Cuando todavía no se han apagado (es más, se han recrudecido) las críticas de los sectores ultras de la Iglesia católica por el aval del Papa a las bendiciones para divorciados vueltos a casar, parejas de hecho y uniones del mismo sexo, el Vaticano parece dispuesto a abrir una nueva rendija en la tradicionalmente férrea disciplina eclesiástica en todo lo relativo al sexo. Así, uno de los arzobispos con mayor responsabilidad en la Curia, Charles J. Scicluna, máximo responsable de la lucha contra la pederastia en la Iglesia, ha propuesto que “el celibato debería ser opcional”.
Scicluna, secretario adjunto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y arzobispo de Malta, es uno de los hombres de mayor confianza de Francisco, quien le encomendó la gestión de algunos de los principales escándalos de abusos en la Iglesia, desde Chile al mismísimo Marcial Maciel, así como la investigación de corrupción en grupos como los Heraldos del Evangelio.
En una entrevista con el Times of Malta, el prelado incide en que el celibato “no es un dogma”, y recuerda que “fue opcional durante el primer milenio de existencia de la Iglesia”. De hecho, aún lo es en buena parte del mundo, como el caso de los sacerdotes de rito oriental, los curas anglicanos que regresaron a la disciplina de Roma y, por supuesto, en otras confesiones cristianas. “Debería volver a ser opcional”, reivindicó Scicluna.
“La experiencia me ha demostrado que es algo en lo que debemos pensar seriamente”, recalca el arzobispo, quien desveló su experiencia con sacerdotes en su país de origen, Canadá, que acaban manteniendo relaciones ocultas y duraderas que, en algunos casos, les convierten en padres (biológicos). “Estamos hablando de sacerdotes de todo el mundo”, subrayó.
Y es que, en opinión de Scicluna, “un hombre que se siente llamado al sacerdocio puede madurar, entablar relaciones, amar a una mujer, amar a otra persona”. Sin embargo, hoy por hoy, “cuando esto ocurre tienen que hacer una elección”.
Por ello, insiste el prelado, la Iglesia de rito latino “debería aprender de las iglesias católicas de rito oriental”, que han mantenido la tradición de ordenar a hombres casados. Más aún, Scicluna considera que la Iglesia “ha perdido a muchos grandes sacerdotes porque eligieron el matrimonio”. “¿Por qué deberíamos perder a un joven que habría sido un buen sacerdote solo porque quiso casarse?”, se preguntó el arzobispo de Malta.
La propuesta de Scicluna no va en contra del celibato en la Iglesia, sino de su obligatoriedad, vigente en la Iglesia desde el siglo XII. El año pasado, el propio Francisco admitía que “el celibato en la Iglesia occidental es una prescripción temporal”, no un dogma, y que como tal podría revisarse. Sin embargo, visto el revuelo demostrado tras una simple bendición, sin equiparación al matrimonio ni aval, para las relaciones llamadas ‘irregulares’, se antoja complicado que, finalmente, este Papa pueda modificar la norma, otro de los buques insignia de los grupos rigoristas.
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