Las agresiones al colectivo LGTBI en España son reales. Así lo ha querido manifestar una multitud de personas en la calle ante la oleada de ataques a personas trans y homosexuales en ciudades como Valencia, Toledo y Jaén. Bajo el lema “Nos están matando. Concentración ante la ola de agresiones a personas LGTBI”, Cogam, Kifkif y otras decenas de organizaciones han convocado una protesta en la Puerta del Sol de Madrid.
A las 18:30 han comenzado a llegar los organizadores del evento y, con ellos, los primeros grupos de asistentes. El colectivo Cogam portaba una gran pancarta: “Contra las agresiones, para vivir sin miedo”. Con la llegada de Kifkif se han podido leer carteles con otros mensajes: “El estigma y la exclusión social son la verdadera sentencia de muerte”, “Si no lo cuentas, no cuenta”.
Después de conocerse que el joven que denunció una brutal agresión homófoba en Madrid se retractó y dijo que las lesiones fueron consentidas, Andrés, asistente a la manifestación de este sábado, dice que “por un garbanzo no se estropea el cocido”. Es decir, que una denuncia falsa no significa que las demás también lo sean.
“En los últimos tiempos están aumentando las agresiones homófobas, racistas y machistas”, continúa el manifestante, quien señala a ciertos partidos políticos que “apoyan” estos ataques. Concretamente, Andrés habla de Vox: “Dijeron que esta agresión había sido cosa de migrantes”, lo que hace que “se ponga en tela de juicio” a este colectivo. El asistente también habla de la importancia de denunciar ante cualquier situación de violencia, no solo en la calle, sino también “laboral”. “No nos pueden hacer callar”, denuncia.
Cuando algunos manifestantes han comenzado a corear el cántico “Abascal es un criminal”, una mujer ha comenzado a increparles.
A las 19 horas se han empezado a escuchar los primeros cánticos, en recuerdo del joven asesinado hace dos meses en Galicia: “Samuel, escucha, seguimos en la lucha”, gritaban miembros del Sindicato de Estudiantes a través del megáfono en el centro de la plaza. Urko afirma que “ahora hay que salir más que nunca” ante la oleada de violencia contra el colectivo.
Como el resto de los asistentes, Urko también siente muy presente el asesinato de Samuel: “Ahí no puedes mirar para otro lado, todos hemos visto cómo le dieron patadas hasta matarlo”, relata. “Los homófobos se sienten respaldados por ciertos mensajes de las instituciones”, sigue Urko.
También Lucía cree que es importante apelar a las instituciones. La joven habla sobre la “opresión” que sufre el colectivo LGTBI: “Solo porque nos podamos casar y porque no nos maten no significa que tengamos derechos reales en el día a día”. Respecto a los agresores, piensa que sigue habiendo “la misma gente, solo que ahora se están movilizando”, en este caso contra las “personas homosexuales”, concluye.
Media hora después de comenzar oficialmente la concentración, cientos de manifestantes se agolpaban en la emblemática plaza madrileña. Entre ellos están Ana, su marido y su hija e hijo pequeños. Ella tiene claro que deben salir todos en familia a luchar contra las agresiones que siguen ocurriendo: “Si no lo hacemos nosotros y empezamos con nuestros hijos, ¿esto dónde va a llegar?”, se pregunta.
Unos minutos después las organizaciones han comenzado a leer su manifiesto. “Nos sentimos abandonados por las instituciones”, han asegurado. Desde los colectivos han pedido “que se apruebe la ley LGTBI estatal” y que se desarrolle la de la Comunidad de Madrid, antes de poner fin a la convocatoria al grito de “En Madrid, con miedo no hay libertad”, cántico repetido por el resto de asistentes.
A raíz de las últimas noticias de agresiones a personas LGTBI, este viernes el Ministerio del Interior anunció que habrá grupos específicos para los delitos de odio en las unidades de información de la Policía y la Guardia Civil, como parte del segundo Plan de Acción de Lucha contra los Delitos de Odio 2022-2024. De esta manera, pretenden desarrollar “herramientas de evaluación de riesgo” para “prevenir” este tipo de delitos, que llevan aumentando estos últimos siete años. Sin embargo, según las expertas, en muchas ocasiones las víctimas no llegan a denunciar en comisaría, lo que hace aún más difícil cuantificar los ataques que reciben estos colectivos.