“Denuncié porque no quería que otros pasaran por lo que yo pasé”. Daniel (nombre ficticio), la víctima del caso Romanones, ha puesto esta mañana cara y voz a los abusos a menores en el seno de la Iglesia. Por primera vez desde que en noviembre de 2014 el medio Religión Digital destapara el caso, el denunciante declaró en la vista oral. Detrás, observándole atentamente, el padre Román, que enmarcó en el “amor cristiano” su relación con la víctima y negó los abusos.
Daniel ha comparecido acompañado de sus familiares, en la sede de la Audiencia Provincial de Granada. El joven (que hoy tiene 27 años) reiteró las acusaciones de abusos sexuales, masturbaciones y tocamientos que padeció entre 2004 y 2007 y que denunció ante los tribunales tras la intervención del Papa Francisco.
En su declaración ante el tribunal, Daniel ha confirmado íntegramente sus declaraciones ante la Policía y el juez instructor, y ha acusado directamente de los abusos tanto al padre Román como a varios de los sacerdotes con los que convivía. Su relato no se ha movido un ápice de lo que en el verano de 2014 escribió al Papa Francisco, ni de los sucesivos interrogatorios. “Yo tenía pánico cada vez que me tenía que quedar a dormir allí”, ha asegurado en referencia a la casa parroquial, donde, aseguró, el padre Román le “metía la mano en los calzoncillos” y le “masturbaba” en la misma cama.
Ha descrito haber pasado “pánico” y “vergüenza” y haber estado “completamente manipulado” por el procesado, al que veía como líder, padre y su único referente.
“Ya no puedo ir a misa porque me parte en dos, porque no puedo escuchar a un cura hablar del amor fraterno que me llevó a que me violaran y abusaran de mí”, ha resumido.
Durante el interrogatorio del fiscal, Daniel ha roto a llorar provocando la suspensión de la vista durante varios minutos. El joven salió de la sala llamando “hijos de puta” a algunos de los curas, miembros del clan, sentados en los bancos del tribunal, ante lo que el presidente de la sala le ha pedido que se tranquilizara.
Contra lo que dijeron ayer los otros miembros del clan inicialmente imputados –exonerados, tal y como se refleja en el auto de instrucción, por la prescripción de sus delitos–, la motivación de Daniel no fue la venganza contra Román o sus deseos por llamar la atención, sino evitar que otros pudieran pasar por la traumática experiencia que él vivió, según su testimonio. “No quería que otros pasaran por lo que yo pasé”, ha declarado la víctima, quien reiteró, a preguntas de las partes, que el padre Román “abusó de mí”.
Antes de comenzar el interrogatorio, el fiscal del caso, Francisco Hernández, aseguraba a los medios apostados a la entrada al tribunal que “de la declaración y la forma de declarar del demandante dependerá el resultado de la prueba”. “Estamos ante uno de los días cruciales de la vista oral”, recalcaba el fiscal, quien considera el testimonio de “Daniel” la declaración fundamental, básica, la de la víctima“.
El juicio, que cumple hoy su tercer día, está discurriendo “conforme a lo que esperábamos”, afirmó Hernández, quien no vio extraño que ayer, los testigos miembros de clan, negaran los abusos y trataran de cuestionar las razones del denunciante. “Ya lo habían expuesto durante la instrucción judicial y era lógico que lo confirmaran”.
Por su parte, el abogado del joven, Joge Aguilera, mostró su esperanza en que hoy quedara establecida la versión definitiva de los hechos, la relatada por Daniel.