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La generación entre 65 y 79 años se queda a la cola: así avanza la vacunación por comunidades

Belén Remacha

5 de abril de 2021 22:34 h

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España entra en el segundo trimestre de 2021 con una paradoja en los informes de datos que ofrece Sanidad: se ha vacunado frente a la COVID-19 a más gente del grupo de edad de entre 25 y 49 años que del que está entre los 70 y los 79 años, pese a que los segundos tienen mucho más riesgo de pasar la enfermedad de forma grave y acabar en el hospital. Los de entre 25 y 49 años son 16,7 millones de ciudadanos, y se ha puesto al menos una dosis al 10,6%, 1,7 millones de personas. Los de 70 a 79 son 3,9 millones y se ha hecho lo propio con solo el 5%, algo más de 198.000. Los mayores de 80 años cubiertos, al menos con una dosis, son casi el 80% (79%), como era el objetivo del Ministerio para estas fechas. Pero las cifras sobre los de 70 son resultado, principalmente, de la decisión de Sanidad y las comunidades autónomas de dirigir las dosis de AstraZeneca, durante las primeras semanas, solo a menores de 55 años, por falta de evidencias científicas sobre la eficacia en mayores.

El criterio sobre edades varió hace unas semanas (se elevó el límite de edad de vacunación con AstraZeneca a los 65 años) y ha permitido aumentar el porcentaje de vacunados en la franja entre 60 y 69 años, según los datos de Sanidad, gracias a las vacunaciones masivas para personas entre 60 y 65 años en varias comunidades. Sin embargo, dentro de ese grupo, la situación de quienes están entre los 65 y los 70 es parecida a la de los mayores de 70: se enfrentan prácticamente a las mismas restricciones de acceso a las vacunas. Pero como el Ministerio ofrece datos por franjas de 10 años, su situación concreta se diluye.

Los expertos lamentan que si la vacuna hubiera llegado antes a los integrantes de la generación a partir de 65 se podrían haber amortiguado las consecuencias de una cuarta ola incipiente, pero creen que se remontará en cuanto el aumento del suministro se note esta primavera.

Gráfico: Ana Ordaz

Los territorios que más avanzados van con el segmento entre 70 y 79 años que los datos de Sanidad colocan 'en tierra de nadie' son Canarias y las dos ciudades autónomas, Ceuta y Melilla. Esta última llega a tener al 42% con una dosis de vacuna (todas las actuales requieren de dos para la completa inmunización del paciente). Esta semana empezaban con ellos, que son la generación nacida entre 1951 y 1942, Madrid, Andalucía y Extremadura. También hay actualmente más vacunados entre los de 50 a 59 (816.000, el 11,7% de los 7 millones que hay) y de 60 a 69 (680.000, el 12,9% de 5,3 millones, aunque al no desglosarse por grupos, el efecto de las inmunizaciones masivas de personas entre 60 y 65 años con AstraZeneca tapa las carencias del grupo que va hasta los 69); los únicos grupos que van proporcionalmente peor son, aunque por muy poco, el de 18 a 24, con el 4,9% de los 3,3 millones totales (161.000), y el de 16 a 17, este de forma clara, con solo el 0,1% protegido. Sin embargo, el riesgo de COVID grave para estos dos grupos de edad es mucho menor.

“Los colectivos de 60 años hacia arriba” será en lo que hay que centrarse los siguientes meses, en palabras de la ministra de Sanidad, Carolina Darias. Pero Sanidad y las comunidades pactaron la semana pasada que, aunque eliminaban el límite de edad de AstraZeneca, en la práctica no se administre a población general mayor y se siga reservando para menores de 65 y para todos los trabajadores considerados esenciales sin límite de edad –aunque en muy contadas ocasiones por encima de 65 años–. En algunas comunidades, como Aragón y la Comunitat Valenciana, han comenzado esta semana a dársela a los de 65, bajando hasta los 55. AstraZeneca es el principal factor por el que esta generación se está quedando atrás.

“Desde luego, hay que proteger en primer lugar a la población mayor”, dice Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología y representante canario en la elaboración de la estrategia nacional. “Pero teníamos dosis de AstraZeneca que no se podían quedar en la nevera, había que avanzar en el proceso vacunal. El resultado es así, chocante”, admite. “Ha sido una política muy lógica, empezar con los de 80 y seguir con los de 70. Los datos se deben al tema de disponibilidad: no había más disponibilidad de las de Pfizer y Moderna, para los grupos de riesgo”, añade Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología. Durante el primer trimestre del año han llegado 9,7 millones de dosis; durante el segundo, si las farmacéuticas cumplen los compromisos, esperamos 36 millones.

Reino Unido sí administró desde el principio dosis de AstraZeneca a mayores; de hecho, sus resultados fueron los que se han revisado para poder usarla en la Unión Europea. Otros países de nuestro entorno tampoco la están dando, pero los resultados no son tan “chocantes” como en España. Con datos del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades, en Bélgica la tienen puesta un 20,1% de los de entre 70 y 79 y un 10,3% de los de entre 25 y 49; en Francia un 44,5% y un 4%; en Italia un 10,2% y un 8,3%.

Para compensar la situación, algunas voces críticas llaman a cambiar la estrategia y dejar de lado a los grupos de jóvenes profesionales esenciales (sanitarios de segunda línea, docentes, bomberos, policías, militares) a los que se les sigue vacunando con AstraZeneca. “Habría que olvidarse de los profesionales menores de 65 años y utilizar AstraZeneca con los mayores de 70 y 80”, expresa José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Enfermería y Vacunas, “una vez acabados los de 80, empezar con el grupo de 75, y para abajo. Son la prioridad. El riesgo ahora es que las personas más mayores vuelvan a tener más problemas y a saturar el sistema sanitario”. “Desde fuera todos tenemos opinión”, comienza Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública, “pero sí creo que algunos colectivos que se han denominado especiales no valía tanto la pena vacunarles como a la gente mayor. No pienso en los sanitarios, más en los cuerpos de seguridad”.

Una situación remontable

¿Ha sido entonces un error enfocar así la estrategia? Ningún experto consultado quiere calificarlo directamente así, porque las decisiones se tomaron en base a la evidencia que iba habiendo por semanas. Pedro Gullón, vocal de la Sociedad Española de Epidemiología, matiza lo siguiente: “La estrategia tiene en cuenta a las personas que más consecuencias sufren de la infección, donde están los mayores de 80, muy bien, y los de 70, muy mal; por otro, las que están más expuestas, y ahí ha entrado gente joven como sanitarios y docentes. Que AstraZeneca solo fuese para menores de 55 ha dado un impulso a los segundos, algo sobrevenido. Pero hay que pensar que la saturación de la primera ola no solo vino por los hospitales llenos, sino porque había servicios con el 60% de su personal de baja. Y eso ya no va a pasar”.

En la otra cara de la moneda, continúa Gullón, llegamos a una incipiente cuarta ola con “una bolsa de susceptibles que puede provocar muertes y colapso”, si estuviesen protegidos a estas alturas el impacto podría ser menor. Estamos en una “carrera de persecución”, describe Ildefonso Hernández: “Por un lado viene la enfermedad, por otro estamos vacunando. Los siguientes 14 días serán claves”.

Los profesionales creen que estas diferencias se acortarán en las próximas semanas. Pfizer va a comenzar a mandar un millón de vacunas cada semana, y a partir de la segunda quincena empezarán a llegar las de Janssen, destinadas a mayores de 65. No se alcanzará a todos los de 70 a finales de abril, esa meta es “demasiado ambiciosa”, según José Antonio Forcada, pero sí antes del inicio del verano. “El remonte se hará en función de la disponibilidad de vacunas”, insiste Amós García Rojas. “El gran problema hasta ahora para vacunar al ritmo adecuado no ha sido la capacidad de los profesionales, a pesar de lo agotados y deshechos que están; han sido las dosis recibidas. Si se normaliza, será un acelerón. Y ya se empieza a normalizar”.