Feminismo a pedales: así desafían al patriarcado las mujeres en bicicleta
“Ha hecho más para emancipar a las mujeres que nada en el mundo”, dijo Susan B.Anthony en 1896. La sufragista estadounidense se refería así a la bicicleta como elemento que favorecía la independencia de las mujeres en un momento, finales del siglo XIX, en el que el mandato social era confinarse al hogar y obedecer a su esposo. Las férreas normas morales se encontraron con un enemigo que quiso transgredirlas y se erigió como elemento emancipador para la población femenina. Todavía hoy, más de un siglo después, muchas mujeres siguen concibiendo el vehículo a dos ruedas como una forma de cuestionar el patriarcado.
“Supone una negación de los roles y estereotipos asignado a las mujeres porque mostramos una imagen de fuerza y de autonomía. Es irrumpir en un espacio tradicionalmente vinculado a lo masculino”, dice Marta Pascual, activista de Ecologistas en Acción y una de las organizadoras del bicipiquete feminista que recorrió las calles de Madrid durante la huelga celebrada el pasado 8 de marzo.
Una iniciativa que se replicó en otras muchas ciudades como Gran Canaria, a la que asistió Nayra Marrero, que utiliza la bici para trasladarse por la ciudad desde aproximadamente el año 2008. “No hay un medio de transporte que de tanta sensación de empoderamiento, autonomía y libertad”, coincide. “Además nos da una presencia pública que rompe con muchas cuestiones que se nos imponen a las mujeres. Nos dicen que 'si estamos locas', nos repiten 'que tengamos cuidado'. Ese estereotipo de mujer débil, dependiente, vulnerable y oculta es desafiado”.
Con esta misma idea circulaban sobre ruedas las pioneras en la época victoriana, cuando se popularizó la bicicleta de manera excepcional, sobre todo en Reino Unido y Estados Unidos. Eran mujeres blancas de clase media y alta que se vieron obligadas a enfrentar las resistencias que suscitó que la utilizaran. Una reacción que fue generalizada, pero especialmente cruda para las mujeres: “Creo que la cosa más dañina que he visto en toda mi vida es una mujer en bicicleta, y Washington está llena de ellas. Había pensado que fumar un cigarrillo era lo peor que una mujer podía hacer, pero he cambiado de opinión”, decía un escritor en 1891 en el Sunday Herald, tal y como recoge la revista The Atlantic.
En aquella época, la mujer empezaba a romper con las encorsetadas normas de la época y, de hecho, son habituales las conexiones que existen entre la bicicleta y el movimiento sufragista femenino. Pero quizás uno de los cambios más tangibles a corto plazo fue el cambio de vestimenta. Y es que la bici favoreció el uso de pantalones en las mujeres, que empezaron a dejar atrás los asfixiantes corsés y las pesadas faldas que hacían imposibles los pedales.
La mecánica, espacio de mujeres
Las mujeres consultadas para este reportaje coinciden en afirmar que la bicicleta sigue siendo un espacio masculinizado debido a la socialización diferenciada entre hombres y mujeres. De hecho, según el último Barómetro de la Bicicleta en España, elaborado por la Red de Ciudades por la Bicicleta y la Dirección General de Tráfico y publicado a finales del año pasado, el perfil de usuario es un hombre de 40 años: el 60% son hombres y el 40% son mujeres.
“Yo aprendí a montar en bici hace relativamente pocos años, pasados los 30 y he conocido a muchas más mujeres que hombres que no saben montar en bici”, dice Miriam, integrante de Las Bicivoladoras, un colectivo feminista y ciclista que surgió hace unos meses en el barrio madrileño de Vicálvaro. En esta línea se expresa Marta Orihuela, que usa el vehículo de dos ruedas como medio transporte y que impartió un taller en un instituto sobre empoderamiento ciclista para chicas.
“Fue una experiencia muy enriquecedora en la que reflexionamos mucho sobre la gestión del medio o de coger seguridad y confianza. Eran adolescentes de entre 13 y 16 años y la mayoría venían con bicis prestadas de sus hermanos o sus primos. Creo que es algo que no se fomenta igual entre mujeres”, dice Marta.
En la información que impartió también practicaron el uso de herramientas. Y es que la mecánica es otro de los espacios masculinizados que el feminismo ciclista quiere enfrentar. Por eso, muchos colectivos organizan sus propios talleres: “Es reafirmar que somos capaces de arreglar los problemas mecánicos con la bici”, apunta Pascual.
La bici como “forma de vida”
Otro de los elementos que trataron en el taller fue el de utilizar la bicicleta como elemento de seguridad al transitar por la calle de noche y solas. Algo que tienen muy presente muchos colectivos latinoamericanos que hablan de ella como herramienta de autodefensa feminista. A ello se refiere también Mónica Redondo, para la que “no es lo mismo volver a casa de noche andando que volver en bicicleta”. “A mí me hubiera encantado que con 14 o 15 años en lugar de decirme 'cuidado hija, vuelve a casa acompañada', me hubieran dicho 'vente en bici'”, añade Miriam
Redondo es una de las veteranas. Lleva utilizándola para ir a trabajar desde el año 2000, ya en 1979 se recorrió la Serranía de Cuenca en una cicloruta y se está preparando para el encuentro de mujeres ciclistas que se celebrará en Valencia en el mes de mayo. Dice que la bici “es una forma de vida” y es una de las impulsoras de Ciclobollos, “un grupo de bolleras que empezamos a sentir la necesidad de unirnos” a principios de siglo.
“Surge para visibilizar la cuestión feminista queer en el ciclismo y desafiar al heteropatriarcado. En el mundo heterosexual hay muchos hombres que van en bicicleta y a las mujeres nos ha costado más. En el caso de mujeres bolleras, hay muchas, y muy pocos maricas”, explica utilizando estas palabras como estrategia de reapropiación del insulto. Y es que “la bicicleta se ha relacionado siempre con la fuerza y la valentía”, cuenta Nayra.
En el sentido de Ciclobollos también se mueve en Argentina el colectivo Pedaleá como una piba, que, como otros, surgen por la fusión de feminismo y pasión por las bicis. En Irak, Marina Jaber, conocida como 'la chica de la bici', ha inspirado a otras jóvenes a moverse en bicicleta, donde está mal visto que las mujeres la utilicen. En Estados Unidos son conocidas las Ovarian Pyscos Bycicle Brigade, un movimiento de mujeres latinas feministas que patrullan la ciudad contra el machismo y el racismo. “Creemos que nuestras bicicletas conforman un concepto revolucionario”, explicaba una de las integrantes en este reportaje de Play Ground. Ya lo decía en 1895 el periódico The Columbian: las mujeres en bicicleta “están yendo hacia una mayor libertad”.