Uno de cada cuatro adultos con más de 25 años sufrirá un ictus a lo largo de su vida. Esta dolencia cardiovascular que provoca daño cerebral es la primera causa de muerte en mujeres y la segunda en hombres en España. También es la primera causa de discapacidad en ambos sexos. Según datos de la Sociedad Española de Neurología, cada año en torno a 120.000 personas sufren ictus en nuestro país. De ellos, aproximadamente 40.000 fallecen y un 30% quedan con algún tipo de discapacidad que restringe en mayor o menor medida las actividades de la vida diaria. En total, se estima que más de 330.000 personas tienen actualmente alguna limitación funcional a causa de dicha enfermedad.
Las terapias de rehabilitación pueden mejorar la situación de los pacientes que han sufrido ictus, al atenuar las secuelas. Sin embargo, la eficacia de estas terapias es limitada, especialmente cuando la parálisis persiste seis meses después del accidente cerebrovascular y quedan déficits funcionales permanentes. Desde hace décadas, múltiples grupos de científicos investigan diferentes estrategias para aumentar la autonomía y las habilidades de estas personas. Uno de los enfoques en ese sentido es la electroestimulación de diferentes regiones del sistema nervioso para potenciar la funcionalidad de aquellas neuronas que aún permanecen activas.
Ahora, investigadores de la Universidad de Pittsburgh y de Carnegie Mellon muestran en la revista Nature Medicine resultados prometedores en dos pacientes con ictus gracias a un sistema de estimulación de la médula espinal cervical (del cuello). Estos dos voluntarios, que sufren parálisis parcial crónica del brazo y de la mano de un lado del cuerpo (hemiparesia), son los primeros que han participado en un ensayo clínico, que continúa en marcha. A ambos se les implantó durante 29 días dos electrodos metálicos, finos y alargados, localizados en la médula espinal del cuello para aumentar la funcionalidad de las neuronas motoras del brazo y la mano.
Algunos ictus provocan la “desconexión” entre las áreas motoras del cerebro y la médula espinal, lo que provoca déficits permanentes en la movilidad de manos y brazos. Sin embargo, los circuitos nerviosos más allá de la lesión por el ictus están intactos y siguen siendo funcionales. El objetivo de los investigadores es estimular con pulsos eléctricos precisamente estos circuitos (en concreto, la médula espinal cervical) con unos parámetros definidos mediante un dispositivo de electroestimulación para que los pacientes recuperen movilidad. La idea no es nueva, diferentes sistemas de electroestimulación llevan tiempo empleándose para tratar el dolor persistente o para recuperar el movimiento de las piernas en personas afectadas por lesiones de la médula espinal.
La tecnología que se está utilizando en el ensayo clínico es capaz mejorar de forma instantánea la movilidad de las manos y los brazos de los dos pacientes que habían sufrido ictus de moderado a grave. Las personas realizan de forma voluntaria las diferentes tareas, pero el sistema de estimulación ayuda en el proceso al aumentar tanto la fuerza, como el rango y la funcionalidad de los movimientos.
En la práctica, esto ha permitido a los pacientes realizar tareas de diferente complejidad: coger una lata de sopa, abrir y cerrar completamente la mano, levantar el brazo por encima de la cabeza, o usar tenedor y cuchillo para comerse un filete de carne por primera vez en años. Además, no se registraron efectos adversos por el uso del dispositivo. Marco Capogrosso, líder del equipo de investigadores, explica a los medios que “la estimulación eléctrica de regiones específicas de la médula espinal permite a los pacientes mover sus brazos de formas que no podrían hacer sin la estimulación”.
Para sorpresa de los investigadores, algunas de las mejoras en la movilidad de la mano y del brazo persistían sin el uso del estimulador, lo que podría deberse a que el cerebro de los pacientes recuperó cierto control sobre estas extremidades tras semanas de estimulación eléctrica y entrenamiento físico. De ser así, el dispositivo no solo sería útil para mejorar la movilidad de los pacientes mientras esté funcionando, sino también como una posible terapia de rehabilitación con mejores resultados a largo plazo que las convencionales.
A pesar de los esperanzadores resultados, es importante tener en cuenta que todavía no es posible valorar de forma adecuada la eficacia y la seguridad del sistema de electroestimulación. Harán falta más pacientes en el ensayo clínico para comprobar el verdadero potencial de esta tecnología y también para perfeccionar su uso según las características de la parálisis. Otro factor importante que será necesario aclarar es si extender el uso del dispositivo a lo largo del tiempo podría conseguir una mayor mejoría en los pacientes con parálisis parcial por ictus.