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La Cibeles en Rusia: el nuevo viaje de la 'Linda Tapada' a Moscú

La Cibeles una vez terminadas las obras de defensa. |

Juan Miguel Baquero

La fuente de la diosa Cibeles ha desaparecido. Corre noviembre de 1937 en los calendarios. Las bombas fascistas caen sobre Madrid y el monumento, icono de la ciudad, queda oculto bajo una estructura protectora. La 'Linda Tapada', le llaman los madrileños, asediados por los ataques rebeldes.

Es la historia de cómo la Cibeles salvó el tipo. Y el relato tiene un apéndice: en aquella época, España envía una copia de la armadura a la Unión Soviética como regalo por el apoyo a la II República. Se trataba de una réplica fallera de la estructura. Ahora, 82 años después, la 'Linda Tapada' repite viaje a tierras moscovitas en el marco de una exposición que narra este episodio: 'Tesoros efímeros'.

El Museo Estatal de Arquitectura Schusev de Moscú acoge la cita entre el 28 de junio y el 4 de agosto. Una muestra completada con documentación y fotografías cuando se cumple el 80 aniversario del masivo exilio republicano español y los 82 años de la llegada a Rusia de los 'niños de la guerra'.

El proyecto cuenta con el apoyo de la Embajada de España en Rusia y del Neubauer Collegium for Culture and Society de la Universidad de Chicago (EEUU). El proyecto está pensado como “una intervención en los debates actuales de monumentalidad y Memoria”, apunta a eldiario.es Miguel Caballero, comisario de la exposición junto a Robert Bird y Fernando Sánchez Castillo.

La falla de Renau

La idea de enviar a tierras rusas una réplica de la estructura protectora de la Cibeles convertida en falla fue de Josep Renau, director general de Bellas Artes durante el periodo republicano. Era un gesto con varias interpretaciones. Como agradecimiento por la ayuda en la guerra y un modo de celebrar el 20 aniversario de la URSS.

Pero también “una propuesta de cómo debían construirse los monumentos del futuro: populares, efímeros, rituales”, explica Caballero, docente en la Universidad de Chicago e historiador de Arte. Una temporalidad que firman las construcciones falleras.

El Museo Schusev exhibe la nueva versión de la falla republicana del 37, construida en Madrid por el artista Sánchez Castillo. Ahí, junto a la Biblioteca Nacional de Rusia y el Kremlin, está la maqueta de aquel armazón defensivo. La 'Linda Tapada' rehaciendo el viaje 82 años más tarde.

“Finalmente, en agosto, quemaremos la falla en la capital moscovita, invitando a la asociación de niños evacuados durante la guerra a hacer los honores de la cremà”, cuenta el historiador. El fuego “para cumplir ese ciclo del que hablaba Renau”. Porque las Fallas representan la fugacidad constructiva, “el ritual de reunirse cíclicamente para construir y destruir juntos”.

“Para los comunistas españoles de los años 30, esta festividad popular proporcionaba un modelo muy sugerente de cómo diseñar los monumentos del comunismo internacional: en lugar de construir monumentos de piedra para la eternidad, había que erigir monumentos populares y efímeros”, en palabras de Caballero. Como una suerte de democracia arquitectónica.

Preservación del interés artístico

Durante la guerra civil española, las autoridades republicanas intentaron preservar las obras “de interés artístico, histórico o bibliográfico” de los ataques fascistas. Una herramienta fue la Junta de Incautación y Protección del Patrimonio Artístico, que el Gobierno de España creó el 23 de julio de 1936 bajo decreto del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Pero no todas las obras en “peligro de ruina, pérdida o deterioro” podían ser transportadas. La conservación de algunos bienes requería otras soluciones. Como la estructura arquitectónica que cubrió la Cibeles para repeler las ondas expansivas de las bombas. O el monumento a Felipe III en la Plaza Mayor.

La 'Linda Tapada' sirve como ejemplo de Memoria. De historia, arquitectura y patrimonio. Como paradigma de la “preservación del patrimonio y experimentación con monumentos durante la guerra civil en el bando republicano”, expone Miguel Caballero. Sobre todo “cuando la destrucción venía de arriba”, matiza.

La reedición del viaje a Moscú de la maqueta en 'Tesoros efímeros' invita además “a una reflexión sobre cómo construimos y protegimos los monumentos en el pasado y cómo lo hacemos ahora”, apunta. Y, de paso, para señalar “los lazos entre pueblos, el español y el ruso”.

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