El cambio climático nos tocará el bolsillo: la renta media caerá un 18% en España en 2050
El cambio climático no solo afectará a nuestra salud y el medio ambiente, sino que lo notaremos de forma directa en el bolsillo, según un trabajo publicado este miércoles en la revista Nature por investigadores del Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam (Alemania).
Según sus estimaciones, la economía mundial está abocada a una reducción media de ingresos del 19% a mediados de siglo debido al cambio climático, con pérdidas previstas en casi todos los países.
En el caso de España, los efectos del cambio climático reducirán la renta media un 18% en 2050 (en comparación con un escenario sin cambio climático), casi tanto como la media mundial y significativamente más que en Francia (13%) e Italia (15%), por ejemplo.
Los modelos arrojan más luz sobre las posibles consecuencias de las emisiones descontroladas de carbono y sugieren que éstas no se sentirán de manera uniforme en todo el mundo. Las proyecciones del daño económico del cambio climático son cruciales para los procedimientos de adaptación y planificación de entidades tanto públicas como privadas. Sin embargo, los modelos suelen estar limitados por la naturaleza desalentadora y variable de los resultados climáticos a largo plazo.
La mitigación es rentable
Para el estudio, la investigadora Leonie Wenz y su equipo han modelado los efectos potenciales de los escenarios climáticos sobre la productividad económica utilizando datos locales de temperatura y precipitación de más de 1.600 regiones de todo el mundo en combinación con datos climáticos y de ingresos de los 40 años anteriores y proyecciones climáticas.
Las proyecciones indican que, debido a las emisiones anteriores, la economía mundial experimentará una reducción de ingresos del 19% para 2049 en comparación con una base de referencia sin impactos del cambio climático. Estos daños estimados ya superarían en seis veces los costos asociados con limitar el calentamiento de acuerdo con el Acuerdo Climático de París, destacando los beneficios monetarios de la mitigación en la segunda mitad del siglo.
Se prevén fuertes reducciones de ingresos en la mayoría de las regiones, incluidas América del Norte y Europa, siendo Asia meridional y África las más afectadas
“Se prevén fuertes reducciones de ingresos en la mayoría de las regiones, incluidas América del Norte y Europa, siendo Asia meridional y África las más afectadas”, asegura el primer autor del estudio, Maximilian Kotz. “Estas se deben al impacto del cambio climático en diversos aspectos relevantes para el crecimiento económico, como el rendimiento agrícola, la productividad laboral o las infraestructuras”.
En general, se estima que los daños globales anuales ascienden a 38.000 millones de dólares, con un rango probable de 19 a 59 mil millones de dólares en 2050. Estos daños se deben principalmente al aumento de las temperaturas, pero también a los cambios en las precipitaciones y la variabilidad de las temperaturas. Tener en cuenta otros fenómenos meteorológicos extremos, como tormentas o incendios forestales, podría aumentarlos aún más.
Peor para los más pobres
Como con el resto de factores, una vez más serán los países más pobres los que sufrirán las peores consecuencias. El estudio prevé que los países con los ingresos más bajos y las emisiones históricas más bajas sufran una pérdida de ingresos un 61% mayor que la de los países de ingresos más altos y un 40% mayor que la de los países con mayores emisiones, lo que sugiere que un mayor calentamiento exacerbará los efectos de la injusticia climática.
Estas cifras sugieren que la economía mundial está camino de sufrir daños significativos por el cambio climático causado por el hombre, siendo los países de ingresos más bajos los más vulnerables a la pérdida de ingresos. “Nuestro análisis muestra que el cambio climático causará daños económicos masivos en los próximos 25 años en casi todos los países del mundo, también en los altamente desarrollados como Alemania, Francia y Estados Unidos”, dice Wenz. “Estos daños a corto plazo son el resultado de nuestras emisiones pasadas. Necesitaremos más esfuerzos de adaptación si queremos evitar al menos algunos de ellos”.
La investigadora también subraya que tenemos que reducir nuestras emisiones de manera drástica e inmediata; de lo contrario, las pérdidas económicas serán aún mayores en la segunda mitad del siglo, alcanzando hasta el 60% del promedio mundial para 2100. “Esto muestra claramente que proteger nuestro clima es mucho más importante y más barato que no hacerlo, y eso sin siquiera considerar los impactos no económicos como la pérdida de vidas o la biodiversidad”.
“Un estudio excelente y riguroso”
“Los autores de este trabajo muestran claramente que la transición a fuentes de energía sostenibles es significativamente menos costosa que el coste que ya estamos 'comprometidos' a soportar por nuestras emisiones de gases de efecto invernadero en el pasado, por lo que nos habría ido mucho mejor si no hubiéramos retrasado tanto la acción climática”, asegura Ilan Noy, catedrático de Economía de las Catástrofes y el Cambio Climático de la Universidad Victoria de Wellington (Nueva Zelanda), en declaraciones a SMC.
Sin embargo, matiza el experto, “este tipo de enfoque de modelización no es adecuada para sacar conclusiones sobre los costes del cambio climático a nivel local” y “este enfoque no tiene en cuenta las peculiaridades locales de nuestras actividades económicas”. Esto no resta valor a su mensaje principal, apunta. “Al fin y al cabo, el argumento para que nosotros (y todos los demás en el mundo) trabajemos hacia el cero neto no es que nuestras acciones importen a nivel local, sino que urgen por su impacto global”.
“Se trata de un estudio excelente y riguroso, que aporta información complementaria a trabajos previos y de acuerdo a los mejores estudios actuales”, señala Ana Iglesias, investigadora en el Centro de Estudios e Investigación para la Gestión de Riesgos Agrarios Medioambientales (CEIGRAM) de la Universidad Politécnica de Madrid, también a SMC. “Podría tener importantes consecuencias para [ayudar a] formular nuestros planes de adaptación a nivel estatal y también local, teniendo en cuenta la ética y la justicia medioambiental. Pero también hay que tener en cuenta la incertidumbre en las posibles respuestas de la sociedad respecto al consumo, sobre todo de energía”.
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