Una escuela motivadora y con más apoyo parental para evitar que España sea el segundo país europeo en fracaso escolar
España es el segundo país europeo con más fracaso escolar –por detrás de Rumanía– y el primero en brecha de género en este mismo aspecto: los chicos fallan notablemente más que las chicas (un 16,7% frente al 9,7% en el año 2021). El dato viene mejorando año tras año, pero continúa siendo “un tema de máxima preocupación”, según reflexiona José Montalbán, profesor en la Universidad de Estocolmo y Senior Fellow de Oportunidades y Movilidad Social en EsadeEcPol, en el informe Fracaso escolar en España: ¿Por qué afecta tanto a los chicos y alumnos de bajo nivel socioeconómico?, elaborado por esta misma entidad.
La que insinúa el título es la siguiente derivada relacionada con esta cuestión: “Los estudiantes de mayor nivel socioeconómico rinden significativamente mejor para todas las asignaturas y niveles educativos”, escribe el investigador, con diferencias de rendimiento en pruebas diagnóstico (en concreto las desarrolladas en la Comunidad de Madrid en 3º y 6º de Primaria y 4º de la ESO para el curso 2016/17) que alcanzan el equivalente a dos cursos completos. La falta de implicación de las familias en los estudios de los hijos, sus expectativas al respecto o el nivel de estudios de los padres, factores relacionados entre sí, explican en parte esta diferencia de rendimiento entre clases, según un consenso científico bastante sólido.
Pero el informe, contra lo que indica su título, no ahonda en los porqués del alto índice de fracaso en España, pero sí ofrece propuestas de políticas que pueden mejorar la alta incidencia del fenómeno. De modo que, haciendo el ejercicio inverso (se entiende que lo que buscan mejorar estas políticas es lo que falla) se encuentran algunas razones.
Aunque las diferencias de rendimiento en la escuela entre chicos y chicas –sobre todo en Primaria, porque se van reduciendo con los años– podrían señalarse como las causantes de la brecha en un primer análisis, Montalbán cree que “las realidades no cognitivas tienen más peso que las cognitivas” en las tasas de fracaso de unos y otras.
Y pone un ejemplo: “Los chicos mejoran a lo largo del tiempo su rendimiento respecto a las chicas y la brecha de rendimiento se reduce, pero la tasa de repetición es mucho más alta en los chicos. ¿Cómo es posible?”, se pregunta. “Por lo no cognitivo, que los chicos son más sensibles a su satisfacción con la escuela”, justifica.
¿Encuentran ellos menos satisfacción en la escuela? “Los chicos se sienten menos satisfechos con todos los aspectos del colegio que se preguntan, excepto con los compañeros de clase, donde la diferencia es mínima”. Las diferencias en satisfacción, explica, son más grandes en afirmaciones como: “los profesores de mi colegio son justos conmigo”, “me siento parte de este colegio, estoy orgulloso de ir a este colegio” y “me gusta estar en el colegio”.
Ellos, que son los que tiran de la estadística de fracaso y de la repetición hacia abajo, no están motivados en el colegio, simplificando un poco. “El fracaso es desatención en la escuela, es desmotivación, mal rendimiento, repetición, etc.”, describe Montalbán.
¿Y cómo se soluciona? El informe realiza una batería de propuestas para mitigar la situación en base a la literatura científica existente y a políticas aplicadas con éxito previamente entre los grupos más afectados por el fracaso: el efecto de los programas de tutorías individualizadas y apoyo académico, el incremento del grado de apoyo parental con la colaboración de las escuelas, la disponibilidad de una mejor orientación académica y el incremento de la satisfacción con la escuela son las principales, desgrana el texto.
“Los datos sugieren que se podría reducir hasta un 30% de las diferencias de género en repetición a favor de los chicos mejorando el apoyo parental y la satisfacción en la escuela”, sostiene el texto. “Es más complicado modificar las diferencias en rendimiento académico, tanto en matemáticas como en lengua, aunque el apoyo parental parece influir positivamente en el rendimiento de los chicos”, añade.
Y una recomendación genérica para cualquier medida que se quiera aplicar: cuanto antes, cuanto más joven sea el destinatario, mejor, según explica el experto citando investigaciones previas.
Los programas que funcionan
Las tutorías y el apoyo académico tienen “efectos muy positivos en el rendimiento de los estudiantes y, más importante, los efectos son persistentes en el largo plazo y tienen un impacto positivo en sus trayectorias educativas”, sostiene el informe. Esta afirmación se basa en el impacto de un programa de tutorías individualizadas para alumnado de 2º y 3º de Primaria con universitarios analizados en un informe previo.
El apoyo parental es otro de los factores que más pueden ayudar a los estudiantes a motivarse con la escuela. “Existe evidencia empírica robusta que muestra que la escuela puede influenciar el grado de apoyo parental, y este, a su vez, tener un efecto causal en el comportamiento de los estudiantes”, escribe Montalbán en el informe. Un experimento en Francia con padres de 6º de Primaria de una zona de bajos ingresos demostró que los hijos de las familias que fueron invitadas a tres reuniones en la escuela sobre cómo involucrarse más en la educación de sus vástagos “desarrollaron un mejor comportamiento y actitudes con respecto a la escuela, en concreto reduciendo las ausencias no justificadas y las sanciones disciplinarias”, describe. “Todas estas variables están íntimamente relacionadas con la tasa de repetición escolar y la satisfacción con la escuela”, remata el texto.
La orientación escolar, esa gran olvidada en España, es la tercera pata hacia un menor fracaso escolar, propone Montalbán. Una investigación de 2017 demostró que un programa de reuniones facilitadas por el director de la escuela a los alumnos de bajo rendimiento al final de Secundaria, en las que se ayuda a estos estudiantes a seleccionar ramas académicas que emparejan correctamente sus preferencias y capacidades, “disminuye significativamente la repetición y el abandono escolar temprano”. Ni siquiera hizo falta que el programa fuera global: se aplicó al 25% de los estudiantes con mayor riesgo de abandono y provocó una subida del 30% entre quienes eligen la Formación Profesional, una salida, recuerda el experto, que en España no siempre es considerada por las familias, bien por desconocimiento o bien por el prestigio que tiene.
La última propuesta tiene que ver con la supuesta falta de referentes que tienen en la escuela muchos estudiantes, lo cual les genera insatisfacción. “Varios estudios han mostrado evidencia de que tener a un profesor de tu misma identidad puede afectar de manera positiva el rendimiento académico”, sostiene Montalbán citando estudios de Shaedde y Mankki. “Las conclusiones de esta literatura”, sostiene el informe, “sugieren que políticas encaminadas a contratar profesores con los que los estudiantes se sientan reflejados podrían mejorar el rendimiento educativo de aquellos estudiantes con mayor riesgo de fracaso escolar”. Y concluye: “Una mayor diversidad de género y de raza en el colectivo del profesorado podría ayudar a reducir el nivel de fracaso escolar de los dos grupos de estudiantes más afectados: los chicos y los estudiantes de bajo nivel socioeconómico”.
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