Mercedes San José es la única concejala del Ayuntamiento de Tordesillas (Valladolid) que ha respaldado el decreto ley que prohíbe desde junio matar en público al toro del torneo de la Vega. La edil de Toma la Palabra no ha apoyado el recurso que el Ayuntamiento ha presentado ante el Tribunal Constitucional para conseguir que el ritual termine con un lanzazo mortífero al toro.
San José se confiesa sorprendida por verse en esta tesitura: “Si me lo dicen hace dos años no me lo creo”. La concejala llegó a la política por la vía social: “Soy hija de preferentista y pasamos dos años a la puerta del banco” pero ahora tiene que justificar su postura antimaltrato animal cuando Tordesillas debe decidir si celebra o no el festejo adaptándolo a la nueva legalidad.
¿Qué posición defienden respecto al Toro de la Vega?
Tordesillas Toma la Palabra ha apostado por que el Toro de la Vega se celebre sin ser un sacrificio cruento de tal manera que al toro no se le diera muerte. Adoptamos esta postura en una asamblea y la decisión, finalmente, fue celebrar el torneo de una forma evolucionada.
Creemos que estamos ante una revolución intelectual donde la intolerancia contra el maltrato animal está creciendo y Tordesillas se ha convertido desgraciadamente en el icono del maltrato. Esto ha conllevado una serie de problemas para el municipio que no le dejan crecer ni expandir la riqueza y el potencial que tiene.
¿Hay división social en el municipio?
Es un tema muy controvertido en el pueblo pero entre los vecinos de Tordesillas se generan los mismos enfrentamientos que se pueden generar en Madrid cuando se celebra la feria de San Isidro. En un pueblo, evidentemente, el tema está más marcado porque nos conocemos todos. Pero, salvo en raras excepciones, esto no da problemas de convivencia. Somos una sociedad diversa como cualquier otra, a mí me da pena que a Tordesillas se le conozca por esto. Aquí empezó el modernismo, tenemos mucho potencial humano, artístico, histórico y cultural que merece la pena y eso nadie lo conoce.
¿Cuál es su propuesta?
Nosotros habíamos planteado que se celebrara un referéndum. Y que se dieran charlas informativas y ponencias desde todos los puntos de vista: protaurinos y antitaurinos, veterinarios especializados, etc.
Nuestra propuesta era poner encima de la mesa, con serenidad, los pros y los contras de este evento. Sin embargo, no encontré ningún apoyo en el Ayuntamiento. El alcalde me dijo que quería hacer un referéndum pero no se ha llevado a cabo nunca. Ahora nos hemos encontrado con el decreto de la Junta de Castilla y León y ya es tarde para poder preguntar al pueblo. Me ha dolido mucho que nos lo impusieran porque Tordesillas tenía una oportunidad para dejar atrás su mal nombre.
¿Han recibido presiones en la corporación u otros colectivos del pueblo?
No, no al menos directamente. En un momento dado siempre hay personas más radicales y el enfrentamiento se ha hecho más patente pero yo no me enfrento, es un desgaste inútil.
¿Se ha sobredimensionado desde el exterior lo que está pasando en Tordesillas?
Se ha exagerado bastante. A Tordesillas se le ha hecho un daño que no se merece. La imagen del municipio ha empeorado muchísimo. Los tordesillanos han estado muy atacados. Les han llamado por teléfono a deshora por la noche. Han recibido amenazas… todo eso ha llevado a esta reacción de los vecinos. Sin duda, la presión desde el exterior ha hecho que la gente se mantenga en una postura, no tanto por defender la tradición, sino por rechazar esa presión externa.
Pero también hay una parte de la población que defiende esa tradición.
El tema del toro es sociológico y antropológico. Cuando una persona está acostumbrada a una tradición pues le resulta extraño que alguien se lo quiera quitar. Estas personas piensan: “Es la tradición, es lo que hemos visto toda la vida, se van a cargar todo lo nuestro”. Si a eso le sumas las amenazas y los insultos pues evidentemente se crea una conciencia de grupo. De sentirse atacado.
¿Es Tordesillas el centro de un problema más amplio?
El Toro de la Vega podrá ser el torneo más sangriento pero no es el más cruel. El maltrato animal, no solamente dentro de la tauromaquia, sino a todos los niveles, está demasiado tolerado en este país. Si nos asomamos a Europa tenemos un retraso de 40 años con respecto a otros países. En ese momento los animales eran utilizados al servicio del hombre, lo que es lógico hasta cierto punto, pero todo evoluciona, todo cambia y esas necesidades también.