Catedrático de Escuela Universitaria y Profesor Titular jubilado. Facultades de Psicología y Ciencias de la Educación. UMA., Universidad de Málaga —
14 de octubre de 2021 10:39 h

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Para salvaguardar la vida de los niños durante la Guerra Civil Española (1936-1939), las autoridades republicanas desarrollaron evacuaciones masivas con dirección a colonias situadas en suelo republicano o en el extranjero. En estos oasis de tranquilidad los niños vivían, estudiaban, jugaban, cantaban y dibujaban sus vivencias a lo largo de la conflagración, como los cines y teatros.

En el libro La infancia en la Guerra Civil española (1936-1939) (mejor monografía en Ciencias Sociales en los XXIII Premios Nacionales de Edición Universitaria) hemos analizado los dibujos de los hijos de los republicanos por dos razones: ausencia de dibujos infantiles realizados bajo la protección franquista y mayor sufrimiento bélico.

Infancia y guerra

Comenzada la contienda, la vida cotidiana desapareció y la infancia, junto con el resto de los ciudadanos, tuvo que adaptarse al ambiente bélico: escasez de alimentos, aumento de enfermedades, sufrimiento por los bombardeos, alistamiento de sus padres y hermanos de más edad, fusilamiento de familiares por el bando contrario, cierre de las escuelas, lesiones físicas irreparables, huida del hogar junto a sus padres hacia zonas sin guerra o evacuaciones infantiles multitudinarias hacia colonias diseñadas por organismos competentes.

Para evitar las huidas desorganizadas de las familias de las zonas de combate, la República diseñó un protocolo de evacuación con la intención de controlar el traslado a la colonia y su funcionamiento. Las colonias dependían de las Brigadas Internacionales, el Gobierno central, partidos políticos y sindicatos adscritos a la República.

Pero ante el avance incontenible del ejército franquista, las autoridades republicanas, ayudadas por organizaciones extranjeras, tuvieron que planificar expediciones con dirección a Francia, Bélgica, Gran Bretaña (Inglaterra), Dinamarca, la Unión Soviética, Suiza o México, principalmente. Checoslovaquia y Suecia también colaboraron, pero rigiendo colonias en suelo francés.

Dibujos infantiles de la guerra

Todo dibujo infantil es irrepetible y universal. Son pinceladas dignas de analizar porque muestran al observador las consecuencias autobiográficas durante la guerra. A veces es más fácil para los niños dibujar que narrar verbalmente sus propias experiencias.

Durante la guerra española, los combatientes y la población civil sufrieron de forma directa los bombardeos aéreos que mordían con saña las ciudades sobrevoladas. Por este motivo, la Guerra Civil española se transformó, a nivel mundial, en la primera guerra moderna dibujada por niños. Y, en algunos casos, los niños se transformaron en reporteros de guerra, cuyas escenas son dignas de ser estudiadas por historiadores, militares, psicólogos, pedagogos, sanitarios.

Se ha hecho mucha publicidad a las fotografías de los reporteros de guerra que cubrieron la conflagración española (Robert Capa, Gerda Taro, Agustí Centelles), pero hay que subrayar que ellos se limitaron a pulsar el disparador de sus cámaras. En cambio, los niños tuvieron que retener en su memoria los acontecimientos para dibujarlos, lo que les supuso mayor dificultad y esfuerzo psicomotórico y cognitivo.

El número de temas existentes en los dibujos fue amplio: bombardeos aéreos y artilleros, frentes de combate, ambulancias, hospitales, colas para conseguir alimentos, cadáveres desparramados por los suelos, edificios colapsados, etc. Incluso dibujaron también sus evacuacionesel impacto de la música y los medios de comunicación cotidianos: la prensa y la radio.

Los dibujos consiguieron tres objetivos:

  1. Disminuir el impacto de la guerra en la mente infantil.
  2. Reblandecer la sensibilidad pública extranjera hacia la población civil.
  3. Conseguir dinero con la venta de los dibujos expuestos en exposiciones internacionales (New York, Boston, etc.) con la intención de remitir la recaudación a la República en beneficio de las colonias infantiles.

Cines y teatros dibujados

En 32 dibujos hemos detectado la presencia de las atracciones más divertidas para la infancia: el cine y el teatro. Pero en unas ocasiones estas salas se ven rodeadas por la espiral destructiva bélica.

Algunos dibujantes no tuvieron la precaución de detallar el lugar en el que se llevaron a cabo las funciones cinematográficas o teatrales. En cambio, otros sí que lo anotaron y se pueden distinguir el Cine-Teatro Gran Metropolitano, Cine San Carlos, Cine Montecarlo, Cine Ventas o el Cine Gran Vía en Madrid; el Teatro Echegaray en Onteniente (Valencia) o el Cinema Snt. Esprit en Bayona (Francia).

Los niños también sintieron interés por dibujar las funciones teatrales en los colegios, las salas comerciales y las colonias de acogimiento, estas últimas alejadas de la familia y del estruendo de la guerra. En unas ocasiones, disfrutaron de la velada aplaudiendo las actuaciones de sus compañeros; en otras, se convirtieron ellos mismos en protagonistas desempeñando diversos papeles a lo largo de la función.

Con estos festivales se lograron dos finalidades: entretener a la infancia recluida en tiempos de guerra y recaudar dinero procedente de los espectadores con la intención de sufragar parte de los gastos de la colonia o de otras instituciones infantiles.

'Cines y puestos en el pueblo'

Con 14 años Juan Ezquerro Ruiz fue evacuado de su ciudad de origen y alojado en la Residencia infantil en Onteniente (Valencia).

El título de este dibujo es “Cines y puestos en el pueblo” y muestra la vida cotidiana de la plaza de esta localidad. En ella se observa un gran parque con el café-kiosco, el puesto de golosinas sostenido con dos caballetes, la patatería, el templete musical y el banco enfoscado de cal con el respaldo curvilíneo. Al fondo se ve la sede de la Confederación Nacional del Trabajo-Asociación Internacional de los Trabajadores (CNT-AIT) y el Teatro Echegaray. Si comparamos el dibujo con las fotografías no cabe duda de que este niño dibujó fotográficamente la Plaza de Pi y Margall (hoy, Plaza de Santo Domingo).

El cartel que aparece colgado de la fachada del cine muestra la pista central de un circo. Después de diversas averiguaciones descubrimos que la única película circense de la época en la que aparece una actuación semejante a la dibujada sucede en la película soviética El circo de Grigori Aleksándrov de 1936.

Escuela y cine bombardeados en Lleida

El dibujo de Gonzalo Fernández carece de información: edad, fecha del dibujo, lugar en donde se hizo e identificaciones de la escuela y cine. Pero tuvo la iniciativa de escribir la acción de bombardeo: “Cincuenta niños muertos en una escuela de Lérida. ¡Brutos! ¡Cobardes! ¡Asesinos!”. La estampa es terrorífica; narra el bombardeo aéreo y el ametrallamiento de la población civil por parte de las tripulaciones que actuaron con saña y sin compasión en una ciudad abierta, sin protección aérea ni artillera.

Según Gonzalo, el colegio y el cine comparten la misma fachada, pero la realidad es que ambos lugares no eran correlativos. Detectar el cine dibujado y bombardeado ha sido imposible porque a lo largo de esos nueve ataques aéreos todos los tejados de los cines de Lleida fueron ametrallados y destrozados. Como la escena dibujada carece de fecha no podemos afirmar con rotundidad la identidad del cine. Solo podemos asumir, con ciertas reservas, que sea el Cine-Teatro Victoria, bombardeado el 27 de marzo de 1938, seis días antes de que el ejército franquista se apoderara de la ciudad (3 de abril de 1938).

Consideraciones finales

No hay actividad escolar más atractiva para la infancia que coger una hoja arrancada de su cuaderno y ponerse a dibujar. Cuando los niños de la guerra que fueron evacuados de sus hogares llegaban a las colonias, dedicaban mucho tiempo a dibujar. Lo hacían a todas horas, incentivados por sus tutores o docentes. Algunos impresionados y atemorizados por los acontecimientos experimentados dibujaban esas experiencias y sus lágrimas, como si fueran bombas de aviación, caían en el papel humedeciendo la escena.

Deseo manifestar que al leer este artículo el lector está haciendo un homenaje a la infancia. Por ese motivo, los dibujos se merecen silencio, compasión, respeto, cariño y ternura hacia los niños de la guerra; ellos no tuvieron culpa de nada. Sus padres se limitaron a abrazar solo los colores rojo, amarillo y morado de la bandera republicana.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leerlo aquí.