último momento no se puede ir, hay que llamar, avisar y cambiarla, para que no se quede ningún hueco”.