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La Agencia Europea de Químicos pide limitar al máximo los microplásticos en cosméticos y detergentes

Los microplásticos se usan en cosméticos / Thegreenj

Raúl Rejón

La Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) avala que se limite al máximo el uso de microplásticos añadidos en una amplia gama de productos de consumo habitual por el riesgo que suponen para el medio ambiente. El análisis de la ECHA expone que debe rebajarse entre un 85 y un 95% la cantidad de estas partículas que se liberan a los ecosistemas. Una medida para evitar la emisión de 400.000 millones de toneladas en 20 años.

Muchos microplásticos –de menos de 5 milímietros– son añadidos intencionadamente por los fabricantes de diferentes productos. Desde cosméticos, detergentes, fertilizantes, productos médicos, pinturas o suplementos alimenticios. La ECHA, que recibió el encargo de estudiar una posible restricción a finales de 2017, calcula que se liberan una media de 36.000 toneladas al año (a lo que se suman los microplásticos no añadidos ex profeso para un total de 176.000 toneladas). No reducirlos tendría un coste de 9.400 millones de euros, asegura la evaluación.

Este material “una vez liberado puede ser extremadamente persistente y durar miles de años. Es prácticamente imposible de eliminar. Actualmente ni siquiera es posible evaluar los impactos de una exposición tan prolongada”.

El sector que más rebajaría las emisiones de acuerdo con los modelos aplicados por la ECHA será el agrícola con una media de 256.000 toneladas seguidos por los cosméticos y los detergentes en general con cerca de 59.000 y 55.000 toneladas de microplásticos respectivamente.

La evaluación de la agencia detalla que resultan preocupantes porque son pequeños (tanto como para ser posible que se transfieran por la cadena alimentaria), son muy resistentes a la degradación (lo que prolonga mucho su presencia en el medio ambiente), se descomponen en partículas aún más pequeñas (los nanoplásticos), y son “prácticamente imposibles de eliminar del medio después de su liberación”. Todo esto hace que un amplio rango de organismos esté expuesto a los microplásticos: invertebrados, peces, reptiles marinos, aves y cetáceos. “Los humanos se ven afectados mediante la dieta”. Las tres vías principales son los desagües, los residuos urbanos sólidos y la liberación directa.

La ECHA concluye que debe asumirse que “cualquier emisión de estos productos en el medio ambiente supone un riesgo”. No hay umbrales seguros, explica. Y concluye que “los riesgos del uso intencionado de microplásticos, que acaban en emisiones al medio, no están controlados adecuadamente. La recomendación para la restricción ”debería minimizar esas emisiones“ para rebajar la probabilidad de efectos adversos.

Restringir el uso de estas partículas impondrá costes a diversas industrias, admite la EHCA que añade que la relación coste-beneficio es positiva: “El coste medio respecto a la efectividad de evitar estas emisiones será de unos 23 euros por kilogramos.

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