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El deporte vuelve a la calle con cautelas y desacuerdo científico en cuanto a la distancia de seguridad

Tres personas corriendo por las calles de París (Francia) durante la pandemia de coronavirus.

Laura Galaup

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Salir a hacer deporte se ha convertido en uno de los primeros retos que va a afrontar el Gobierno en el plan de desescalada anunciado este martes. A partir de este sábado 2 de mayo, los ciudadanos podrán volver a realizar actividad física individual fuera de sus casas, tras más de seis semanas confinados por la pandemia.

El Gobierno ha anunciado que fijará franjas horarias para salir a la calle a partir del próximo sábado. De esta manera, el deporte individual y los paseos se podrán realizar dentro de dos franjas horarias: de 6 a 10 mañana y de 20:00 a 23:00 horas. Las personas dependientes y los mayores de 70 años tendrán que salir de 10.00 a 12.00 o de 19.00 a 20.00. Mientras, los paseos con los niños quedan limitados entre las 12.00 y las 19.00 horas.

Algunos países como Portugal, Alemania, Bélgica o Reino Unido no prohibieron la práctica de ejercicio entre las medidas tomadas para combatir a la COVID-19. El Gobierno de Boris Johnson autorizó una salida diaria para realizar deporte, tomó esta decisión por sus beneficios para el bienestar físico y mental de la población. Entre las indicaciones elaboradas, requerían a los ciudadanos que no se alejasen de sus casas, que se limitasen a practicar deporte solos o con las personas con las que conviven y que mantuviesen una distancia de seguridad de “al menos dos metros” con cualquier persona.

Este martes, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, ha sido preguntado sobre las medidas de seguridad que se deben de tomar a partir de este fin de semana cuando se salga a realizar deporte. El experto sanitario ha explicado que considera que este nuevo paso tendrá que acarrear un aumento de las medidas de distanciamiento para evitar contagios. “El esfuerzo genera respiraciones y exhalaciones más potentes”, ha explicado Simón, que también ha destacado que el sudor es otra de las “variables que pueden generar riesgo”. “Es cierto que 1,5 metros tiene lógica, pero si uno hace deporte, más aun cuando hay movimiento importante, como ciclismo o correr, esas distancias no van a acabar manteniéndose”, ha incidido.

A pesar del posicionamiento de Simón, el Gobierno no ha aclarado si van a requerir que se incrementen las separaciones. Por ahora, la única información disponible está recogida en uno de los documentos distribuidos a medios de comunicación sobre los plazos previstos para la desescalada. En la fase 0 se podrán realizar actividades deportivas sin contacto, como montar en bici, correr, patinar o surfear. “Siempre que se haga de forma individual y con la protección adecuada (distancia, mascarilla en deportes no acuáticos, cuando sea posible, etc.)”, añaden en las indicaciones distribuidas a los periodistas.

El Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) publicó la semana pasado un posicionamiento en el que requerían al Gobierno que se incluyesen “urgentemente” entre las estrategias de desconfinamiento “oportunidades para realizar actividad física de forma segura”. Esta entidad recordaba que la falta de ejercicio es una amenaza para la salud de los ciudadanos. Además, entre las estimaciones citadas aseguraban que “los datos de Google hasta el 11 de abril de 2020 indicaron que la actividad física relacionada con el ocio y las salidas al parque se redujeron en un 92% y en un 85%, respectivamente”.

Rutas de dirección única y horarios concretos

Los investigadores que han elaborado este posicionamiento abogan por mantener la misma distancia de seguridad –1,5 o dos metros– al realizar ejercicio físico y apuestan por colocar marcas de esa longitud en el suelo para que los deportistas siempre las tengan en cuenta. Para garantizar la prevención de contagios aportan varias propuestas, como “generar horarios específicos para los ciudadanos vulnerables en los que los espacios para realizar actividad física estén abiertos en exclusiva para ellos”. Asimismo, abogan por convertir las rutas de bicicleta, de paseos o de running “en circuitos de dirección única, para generar mayor capacidad”.

Estos especialistas también defienden que se utilicen aplicaciones móviles para que los ciudadanos conozcan “el grado de ocupación de los espacios públicos” y se les planteen alternativas en casos de sobreocupación. La necesidad de que los peatones ganen espacio al coche también está entre esas propuestas. Esta última medida ya ha sido recogida por la titular del Ministerio para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, que ha enviado una carta a la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) solicitando que se implanten infraestructuras provisionales para la ampliación de zonas peatonales y ciclistas.

Más allá de las propuestas planteadas, el investigador del ISGlobal Mark Nieuwenhuijsen pide a los ciudadanos que al retomar la actividad física en la calle no se fuercen. “La gente se tiene que cuidar los primeros días porque el cuerpo no está acostumbrado, después de estar en casa seis semanas. Algunas personas han hecho deporte en sus domicilios, pero no es lo mismo que salir fuera”, apunta el director de la iniciativa de planificación urbana, medio ambiente y salud del instituto, que también aboga por iniciar las salidas con paseos en bicicleta, al ser un deporte “un poco más suave para el cuerpo”. Además, Nieuwenhuijsen incide más en la importancia de realizar deporte de forma individualizada que en la de aumentar la distancia social, para prevenir contagios.

Un estudio apuesta por aumentar las distancias

El profesor de Ingeniería Civil Bert Blocken, que trabaja en la Universidad Tecnológica de Eindhoven (Países Bajos) y la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica), no coincide con este punto de vista y aboga por incrementar a cinco metros la distancia si una persona se desplaza en el mismo carril o a rebufo de otra que está haciendo deporte. Entre las conclusiones emitidas en una investigación liderada por este docente destacan que las gotas emitidas por un ser humano “se arrastran principalmente en la corriente de desplazamiento que se produce detrás de esa persona”.

Ante estos resultados determinan que si dos ciudadanos se mueven uno al lado de otro, siguiendo un camino paralelo, no sería necesario modificar la distancia de seguridad y se podría mantener entre 1,5 o dos metros. Sin embargo, si una persona se sitúa en la misma línea y a rebufo de otra que está haciendo deporte debería colocarse a cinco metros si caminan, 10 si corren rápido y 20 si se desplazan en bicicleta a gran velocidad.

Con esta investigación ha surgido una polémica internacional sobre la necesidad de incrementar las distancias al desplazarse a mayor velocidad, algunos medios como Vox o Vice han puesto en cuestión las conclusiones recordando que no es un estudio peer-reviewed, es decir, que no ha sido revisado por pares, lo que implica que no ha sido aceptado en ninguna revista científica. Asimismo, entre las críticas recibidas destacan que no se ha tenido en cuenta el viento externo, también reseñan que la metodología está basada en criterios aerodinámicos y no epidemiológicos.

“No hay evidencia empírica de que los corredores o ciclistas sean una foco de infección”, apuntó Dean Winslow, profesor de medicina en la Universidad de Stanford, en un análisis del artículo publicado por The New York Times. Otra de los especialistas consultadas para el medio norteamericano Linsey Marr, profesora del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia, consideró que los “resultados parecen razonables”. Además, destacó que el sentido común sugiere que “si alguien está caminando o corriendo” hay que “dejar más espacio a su alrededor” que si estuviéramos juntos y quietos.

El doctor Simón coincidía con el posicionamiento planteado por Marr al NYT. Desde la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH) también recomiendan aumentar la distancia de seguridad, porque al hacer ejercicio “hay más posibilidad de expeler más partículas por las vías respiratorias”, destaca Jesús Molina, portavoz de este colectivo, y jefe de servicio de Medicina Preventiva del Complejo Hospitalario Insular-Materno Infantil de Gran Canaria.

Este especialista subraya que las sugerencias se basan en hipótesis porque no hay todavía “datos científicos” que sustenten esta afirmación, más allá de que una persona respira el aire que tiene delante, con las partículas que éste contenga. A pesar de que el Gobierno recomienda el uso de mascarillas, Molina no cree que sea muy cómodo y recuerda que el mismo Ejecutivo establecía esta medida al recomendar desplazamientos en bicicleta al terminar la fase de hibernación de la economía.

Por su parte, Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), cree que el riesgo de contagio “es mínimo” si se mantiene una distancia de dos metros al aire libre, ya sea corriendo o paseando. Este epidemiólogo recuerda que el peligro de infección se produce durante concentraciones de gente de forma masiva, como en el transporte público, en colegios, universidades o conciertos, por lo tanto quita relevancia a las distancias a mantener a partir del 2 de mayo.

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