A bordo del Diosa Maat: los 20 años y 35.000 millas del 'narcovelero' convertido en guardián ecologista de la costa
Cuando el 24 de abril de 2004 el velero Diosa Maat navegaba de madrugada por aguas de Cabo Verde su suerte ya estaba echada. Ninguno de sus tres tripulantes –un belga, un neerlandés y un colombiano– lo sabía, pero el barco estaba a punto de iniciar una singladura más alucinante que la de sus viajes entre Suramérica y Europa cargado de droga: había comenzado su mutación en patrullero ambiental del litoral español.
“La incautación de narcoveleros es más habitual de lo que podría parecer así que, durante unos años el barco estuvo en la lista negra de buques apresados y, de vez en cuando, venía la Guardia Civil a preguntarnos qué hacíamos” cuenta uno de los patrones del Diosa Maat, Jorge Ríos, mientras maneja la caña por el mar de Alborán a seis nudos rumbo al paraje de Cerro Gordo, en la costa de Granada.
El velero Diosa Maat pertenece hoy a la organización Ecologistas en Acción, que lo utiliza para sus campañas de vigilancia ambiental en aguas españolas. Consiguió el usufructo del barco en 2005 y lo compró en 2009, pero la brusca virada que protagonizó el velero había comenzado en realidad bastante antes de que alcanzara cierta posición en el Atlántico norte, a cien millas al oeste de la isla de El Hierro.
La incautación de 'narcoveleros' es más habitual de lo que podría parecer así que, durante unos años el barco estuvo en la lista negra de buques apresados y, de vez en cuando, venía la Guardia Civil a preguntarnos qué hacíamos
Tres meses antes del abordaje, un juzgado de instrucción español en tierra firme y a miles de kilómetros puso en marcha las vigilancias policiales de la operación antidroga Guadiana. Las pesquisas llevadas a cabo en las provincias de Huelva y Sevilla terminaron por concretarse en el aprehensión del Diosa Maat a las 02.00 del día 24 de abril de 2004. El patrullero del Servicio de Vigilancia Aduanera Petrel I se hizo con el velero. El Petrel es un buque que también se transformó desde su concepción como barco oceanográfico a pesquero portugués y terminó como patrullero marino del Estado español.
El Diosa Maat tenía bandera británica y, distribuidos en 55 fardos, cargaba 2.700 kilos de cocaína. Sus travesías como narcobuque habían terminado.
Veinte años después de aquella singladura transoceánica, el barco navega pidiendo que se proteja el 30% del mar Mediterráneo español “y que, al menos, el 10% sea con protección estricta”, cuenta la asistente técnica de Ecologistas en Acción, Macarena Molina, también a bordo del Diosa.
Porque, si casi un tercio de los mares españoles cuenta con alguna figura de protección legal, no llega al 1% lo que tiene ese blindaje reforzado marcado en la Estrategia de Biodiversidad de la Unión Europea. El documento indica que para 2030 se habrá conferido “protección estricta a una tercera parte de los espacios protegidos, es decir, un 10% de la superficie terrestre y marina”.
La designación de estos espacios estrictamente protegidos, explica la estrategia, se hace para “la recuperación de los hábitats y las poblaciones de peces” lo que implica “limitar la sobreexplotación, eliminar las capturas incidentales, o al menos hacer que disminuyan hasta niveles que no resulten peligrosos, y combatir las prácticas que dañan el lecho marino”. El Mediterráneo ha sido durante muchos años el mar más esquilmado con un nivel de sobrepesca –capturas que exceden la capacidad de restaurarse de las especies marinas– del 80%, aunque en 2023 la FAO informó de que ese rango se había reducido al 58%.
Se ha extendido la idea de que crear un área marina protegida excluye la pesca, pero no tiene porqué ser así. Los más interesados en que se proteja la mar son los que la usan a diario
Macarena Molina aclara que “se ha extendido la idea de que crear un área marina protegida excluye la pesca, pero no tiene por qué ser así. Los más interesados en que se proteja la mar son los que la usan a diario”. Otra cosa es cómo, por eso piensa que contar con los pescadores artesanales a la hora de diseñar las áreas es el camino del éxito.
El permiso para que este barco cambiara de prueba contra el narco a herramienta ambiental lo firmó la Audiencia Nacional, para que se utilizara en la “sensibilización, divulgación, estudio y conservación del medio marino y el litoral”. Luego, el Plan Nacional sobre Drogas autorizó la enajenación por 11.200 euros. “Desde entonces habremos navegado más de 35.000 millas en 15 campañas”, calcula el patrón.
Vertido de desechos directo al agua
“Mira. ¿Ves esas urbanizaciones? Ninguna tiene alcantarillado”. Lo cuenta otro de los patrones del Diosa Maat, Juan Antonio Martínez, Nono, señalando el escarpado litoral granadino entre Motril y Almuñécar mientras el velero se aproxima a la Punta de la Mona –uno de los enclaves con mayor biodiversidad del Mediterráneo y de las zonas con más especies protegidas de España–.
Nono, que patronea el barco desde hace ocho años y acompaña a elDiario.es durante la travesía, prosigue: “Y todos esos chalés tendrán dos o tres baños. Y una lavadora. Y una cocina. ¿Dónde va el agua residual si no hay alcantarillado? Pues al mar directamente. Hemos localizado más de una decena que vierten fecales directamente al mar. Un tubo que, sumergido, echa los residuos al agua”. Un agua por la que, al tiempo que el patrón habla, se acerca un grupo de delfines listados que juguetean con la estela del casco y los saludos de los tripulantes.
Las poblaciones turísticas que se divisan desde la borda, Salobreña y Almuñécar, pueden doblar su población en los meses de verano, pero sus depuradoras de aguas residuales están diseñadas para el censo estándar. Y eso no es más que un ejemplo aplicable a muchos puntos del litoral español. De hecho, España fue multada en 2018 por Europa por verter aguas sin depurar correctamente desde nueve municipios: Alhaurín el Grande, Barbate, Coín, Isla Cristina, Nerja, Matalascañas, Tarifa, Gijón Este y Valle de Güimar. La sanción ha acumulado decenas de millones de euros.
“¡Pardelas! ¡Son pardelas!” El aviso de los tripulantes vuelve la vista a una bandada de aves en vuelo raso apenas un metro sobre la superficie del agua. Las pardelas “viven todo el año en el mar: volando, pescando o posadas en el agua”, recuerda Nono. Solo tocan la tierra durante el apareamiento y, en sus diferentes variedades –mediterránea, balear– son un tesoro natural del mar español amenazado con desaparecer.
Diosa Maat tiene por delante muchas jornadas marineras por el mar de Alborán, “el motor, la batería del Mediterráneo que aporta agua nueva y alimento al resto”, lo define Macarena. La buena conservación de la región “es de vital importancia para favorecer la regeneración del ecosistema mediterráneo que se encuentra sometido a grandes riesgos derivados de la actuación humana”, explica la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. De momento, la singladura a Cerro Gordo le añade otras 25 millas más de servicio a la bitácora del velero ecologista.
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