Las clases reducidas se acaban antes que la pandemia: las comunidades anuncian ya subida de ratios el curso que viene

Fue bonito mientras duró. El curso escolar se aproxima a su fin, las administraciones empiezan a planificar el próximo y las noticias que van llegando, aunque incompletas, no son alentadoras para los profesores que aspiran a tener menos alumnos en clase (o sea, prácticamente todos). El 'experimento' de las clases de 20 estudiantes, forzado por la pandemia e implantado en algunas comunidades, podría llegar a su fin.

El Gobierno de la Comunidad de Madrid ya ha decretado que se acabaron las ratios bajas que trajo la pandemia por causas de fuerza mayor. No realizó un anuncio específico, pero los directores lo detectaron en el sistema informático que organiza la matriculación, que asigna ya el número de unidades previstas para el próximo curso y el número de plazas escolares por unidad. El año que viene –salvo medida de urgencia difícil de articular por el próximo gobierno– se acabaron las clases reducidas en la región: vuelta a los 35 alumnos en Secundaria. Castilla La Mancha ha anunciado sus ratios para el año que viene, que siguen ajustados a la ley, pero sin perjuicio, explican desde la Consejería, de que se vuelvan a contratar profesores para desdoblar las aulas, tal y como se ha hecho este curso con la contratación de unos 3.000 profesores. La Comunidad Valenciana parece volver a desmarcarse de lo que apunta a tendencia –ya lo hizo en verano, cuando decidió contratar profesores y reducir el número de alumnos por clase cuando el resto de administraciones ponía pegas de todo tipo– y cuyo Gobierno ha propuesto reducir las ratios a 20 alumnos por aula en determinadas localidades, ante la caída de la natalidad.

Otros gobiernos, como el de Murcia o Navarra, todavía no han comunicado su decisión, si es que la han tomado. No podrán demorarlo mucho, a priori. Los procesos de matriculación están a punto de empezar y la administración deberá planificar cuántas unidades (aulas) y profesores va a tener a partir de septiembre para configurar los centros.

La reducción de las ratios es, probablemente, la principal reivindicación del profesorado, tanto a nivel individual como sindical, como se puede apreciar en las respuestas dedicadas a un tuit de la ministra Celaá. “Tener menos alumnos cunde más. Se nota mucho, aunque solo sea porque no estén sentados de a dos y no te pasas media clase pidiendo silencio”, cuenta un profesor. “Es una de las principales reclamaciones que venimos haciendo y además encaja con uno de los objetivos de la LOMLOE, que es ir hacia una atención más personalizada. También funcionaría contra el fracaso escolar”, explica Maribel Loranca, responsable de la sección de Educación de UGT. “Ha tenido que venir una pandemia para que nos demos cuenta de que es una de las cuestiones básicas”, coincide Óscar Martín, director del colegio Santo Domingo, en Algete (Madrid) y presidente del Consejo de Directores de Madrid.

Pese a ello, el Ministerio de Educación optó por no incluir cambio alguno sobre esta cuestión en su reforma educativa. La ministra, Isabel Celaá, explicó a este diario que está en manos de las comunidades autónomas bajarlas por ser su competencia, aunque dejó la puerta abierta a hacerlo durante el desarrollo normativo de la ley. Tampoco aparecen mencionadas ni en este texto escrito por ella misma repasando el año educativo pandémico ni en este otro institucional, pese a ser una de las medidas que más han valorado los docentes durante el curso, y no solo por la seguridad que ofrecían.

La combinación de las horas lectivas semanales que debe impartir un docente (suelen ser 20, aunque pueden variar según la comunidad) más las ratios tradicionales (25 alumnos por aula en Primaria, 30 en Secundaria y 35 en Bachillerato) provocan que haya profesores que fácilmente se juntan con 300 alumnos a la vez. Esto les sucede sobre todo a los docentes de asignaturas con menos carga horaria: si una materia consta de dos horas semanales, el profesor tendrá que impartirla a diez grupos para llegar a las 20 horas. Diez grupos con 30 alumnos, 300 estudiantes. 300 adolescentes a los que atender, enseñar y evaluar.

Ventajas pedagógicas y sanitarias

El pasado verano, tras muchas reticencias en algunas comunidades, la mayoría de los gobiernos autonómicos –no todos– decidió bajar las ratios de alumnos por clase, aunque solo fuera para poder mantener el metro y medio de distancia de seguridad entre alumnos y ejecutándolo por el (barato) método de dejar a la mitad de ellos en su casa cada día. El profesorado acogió la medida con entusiasmo. Los beneficios, como explica un profesor de Secundaria, “se notan de un día para otro”. Tanta es la diferencia, que pese a las quejas recurrentes de los docentes de que los estudiantes que se quedan en casa para recibir educación a distancia apenas trabajan, las clases presenciales con la mitad de alumnos les permiten compensar todo ese tiempo perdido.

Los sindicatos docentes protestan contra la subida de las ratios, ya que entienden que un menor número de alumnos por aula es beneficioso para todos, tanto a nivel pedagógico como sanitario. “Están dando por descontado que no va a haber pandemia el curso que viene”, se sorprende Loranca con la decisión de Madrid o Castilla-La Mancha. “Habría sido más prudente aguantar y ver la evolución, espero que otras comunidades lo hagan”, añade.

Otros mantienen las esperanzas y recuerdan que el año pasado también se planificó, inmersos en plena primera ola, incluso con una subida de las ratios, que luego hubo que rectificar, y aventuran que podría suceder lo mismo el curso siguiente. El pasado verano algunas administraciones educativas intentaron evitar la contratación de profesores necesaria para afrontar una bajada de ratios hasta que fue evidente que era la única manera de conseguirla. Tanto se tardó en Madrid, por ejemplo, que había grupos enteros sin tutor bien avanzado octubre, cuando ya se llevaba un mes de clase.

A nivel estrictamente educativo, explican los docentes, las ratios reducidas ayudaron a recuperar terreno y atender mejor a los estudiantes. “Se ha podido manejar el desarrollo pedagógico en las clases de manera más efectiva y se ha podido atender la individualidad de cada estudiante. Esto ha permitido avanzar bien por el primer trimestre y resolver problemas que se pudieran arrastrar del curso pasado”, explicaba el director Martín al echar la vista atrás y valorar cómo había ido el primer trimestre. Los alumnos comparten la visión, al menos a nivel institucional: “En clase se nota mucho, la atención es muy positiva”, sostiene Andrea González, presidenta de la asociación Canae.

-------------

*Este artículo ha sido editado a las 10.20 para matizar que Castilla La Mancha no ha aprobado un cambio en las ratios, como se decía por error. El Gobierno regional mantienen las ratios que marca la ley a la espera de planificar el curso que viene y decidir si se siguen desdoblando clases.