La carrera que consume a sus estudiantes: el 41% de los futuros médicos tiene síntomas de depresión a mitad del grado
Estudiar Medicina consume a los futuros médicos. El 41% del estudiantado de este grado presenta síntomas de depresión (un 25%, moderada o grave), uno de cada cuatro “alta ansiedad”, el 36,8% trazas de burnout (estar quemado) y un 11% ideas suicidas, según un estudio llevado a cabo en las 43 facultades de Medicina de España por el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) y la Sociedad Española de Educación Médica (SEDEM) entre más de cinco mil jóvenes. El estudio muestra además un sesgo de género: los síntomas de depresión alcanzan al 43% de las mujeres y al 33% de los hombres (que salga un 41% de media se explica por la mayor presencia femenina en estos estudios).
Por poner el dato en perspectiva, la prestigiosa revista científica JAMA calcula en un 27% la proporción de estudiantes de Medicina de todo el mundo con depresión y la OMS fija en un 8% la ratio de jóvenes en esa edad (18–24 años) con estos mismos síntomas.
“Es un dato preocupante”, coinciden Antonio Pujol de Castro y Jesús Millán, presidentes respectivos de ambas asociaciones. “Se da un hecho singular, además. La carrera es absolutamente vocacional, con total dedicación al cuidado de nuestros iguales y vocación de servicio. Se podría pensar que como expertos que vamos a ser lo seríamos también en autocuidados, pero no”, reflexiona Pujol de Castro, que lanza una pregunta al viento: “¿Qué está pasando en las facultades para que un estudiante con la máxima vocación sufra esta caída en la motivación?”.
Él mismo no tiene una respuesta evidente. Pero cuando se analizan los datos con algo más de profundidad se observa alguna tendencia que al menos da pie a la especulación y las teorías. “Los estudios demuestran que tenemos un alto grado de motivación y un grado de cinismo muy bajo [al empezar la carrera]”, explica este estudiante de 6º curso (el último). “Pero cada año de carrera estas competencias morales que teníamos se van deteriorando hasta el pico máximo, en 3º. En 4º, 5º y 6º se recupera un poco, pero el pico es realmente preocupante y nos hace preguntarnos qué pasa en 1º y 2º”.
Una de las teorías, en la que coinciden estudiantes y profesionales, refiere al diseño de los estudios. Aunque planes de estudio hay tantos como facultades, en general es raro que los futuros médicos hagan prácticas clínicas antes de 4º, quizá en algún 3º. No ven pacientes, las materias son demasiado teóricas, cuentan, y les pesa. Patricia Capdevila, estudiante de sexto curso en la Universidad Pompeu Fabra y vicepresidenta del CEEM, aventura: “Debería darse más importancia a cosas del día a día de la práctica clínica en vez de estudiar la mutación del gen x que causa una mutación que no afecta a la población general. Por mucho que te expliquen cómo vas a tratar a un paciente, no lo vas a entender si no es viendo pacientes. Necesitamos acercarnos a la realidad existencial”.
Cambio de percepción a mitad del grado
Millán, presidente de la SEDEM, coincide en cómo la cambia la percepción de los estudiantes “cuando llegan a los cursos clínicos”. “Aunque los planes de estudio después de Bolonia [la armonización del espacio europeo de educación superior], por poner un hito, se han modificado, sin duda hay carencias, como que el paciente a veces no es el centro de la enseñanza”, coincide con los estudiantes. “Esto no se ha maximizado en las facultades de Medicina, y el estudiante piensa que necesita cosas que le vayan a servir. Al alumno hay que incorporarlo cuanto antes al entorno clínico, el sistema sanitario, sea en Atención Primaria o en hospitales, es el gran aula para enseñar Medicina. Y creo que llega tarde [a la carrera], aunque esto es una opinión personal”.
Milagros García Barbero, expresidenta del SEDEM, explicó durante la presentación de los resultados que “los estudiantes tienen una sobrecarga de trabajo muy importante, con un currículo recargado. Veo mucha falta de coherencia entre las asignaturas, la famosa libertad de cátedra impide mucho que se coordinen entre asignaturas y según con quién se estudie hay que aprenderse unas cosas u otras. Hace falta un currículo más racional”, opina.
Diego Flores Funes coincide con ella. Este especialista en Cirugía General y de Aparato Digestivo del Servicio Murciano de Salud cuenta su experiencia cuando aterrizó en el hospital ya como profesional. “Nos teníamos que enfrentar a situaciones muy duras y no teníamos preparación para ello. Habíamos tenido asignaturas, pero muy teóricas, hay una deficiencia tremenda en este aspecto y creo que es uno de los factores que más influyen en el síndrome del burnout (el trabajador quemado) y la depresión, sobre todo en los primeros años”. Tan perdido se vio a si mismo y veía a los estudiantes, que este médico organizó un taller para alumnos, estudiantes y MIR en su centro.
Pujol de Castro, representante de los estudiantes a través del CEEM, explica que el Consejo realiza encuestas sobre la cuestión y “de lo que más sale es la gestión de la empatía y las emociones. El trabajo para incluir estas situaciones debería incluirse en algunas asignaturas, por ejemplo Bioética, pero estas materias de momento se basan más en la parte teórica. La atención al paciente desde el punto de vista biológico está muy bien cubierta en la Universidad, pero hay una carencia del manejo del paciente a nivel psicológico”.
La Conferencia de Decanos de Facultades de Medicina Españolas (CNDFME) coincide en que puede existir un problema, pero no parece estar muy de acuerdo con el trabajo realizado por la CEEM y la SEDEM. La Conferencia optó por no participar en el estudio porque se enteraron tarde y no se incluyeron algunos aspectos que consideraban esenciales, según explican en una nota, aunque admite que los de Medicina son “unos estudios ciertamente muy exigentes que pueden tener consecuencias en la salud mental de los estudiantes”, pero matiza que los datos presentados en el estudio “hacen referencia fundamentalmente a la presencia sintomatológica y no al diagnóstico de cuadros clínicos”.
Sin embargo, continúa la CNDFME, “diferentes trabajos publicados en revistas científicas, con gran rigor metodológico (...), han cuantificado en algunos países el impacto de este esfuerzo en los síntomas psicológicos y reacciones emocionales de los estudiantes”. Ya se ha mencionado en este sentido el estudio de la revista JAMA, de referencia en el sector. Y concluyen los decanos: “La CNDFME considera prioritario abordar este estudio y se diseña un proyecto de investigación similar al realizado en otros países, replicando y adaptando una metodología riguros en un muestreo universitario amplio, que nos permita conocer de manera pormenorizada el impacto psicológico que sugieren estos estudios”.
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