“Empecé a tener complejo con mis labios exteriores en la adolescencia. En el porno todas tienen la vulva igual, tipo Barbie, y ya no era por el que yo veía sino por los comentarios que escuchaba sobre los genitales de otras mujeres. Las veces que veía a amigas desnudas, mi vulva tampoco se parecía a la suya”. Habla Natalia (nombre ficticio), de 30 años, que admite haber sufrido un complejo porque los labios externos de su vulva son “grandes y colgantes”. Aunque nunca se ha planteado seriamente someterse a una intervención, el trabajo con ella misma sigue: “Me causa algo de complejo en mi vida sexual, pero intento que no me afecte y la paralice”.
La frase con la que Natalia describe su complejo sirve para lanzar varias preguntas: ¿labios externos grandes y colgantes comparados con qué?, ¿cómo debe ser una vulva?, ¿hay una vulva y una vagina ‘ideales’?, ¿existe confusión entre estética y salud? Lo cierto es que la industria de la medicina estética y la cosmética lanzan productos y tratamientos que prometen “rejuvenecer” vulva y vagina, o bien cambiar su aspecto, y que muchas mujeres se muestran acomplejadas con sus genitales.
“No hay un patrón 'normal'. Que los labios sean más grandes o más pequeños, más simétricos o más asimétricos no es nada anormal, lo que pasa es que la mayoría de las vulvas no coinciden con la estética del porno. Igual que el 90-60-90 para el cuerpo, el estereotipo ha llegado a los genitales”, explica la ginecóloga Miriam Al Adib, que defiende también un cambio en los términos utilizados habitualmente: frente a labios mayores y menores, la doctora cree que es más apropiado hablar de labios externos e internos para, precisamente, evitar la sensación de que unos deben ser más grandes y sobresalientes que los otros.
La 'normalidad' tiene un límite: la disfunción. “Por ejemplo, si tienes una atrofia que te impide disfrutar de las relaciones sexuales o si el labio exterior fuera excesivamente grande y entrara dentro de la vagina si hay penetración”, señala Al Adib. La atrofia es un proceso natural que sucede en todos los casos con el paso del tiempo. Y es ahí cuando algunas mujeres pueden sufrir molestias para las que hay tratamiento. “El malestar íntimo siempre hay que tratarlo. Si te pica, te molesta, te duele... Nunca hay que conformarse”, dice tajante la ginecóloga.
José María Sánchez Roldán forma parte de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO). Admite que no hay un “estándar de vulva normal” pero cree que la imagen corporal “es muy importante desde el punto de vista de la salud”. Sánchez Roldán defiende la utilidad de la medicina regenerativa: “Es regenerativa y funcional porque hemos descubierto que nuestro organismo tiene capacidad de recuperarse y regenerarse. En cuanto a la vagina, podemos regenerarla para que mantenga su elasticidad y oxigenación. Si la regeneramos podemos mejorar la función”. Es lo que en muchas ocasiones se llama “rejuvenecimiento vaginal”, un término que al ginecólogo no le gusta pero que, señala, ha calado.
Miriam Al Adid también rechaza el concepto porque, dice, crea la impresión de que las vulvas y vaginas de las mujeres “están mal”: “Se hace mercado con las inseguridad de las mujeres”. “Con el paso del tiempo hay atrofia, es un proceso natural en el que la piel y las mucosas se ponen más finas. Primero empieza la sequedad y luego la atrofia, es un proceso fisiológico, otra cosa es que ese proceso nos genere malestar. Si nos lo genera hay que tratarlo, no hay que conformarse con ningún malestar, pero no va de estética. Tú puedes tener una atrofia por la edad y no tener ningún malestar y no necesitar ningún tratamiento”, explica. De la misma manera, prosigue, puede que haya mujeres que, sin atrofia, tengan algún tipo de molestia que deba tratarse, por ejemplo, en fisioterapia de suelo pélvico.
Separar lo estético de lo funcional
“Hay que separar lo estético de lo funcional”, subraya la fisioterapeuta de suelo pélvico Ariana Gaona. “El tejido conjuntivo va perdiendo calidad y cantidad, pasa con el paso de la edad pero lo hará en mayor o menor medida en función de cada caso, de la genética, de los hábitos, de la prevención... Hay cosas que ayudan a frenar ese envejecimiento y a hacerlo más llevadero cuando esa atrofia afecta a la lubricación o hay dolor. Son técnicas que de hecho luego te las venden para la parte estética, lo que se llama rejuvenecimiento genital. Pero que tus labios sean más o menos compactos, más o menos grandes o rugosos... esto ya no es funcional”, insiste. A su consulta llegan mujeres con complejos que le hacen comentarios llenos de carga negativa sobre sus genitales, desde “¿has visto qué feo?” o “¿tú lo ves normal?”.
“Me acompleja no tener una vulva como la que se supone que hay que tener, me pasa desde la adolescencia. He pensando en operarme pero me da miedo perder sensibilidad”, cuenta Raquel. “Mis labios son grandes y asimétricos. Siempre me ha dado vergüenza, ahora lo acepto un poco. Empezó a los 19, justo tenía un novio que me decía cosas horribles de mi vagina porque me costaban las relaciones sexuales. Creo que dejé de pensar en ello años después gracias al feminismo, y ya tuve otras parejas con las que pude disfrutar más. Nunca pensé en la cirugía porque por entonces ni tenía trabajo. Hoy lo descarto totalmente”, relata Laura (nombre ficticio), de 36 años.
“Hay un modelo infantil, el modelo del porno, y a día de hoy hay intereses económicos de la medicina vaginal estética o ginecoestética. No hay unas medidas de cómo es una vulva o vagina adecuada, no es real que haya una manera correcta, tenemos tantas vaginas como caras tenemos. Ese modelo que nos venden dice que nuestra vulva debe ser pequeñita, recogidita, que no sobresalgan los labios internos, que el color sea como el resto de la piel, pero es que es una zona que con el paso del tiempo se oscurece, por eso te venden incluso tratamientos blanqueadores”, explica la fisioterapeuta Ariana Gaona.
Es el mercado
La empresa Lico Cosmetics es una firma de cosméticos que ya comercializa en España un sérum que promete “reafirmar y aclarar la piel de la zona íntima femenina”. Estefanía Ferrer es la CEO de la compañía y asegura que lanzaron el producto animadas por la demanda de sus clientas. “No se trata de volver más blanca la piel, sino de unificar el tono, de aclararlo y devolverlo a ese aspecto más rosado. Con el paso del tiempo la piel de la zona íntima, como la de otras zonas, tiende a arrugarse y en este caso también a oscurecerse. Esa crema reafirma como lo haría una crema para la cara, el cuello o el contorno de ojos”, afirma. Su sérum está indicado para mujeres a partir de los 35 años.
Ferrer asegura ser consciente de la presión estética que sufren las mujeres, pero añade que se trata de dar la opción “para que cada una se cuide lo que quiera”. “Si nos metemos en esa guerra tenemos que hacer una reflexión general de la industria. Habría que replantearse todo el sistema, ¿por qué la cara, el cuello, la celulitis?, ¿por qué te vas a la peluquería?”, se pregunta. La CEO de Lico rechaza que estos productos creen un estándar de vulva ideal y asegura que le parece más preocupante el impacto que tienen, por ejemplo, las modelos que utilizan las empresas de cosméticos para sus anuncios.
La médica y sexóloga Ana Rosa Jurado, de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia, cuenta que este periodo es una “ventana de oportunidad” para el autocuidado pero también para que la sociedad y la medicina sean consciente de que los cuerpos y los cuidados que necesitamos cambian. “Pero con el capitalismo hemos topado. Es lamentable que nos quieran vender cosméticos para seguir aparentando 14 años. No es un favor a las mujeres, es una manera de ganar dinero”, subraya. Jurado defiende que las alteraciones en el cuerpo de las mujeres que puedan producirse por los cambios hormonales de la edad o por cualquier circunstancia médica se palien con los tratamientos que existen, “pero no con la idea de rejuvenecimiento que tiene la industria cosmética o de medicina estética”.
La ginecóloga Miriam Al Adib, que acaba de publicar el libro Hablemos de menopausia (Oberon), insiste en que la medicina regenerativa cuenta con muchas aplicaciones que mejoran la calidad de vida de muchas mujeres. “Lo que sucede es que muchas de esas aplicaciones son las mismas que se utilizan para la estética. Hay gente que viene con un problema y otra gente que viene por la estética. Se trata de que la vagina no tenga malestar y sea funcional, de enfocarlo hacia la calidad de vida, no de rejuvenecer nada ni de estética”, asegura.
“No podemos tener con 60 años una vagina de 20 años, pero sí podemos tener sensaciones con 60 años que tenías con 50”, dice por su parte el ginecólogo de la SEGO José María Sánchez Roldán, que pide “no demonizar” las herramientas solo por el uso que se les puede dar en ocasiones. “Indudablemente hay un culto al cuerpo. Estoy de acuerdo en que no podemos tener la talla 40 y medir 1,80, pero no puedo dejar de insistir en que si alguien necesita conseguir eso, hoy en día lo puede tener”, señala. Cuando se trata de mejorar la función, Sánchez Roldán explica que las mujeres pueden en teoría acudir a la sanidad pública, aunque admite que es difícil conseguir un tratamiento, entre otras cosas, por la falta de departamentos especializados en los hospitales públicos.
Ana Rosa Jurado insiste en que existen buenos tratamientos para la atrofia vaginal que permiten mantener una buena calidad de vida, pero que ni todas las mujeres los necesitan ni todos los que existen tienen una eficacia comprobada. “Las mujeres que se mantienen sexualmente activas tienen menos riesgo. En cualquier caso, una cosa es reparar un daño o tratar un problema funcional y otra presionar a las mujeres para mantenerse jóvenes y crear la necesidad de tener las mismas condiciones vaginales toda la vida, como no podemos tener exactamente la misma cara toda la vida”.