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El desafío de proteger a los menores del porno: “Es una trampa pensar que limitar el acceso es suficiente”

El Gobierno tiene claro que el acceso al porno en internet por parte de niños, niñas y adolescentes es “uno de los debates de calado de esta legislatura”. Los datos, ha dicho el presidente Pedro Sánchez en Radio Nacional, son “espeluznantes” tras avanzar el fin de semana, en una entrevista con El País, que España protegerá a través de una ley a los menores de los contenidos lesivos para su edad que pueblan la red. El Ejecutivo prevé aprobar este mismo martes en el Consejo de Ministros un informe que funcionará como hoja de ruta.

El plan, además de la ley, tiene otros dos ejes anticipados por Sánchez. Por un lado, el diseño de una estrategia multidisciplinar en la que trabajará una serie de ministerios (Educación, Juventud, Igualdad y Justicia) y un grupo de expertos, liderado por el Ministerio de Juventud e Infancia y anunciado hace un mes por su titular, Sira Rego. Por otro, y esta pata es la más avanzada, una herramienta que ya está en desarrollo por parte de la Agencia Española de Protección de Datos y la Fábrica de Moneda y Timbre para limitar que los chicos y chicas consuman porno –y otros productos daniños– de forma precoz con un sistema de verificación de la edad. El objetivo es que la app oficial esté lista antes del verano de 2024. El Gobierno espera que todo cristalice en un pacto de Estado que involucre a todos los grupos políticos.

“Limitar el acceso o prohibir no debe ser lo único”, apoya Catalina Perazzo, directora de Incidencia Social y Política de Save the Children. La organización de infancia celebra, más allá de la ley, que el asunto sea una “prioridad” para el Gobierno. “Queremos hacer mucho hincapié en todas las otras medidas. Hay que proteger a los niños y niñas para que no se expongan a contenidos violentos que pueden perjudicar a su desarrollo, pero no todo acaba ahí. La pornografía no va a dejar de existir”, añade Perazzo, cuya organización quiere analizar hasta qué punto deben “caparse” algunos derechos de la infancia y de la adolescencia en internet. “El derecho a la información, a la participación, a lo educativo... a eso tienen que poder acceder y ejercer sus derechos como en el mundo físico”, apuntan desde la ONG.

Los datos avisan de un acceso cada vez más temprano al porno. Si bien la edad media se mantiene en 12 años, según un informe de Save the Children, hay un porcentaje cercano al 10% de los menores que tienen su primer contacto con estos contenidos antes de los diez. La Agencia Española de Protección de Datos maneja estudios que sitúan las primeras experiencias, al menos de una parte de los niños y niñas, en los ocho años. Aunque sea de manera accidental. En los últimos meses varios casos de grupos de Whatsapp creados en entornos escolares donde se compartían imágenes inadecuadas para niños y niñas, e incluso delictivas, han terminado en manos de la Policía y la Guardia Civil.

Menos del 30% de las visitas a material pornográfico en chicos y chicas menores de 18 años son producto de una búsqueda activa. El acceso accidental se sitúa en un 17%, según un informe de Save the Children

Bárbara Sáenz, sexóloga y miembro de Serise Sexología, que recorre colegios e institutos impartiendo educación sexual, divide en tres etapas el acceso a la pornografía entre los menores: en las edades más tempranas, con ocho o nueve años, suele ser “casual y accidental” a través de banners publicitarios que les saltan en Internet, mientras que a medida que aumenta la edad, la intención cobra protagonismo. “Con 11 y 12 años hay un poco de todo, en muchas ocasiones tienen curiosidad o alguna duda. Con 15 o 16 años ya puede haber una búsqueda de excitación e incluso nos dicen que recurren al porno para sacar ideas”, esgrime la experta.

Menos del 30% de las exposiciones a material pornográfico en chicos y chicas menores de 18 años son producto de una búsqueda activa, confirma el estudio (Des)información sexual: pornografía y adolescencia, realizado por Save the Children. El acceso accidental, en cifras, se sitúa en un 17%, mientras que en el resto de casos, la mayoría, la entrada al porno sucede a través de grupos de iguales, compartiendo gifs o stickers con el objetivo, en muchos casos, de hacer reír o entretener. “No es que los jóvenes busquen activamente sino que estos contenidos a veces van a los dispositivos móviles, y eso es un riesgo de extraordinaria envergadura”, ha subrayado el presidente del Gobierno en Radio Nacional.

El porno, “principal agente de socialización sobre sexualidad”

Lo que emerge de fondo en todos los casos es que el acceso “viene acompañado de una ausencia total de educación sexual” que no suele abordarse ni por parte de las familias ni de los centros educativos, de forma que la pornografía puede acabar convirtiéndose en “el principal agente de socialización sobre sexualidad” de la infancia y la adolescencia, según el informe Juventud y pornografía en la era digital: consumo, percepción y efectos de la Fundación FAD Juventud.

“En muchas ocasiones interiorizan que eso que están viendo es la realidad y les lleva a una confusión tremenda que hace que, si llevan años exponiéndose a ese material, puedan tender a reproducir según qué cosas o sentir frustración en sus relaciones de acuerdo con lo que esperan”, añade Sáenz. Para el 30% de los niños, niñas y adolescentes, el porno es la única fuente de información sobre sexo y relaciones, subraya también Perazzo sobre los resultados de las encuestas realizadas por Save the Children.

¿Nos estamos sentando con ellos y ellas como adultas a hablar de sexualidad? La realidad es que nadie les dice que lo que están viendo es una performance que es irreal

“El porno es un problema, pero no es el único”, coincide la educadora especializada en sexualidad Pitu Aparicio, que considera la medida “necesaria”, pero también piensa que “puede ser alarmista y reduccionista” centrar el mensaje en la limitación de los contenidos: “La pregunta es: ¿nos estamos sentando con ellos y ellas como adultas a hablar de sexualidad? La realidad es que hay un vacío absoluto, que no pueden preguntarle a personas referentes sus dudas ni les dan herramientas para fomentar un pensamiento crítico. Nadie les dice que cuando les llega porno es como si les llegara una película de ciencia-ficción o que lo que están viendo es una performance irreal”.

Los datos avalan el déficit en educación sexual que refieren las expertas: de acuerdo con el estudio de FAD Juventud, publicado hace unos meses, la mitad de los y las jóvenes aseguran que no han recibido educación sexual de calidad ni por parte de sus familias ni de los centros educativos y solo alrededor del 10% se muestra satisfecho con la información recibida de estos entornos. Por contra, el 45% declara que tuvo contacto por primera vez con el porno con 13 años y un 62,5% de entre 16 y 29 años afirma que lo consume “en mayor o menor medida”.

Otro estudio realizado en 2018 por investigadores de la Universidad de las Islas Baleares con jóvenes de siete comunidades, titulado Nueva pornografía y cambios en las relaciones interpersonales de los adolescentes y jóvenes, confirma que la educación sexual está muy lejos de ser universal, pese a que su implantación está recogida en numerosísimas leyes y documentos desde hace años: solo dos de cada diez jóvenes dijo haber recibido esta formación y la consideró satisfactoria. A un 42% solo les sirvió en parte o no les sirvió para dar respuesta a sus preguntas, curiosidades o intereses y un 15% reconoció no haber recibido nunca educación afectivo-sexual.

“Estos son los datos y la realidad es que estamos ante un cambio de paradigma que debe recogerse de alguna manera en las iniciativas que haya a partir de ahora. Necesitamos que deje de ser un tema tabú en las familias también”, resalta Perazzo.

La regulación es bienvenida, acentúa Sáenz, “porque debemos poner todos los recursos sobre la mesa y se limitará el porno para un buen número de menores, pero al final tenemos que verlo como una tirita para una herida que requiere otros cuidados”. “No podemos –prosigue–caer en la trampa de pensar que es suficiente para fomentar una sexualidad libre, sana e igualitaria”. La sexóloga pone el foco en la importancia de poner a disposición de los jóvenes “visiones alternativas” y espacios en los que hablar de sexualidad “sin tabúes” así como promover “formación para el profesorado”.

Además, las expertas consideran que ninguna regulación podrá vetar completamente el acceso de los menores al porno. Podrán “encontrar la manera” por ejemplo “a través de amigos, primos o compañeros más mayores”, cree Sáenz, que reclama ampliar el foco porque “hay otras muchas vías por las que se educan sexualmente” como creadores de contenido en TikTok, series o películas.

“Les vamos a quitar una de sus fuentes, pero ellos en sus grupos de Whatsapp comparten vídeos o imágenes. ¿Qué vamos a hacer? ¿Capar todo el contenido? En la misma página en la que puedes leer que va a regularse el porno en menores, hay un anuncio sobre sexo. La violencia llega desde muchos ámbitos, la clave es enseñarles a identificarla”, añade Aparicio.

Ana Caballero, vicepresidenta de la Asociación Europea para la Transición Digital, celebra el anuncio del Gobierno de ponerse a trabajar en la protección de los niños y niñas en internet y sitúa el sistema de verificación de la edad en el que está trabajando la Agencia Española de Protección de Datos como una de las “medidas más potentes”. Esta herramienta no solo está enfocada a las web que ofrecen contenidos porno sino a todos los sites que no son adecuados para la infancia y la adolescencia.

Se trata de una app que facilitará que las empresas “tengan la garantía de que la persona que accede a los contenidos para adultos puede hacerlo, demostrando su condición de 'persona autorizada a acceder”. Las leyes españolas y europeas ya establecen estrictos filtros de edad para entrar a determinados servicios digitales como las redes sociales (cuya edad mínima está fijada en 14 años), casas de apuestas o determinados videojuegos, pero los sistemas para comprobar la edad suelen ser fácilmente eludibles.

La Asociación Europea para la Transición Digital presentó hace unos meses una propuesta de pacto de Estado para proteger a los menores en internet que fue suscrito por 150 entidades españolas, entre ellas la Plataforma de Infancia y Save the Children, además de la Fiscalía General del Estado. El documento se presentará el próximo 13 de febrero en el Congreso.

Caballero también se felicita del paso del Gobierno porque, a su juicio, existe mucha normativa “dispersa” en España y Europa en torno a la red y “debe haber un enfoque específico de menores e internet”. Normas como la Ley de Protección Integral de la Infancia y la Adolescencia o la Ley General Audiovisual incluyen en su articulado referencias a la necesidad de proteger a la infancia y la adolescencia en la red.

En la Unión Europea, la principal normativa para proteger a los usuarios, con especial atención a los niños, niñas y adolescentes, es la Ley de Servicios Digitales (DSA, por sus siglas en inglés) que pide responsabilidades y un cambio de modelo de negocio a las grandes compañías. Por ejemplo, cuando en sus muros e hilos se difunden fake news desde ahora pueden exponerse a multas millonarias, de hasta el 6% de su facturación. El Parlamento Europeo aprobó, además, en noviembre un informe que plantea a la Comisión una legislación contra el diseño adictivo de las redes sociales, espacios donde los menores son algunos los usuarios más expuestos y vulnerables.

“El diagnóstico de cómo está la situación está claro. Ahora veamos cómo resolvemos”, resume la directora de Incidencia Social y Política de Save the Children.