“El sentir mayoritario es seguir con las medidas que tenemos: vacunar, prevenir y llamar a la cultura del cuidado”. La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha despachado con esta frase la posibilidad de aprobar medidas coordinadas con las comunidades autónomas, como pasó el año pasado, para amortiguar el impacto de la Navidad en la subida de contagios.
España se aferra como receta a acelerar la administración de terceras dosis antes de las fiestas. “Potencia la inmunidad de manera muy importante, es la mejor protección en este momento”, ha asegurado en este sentido la número dos del Ministerio, Silvia Calzón.
El 65,8% de los mayores de 70 años ya se han puesto el tercer pinchazo y uno de cada tres vacunados con la monodosis de Janssen han accedido al refuerzo. Revacunar es un reto, especialmente en este último grupo. Janssen se administró a personas con dificultades de acceso al sistema, como las personas sin hogar, y ahora las comunidades tienen que volver a buscarlas. En España el pinchazo extra ya está aprobado para 16 millones de personas, las últimas en engrosar la lista son los mayores de 60 años y el personal sanitario. Además, la vacuna infantil va a recibir el visto bueno de la Comisión de Salud Pública el próximo martes, ha anunciado Darias. La recepción de dosis ya está preparada: el 13 de diciembre llegarán 1,3 millones de Pfizer y otra tanda en enero.
La opción de acordar nuevas restricciones, por tanto, no parece de momento sobre la mesa pese al documento publicado hace dos días por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, que recomienda poner “límites” al número de personas reunidas en las celebraciones navideñas, y a que la ministra reconoce que hay diversidad de opiniones entre los consejeros de salud de las comunidades, reunidos este jueves en un Consejo Interterritorial presencial en Córdoba. Según fuentes autonómicas, algunas comunidades se han mostrado más partidarias de abordar un marco conjunto de actuaciones. Otras, sin embargo, restan importancia a la diversidad de opiniones.
Hace justo un año, el Consejo Interterritorial de Salud, por acuerdo entre Sanidad y las comunidades, aprobó un marco común con las principales medidas para la Navidad. El escenario era diferente: nadie estaba aún vacunado en España. Entonces se limitaron las reuniones a diez personas para los días clave de las fiestas, se permitió viajar a otras comunidades entre el 23 de diciembre y el 6 de enero siempre que el destino fuera “el lugar de residencia habitual de familiares o allegados” y se amplió el toque de queda a la 1.30 horas.
Hoy, Sanidad insiste en usar bien la mascarilla, no olvidar la ventilación de interiores y “evitar aglomeraciones”. “Da igual la letra del alfabeto griego que tenga la variante, la mascarilla nos va a seguir protegiendo frente a ómicron”, reiteraba la ministra tras detectarse el primer caso de transmisión local en Madrid.
La estrategia se replica en toda Europa
La apuesta por las terceras dosis como barrera para aplacar la expansión del virus, una vez se ha demostrado que las vacunas pierden eficacia con el tiempo frente a la infección, no se da solo en España. Todos los países de la UE han comenzado a administrar dosis de refuerzo con diferentes criterios. La recomendación del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades es extenderlas a todos los adultos, con prioridad para los mayores de 40 años seis meses después de la pauta completa.
La agencia de la UE indica que la evidencia disponible de Israel y Reino Unido muestra un “aumento significativo de la protección contra la infección y la enfermedad grave tras una dosis de refuerzo en todos los grupos de edad a corto plazo” mientras la OMS insiste en que la prioridad debe ser proteger primero a los sanitarios, personas mayores y grupos de riesgo en todos los países “antes de dar refuerzos a los adultos sanos ya vacunados”.
En Reino Unido, la tercera dosis se ha abierto para todos los adultos a partir de los tres meses desde la segunda, y el Gobierno se ha comprometido a que cualquiera pueda recibirla de aquí a finales de enero, mientras intenta priorizar a los más vulnerables. El primer ministro, Boris Johnson, se ha inoculado la dosis de refuerzo este mismo jueves.
Londres ha seguido así la estela de otros países como Francia, donde desde el pasado sábado toda la población mayor de 18 años es elegible para recibir el tercer pinchazo a partir de los cinco meses desde la última vacuna o después de una infección de COVID. Además, ha hecho obligatoria la dosis de refuerzo para conservar el pasaporte sanitario que se exige allí para acceder a la mayoría de los lugares públicos, como restaurantes o teatros.
En Bélgica también se está ampliando la tercera dosis a todos los adultos, al igual que en Italia, donde se ha abierto la posibilidad de que todos los mayores de 18 se vacunen con refuerzos este miércoles a los cinco meses, aunque lo más urgente “sigue siendo la cobertura de las categorías vulnerables”, según el ministro de Sanidad.
Alemania se plantea la vacunación obligatoria mientras endurece restricciones
Pero en Europa las acciones políticas están yendo más allá de poner un tercer pinchazo para hacer frente a la nueva oleada. El último ejemplo es Alemania. Tras semanas batiendo récords de contagios, las autoridades han decidido estrechar el cerco al máximo a las personas no vacunadas en un intento de reducir el alto número de infecciones y aliviar la presión de los hospitales. “Necesitamos un acto de solidaridad nacional”, ha dicho la canciller saliente Angela Merkel. El país germano registra una incidencia de 938 casos por cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas, según el análisis de elDiario.es basado en los datos de Johns Hopkins (en España, este indicador es de 226). Su cobertura vacunal es inferior a la de los vecinos de Europa Occidental: el 68,4% de la población tiene la pauta completa (el 81,9% de los adultos), según los datos recopilados por el ECDC.
El Gobierno federal y los länder han acordado este jueves varias medidas encaminadas a reducir contactos y acelerar la vacunación. Por un lado, solo se permitirá acceso a las instalaciones y eventos de cultura y ocio –como el cine, el teatro y los restaurantes– a quienes se hayan vacunado y quienes hayan pasado el virus. Lo mismo ocurrirá en las tiendas, a excepción de los establecimientos de productos de primera necesidad. La regla, conocida como ‘2G’ –por geimpft o genesen (vacunado o recuperado)– está implantada en algunas regiones y se va a extender a todo el país: se aplicará independientemente de las cifras de contagios y se podrá pedir, adicionalmente, un test negativo. Por otro, se limitarán las reuniones de las personas no vacunadas al propio hogar y otras dos personas de otra burbuja de convivencia, sin contar a los menores de hasta 14 años. Además, el ocio nocturno tendrá que echar la persiana si la incidencia supera los 350 nuevos contagios en siete días por cada 100.000 habitantes y se han prohibido los fuegos artificiales en Nochevieja.
Se introducirá, también como novedad, la vacunación obligatoria para los empleados de determinadas instituciones, por ejemplo, en las residencias de ancianos y en los hospitales, mientras el Bundestag alemán decidirá si imponer o no una obligación general en un futuro próximo. Podría entrar en vigor en cuanto se garantice que todas las personas que vayan a ser vacunadas puedan serlo pronto, es decir, a partir de febrero de 2022 aproximadamente.
España sigue situándose fuera del debate internacional –al que ha entrado incluso la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen– de plantear la obligatoriedad de la vacunación. Darias comparte que “países con cobertura vacunal baja se lo puedan plantear” pero en España, dice, “la situación es diferente” y hay una “altísima concienciación ciudadana”. El 89,9% de la población mayor de 12 años tiene una pauta completa.