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Uno de los curas depredadores de 'Spotlight', en libertad tras 12 años en prisión

Era el prototipo de cura moderno. Guapo, carismático, con melena. Ayudaba a los drogadictos y defendía a los homosexuales. Nadie hubiera podido imaginar que Paul R. Shanley era uno de los depredadores de menores más terribles de la Iglesia católica. Su nombre fue uno de los primeros en ser descubiertos cuando The Boston Globe publicó una investigación que acabó implicando a centenares de sacerdotes en el escándalo Spotlight. Hace 12 años ingresó en prisión, culpable de varios delitos de pederastia. Este fin de semana, Shanley salió de prisión.

A lo largo de la década de los setenta y ochenta, Paul Shanley pudo abusar de más de medio centenar de menores. En 1974, se produjeron las primeras denuncias privadas. La respuesta de la Iglesia fue la de trasladarle de parroquia, donde continuó abusando de niños, ante la pasividad y el ominoso silencio de la jerarquía eclesiástica y, en especial, del entonces cardenal de Boston, Bernard Law.

Paul Shanley ha recobrado su libertad. A sus 86 años, permanecerá otros diez en libertad condicional y no se le permitirá contacto alguno con niños y adolescentes. La decisión no ha llegado exenta de polémcica. Los expertos que los examinaron concluyeron que continúa siendo un pedófilo activo, con interés en los menores, pero que por su edad la probabilidad de que pudiera reincidir era mínima.

La puesta en libertad de Shanley fue duramente criticada por la fiscal, Marian T. Ryan, quien consideró al ex sacerdote una persona “sexualmente peligrosa”, a pesar de su edad.  Sin embargo, los expertos forenses concluyeron que el anciano cumplía los criterios legales y psicológicos de peligrosidad para este tipo de delincuentes, y propusieron su puesta en liberad.

Solo una vez que se comprobó judicialmente su culpabilidad –se llegó a pedir cadena perpetua–, la Iglesia lo expulsó del estado clerical. El ya ex sacerdote, que según los informes psicológicos, es un delincuente sexual de nivel 3 (el más propenso a reincidir), ha perdido el anonimato, ya que las leyes de Massachussets obligan a publicar su foto, su historial criminal y la dirección donde residirá, en la ciudad de Ware.

En un escueto comunicado, la portavoz del Departamento de Correcciones de Boston, Clara Savelli, informó que “Paul Shanley fue liberado del centro correccional Old Colony en Bridgewater, Massachusets, este 28 de julio de 2017, al expirar su sentencia”.

Indignación de las víctimas

Las víctimas, por su parte, han mostrado su indignación por la salida de la cárcel del pederasta. Así, Robert Hoatson, cofundador y presidente de Road To Recovery, organización que ayuda a sobrevivientes de abuso sexual, calificó de “escandalosa” la liberación de Shanley. “Se trata de alguien que dejó un reino de terror en toda la zona de Boston”.

Shanley fue uno de los pocos sacerdotes que se enfrentaron a cargos criminales por abuso infantil, siendo declarado culpable por el Tribunal Superior de Middlesex de dos cargos de violación de un niño y dos de agresión indecente contra otro menor de 14 años.

Un hombre acusó a Paul Shanley de abuso en continuadas ocasiones cuando era niño; el sacerdote lo sacaba insistentemente de sus clases dominicales de catecismo para cumplir con lo que llamaba deberes especiales.

A pesar de que la defensa de Shanley argumentó que se trataba de acusaciones falsas y que el denunciante se había inventado los sucesos cuando estalló el escándalo por pedofilia en la archidiócesis de Boston, en enero de 2002, el jurado acabó condenando al religioso a una pena de 12 a 15 años de cárcel, si bien la Fiscalía pedía prisión perpetua.

El caso Shanley fue la espoleta para una investigación del Boston Globe, que ganó el premio Pulitzer y que acabó sacando a la luz centenares de casos de abusos, lo que provocó la dimisión del cardenal de Boston, Bernard Law, quien acabó sus días protegido por la Santa Sede, que no concedió su extradición a Estados Unidos para ser investigado por su inacción ante los casos de pederastia, limitándose a trasladar a los sacerdotes de lugar, y ejemplificando la política de silencio y victimización de los abusados.

Una situación que, desde la llegada al Papado de Joseph Ratzinger, y posteriormente de Francisco, se ha modificando, apostando por la “tolerancia cero”... aunque queda mucho por hacer.