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Los fondos de inversión se lanzan al creciente negocio de la universidad privada mientras la pública se estanca

Algo se mueve en la educación superior privada. En los últimos meses, dos fondos de inversión con sede en Londres han comprado sendas universidades en Madrid. Pemira se hizo con la Universidad Europea por 770 millones de euros a finales del año pasado. Estos días, CVC Capital Partners está a punto de cerrar el traspaso de la Universidad Alfonso X El Sabio (UAX) por 1.100 millones, según adelantaba El Confidencial. ¿Quién dijo que la educación está en crisis?

Para muchos expertos, el movimiento es lógico desde la perspectiva de los fondos. El sector privado universitario, que comprende las propias universidades y las escuelas de negocios, facturó en 2017 un total de 2.255 millones de euros, con un crecimiento del 7%, según un estudio del Observatorio DBK. Lo tiene todo para atraer a la inversión que busca rentabilidad: volumen de negocio y una clientela constante y previsible: el alumnado.

“Por un lado, los fondos están saturados de efectivo por las políticas monetarias de los bancos centrales y están buscando cualquier cosa que dé rentabilidad”, opina José García Montalvo, profesor de Economía en la Universidad Pompeu Fabra. “Por otro, cada vez hay más gente con un nivel educativo universitario o más allá (un máster o un doctorado) y la tendencia seguirá: parece lógico pensar que las instituciones con capacidad de dar títulos pueden dar rentabilidad”, añade.

“Con capacidad de dar títulos”. Esa parece un poco la clave, y ni siquiera pensando concretamente en los alumnos españoles, sino como puerta de entrada a algo más. “Lo que se compra es la capacidad de dar títulos en Europa”, coincide Rafael Ramiro, profesor de Icade Business School. “Con la maquinaria comercial engrasada que tienen los fondos, desarrollarán la oferta digital para captar alumnos no presenciales de Latinoamérica y Asia. Sobre todo, importa el mercado asiático, hay miles de personas encantadas de venirse a Europa, y España da un título oficial europeo con unos costes muy baratos si lo comparas con EE UU o incluso Inglaterra”, sostiene.

Movimientos en un mercado con fuertes beneficios

El mercado está agitado. Primero fue la Universidad Europea de Madrid, que se puso a la venta al mejor postor. Y no le faltaron candidatos. El grupo americano Laureate Education eligió finalmente al fondo Permira, con sede en Londres, que desembolsó 770 millones de euros por esta universidad privada de Madrid, el campus de Valencia, el de Canarias y otros dos centros en Portugal.

Todos los interesados que llegaron a la última fase del proyecto eran fondos de inversión, interesados en hacerse con la segunda universidad privada más grande de España y con un beneficio de explotación de 50,9 millones de euros en el último año.

Llama la atención que la propia UAX pujó por la Europea, aunque su oferta fue desechada. Pocos meses después está cerrando su propia venta, en este caso al fondo CVC Capital Partners. Aunque ninguna de las dos partes ha hecho oficial la operación, tasada en unos 1.100 millones de euros según El Confidencial, fuentes próximas señalan que la inversión “encajaría perfectamente” en la política de CVC. La UAX tuvo un ebitda (beneficio antes de impuestos, etc.) de 84 millones de euros en 2017.

CVC es un fondo de inversión con sede en Londres y presencia en varios continentes y sectores, desde la alimentación hasta el servicio de atención en carretera pasando por la distribución de químicos. En España forman parte de Naturgy o Deoleo (dedicada a la alimentación y especialmente el aceite de oliva). El grupo tiene unos activos aproximados de 40.000 millones de euros. También pasó por el sector sanitario, gestionando varios hospitales privatizados de la sanidad pública madrileña. Acabó por vender ese negocio (ya con la marca Quirón) por 5.760 millones de euros.

Y hay terreno donde jugar. Mientras el número de universidades públicas se mantiene invariable desde hace décadas, las privadas no paran de crecer y ya suponen el 40% del total. Este mismo año se han aprobado tres nuevas en Madrid contra el criterio de los rectores de los centros públicos, que alertaban de que los nuevas universidades privadas son “academias sin investigación ni innovación”.

Lo privado aprovecha el estancamiento de lo público

Pese a que la parte pública del sector universitario español está algo atascada en financiación y alumnos, lo privado crece. Lo hace en el conjunto de su facturación y lo hace en cuanto a la parte del pastel que se lleva, especialmente en los codiciados másteres.

Así, en los últimos años las privadas han duplicado su cuota de alumnos de posgrado: en 2008 tenían un 15%, en 2016 habían subido al 32%. En los grados la subida es inferior (han pasado del 11% al 13% en el mismo periodo), pero en un contexto en el que las públicas están perdiendo alumnos, en parte por la demografía (menos jóvenes en edad de acudir a los campus), en parte por el encarecimiento de las tasas a raíz de la crisis, según algunos.

“Se ha visto un negocio, sobre todo con los másteres”, asegura Enrique Díez, profesor de la Facultad de Educación de León y coordinador del área federal de Educación de IU. “Es lo que se denunció con el 3+2 que trajo Bolonia (tres años de grado, dos de máster). Antes una carrera tenía un precio, ahora el segundo bloque es elitista. Las matrículas se vuelven prohibitivas, hay mucho negocio”.

El mercado es atractivo por su tamaño, coinciden otros expertos. Mucho alumno, previsibilidad de cuánto tiempo va a ser cliente e incluso cuántos irán entrando año tras año.

Recortar costes a pesar de las dudas sobre la calidad

“Necesitan crecer. Hay mucha sobreoferta a nivel privado y en formación no reglada. Probablemente se formarán grupos de educación integrados, no solo con la universidad, también en los colegios, de manera que se aseguren los alumnos”, opina Ramiro. “Aún no está pasando, pero los fondos entrarán ahí. La oferta privada universitaria no está muy diferenciada y la decisión de las familias muchas veces se basa en la primera a la que han ido”, vaticina.

Crecer y recortar costes como forma de vida para un fondo. “Es la gran tentación, reducir costes. Si se une esto a que el coste inicial puede ser bajo porque son universidades centradas en lo no presencial, lo online, esta tendencia será más fuerte en el tiempo”, advierte García Montalvo. Aunque el sector no sea especialmente propicio: “La reputación de las instituciones es parte del valor, y hay un límite [en España] porque algunas universidades privadas son muy malas”, asegura.

En España, salvo algunas excepciones (por ejemplo, aunque no solo, Deusto o la Universidad de Navarra y en general las escuelas de negocios), es comúnmente aceptado que las universidades privadas tienen peor calidad que las públicas, empezando por el hecho de que apenas dedican recursos a investigar. Así lo reflejan también los diferentes rankings, tanto nacionales como internacionales.

Y algunos temen que la entrada de fondos de inversión, con un único objetivo claro como es ganar dinero, pueda suponer una bajada de calidad. “Alguna ya es muy mala”, afirma García Montalvo. “La universidad ya empieza a parecerse a lo que alguien llamaba la ubersidad”, opina Díez. “Se fichan profesores estrella que dan caché al centro, pero el trabajo se basa en el profesorado precario, que actualmente ya suponen el 40% de las plantillas. Profesores que están ganando 300 o 400 euros al mes (los asociados). Ya está pasando, la pública está copiando los males del modelo empresarial”, argumenta.

Ramiro añade un matiz. “La calidad, salvo en universidades contadas y ciertas titulaciones, no es la mejor. En parte porque no nos vendemos, en parte porque no ofrecemos los servicios que quiere el estudiante, la infraestructura alrededor de una titulación”, reflexiona. Y cree que aquí se volcarán los fondos en sus centros. “Intentarán mejorar los servicios alrededor de los cuatro años de vida universitaria: integración de plataformas, herramientas, etc.”, sostiene.

La última pata: los colegios mayores

Otra pata de este desembarco, de la que se habla menos, es la parte presencial y de infraestructuras. Los fondos de inversión también están entrando en el sector de las residencias universitarias y los campus.

La oferta de camas en estos centros en España ronda las 100.000 plazas, y creciendo. Pero la consultora JLL calcula que aún existe una brecha de más de 350.000 camas entre oferta y demanda. Un hueco que también abre oportunidades de negocio si se cuenta con un beneficio del 5,25%, como calcula JLL.

En 2017 se invirtieron 560 millones de euros en el sector, según la consultora inmobiliaria JLL, debido a dos operaciones de compraventa. Por un lado se vendió el Grupo Resa, el mayor operador nacional de residencias de estudiantes. Por otro, el fondo Oaktree vendió su cartera de residencias a otro fondo, gestionado por GSA.

Desde el Consejo de Colegios Mayores, su presidente Nicanor Gómez Villegas explica que “en los últimos años han aparecido en escena diversos fondos de inversión que, por razones meramente especulativas y en ningún caso educativas, han abierto centros de tipo hotelero en toda España a los que han autoconferido sin tener ningún título para ello la condición de colegio mayor universitario”.

Y no lo ven como una buena noticia. “Los colegios mayores somos entidades sin ánimo de lucro con fines formativos, educativos y de compromiso, articulados a través de la puesta en marcha de conferencias, mesas redondas, talleres, cursos, etc. No repartimos beneficios. Y con la entrada de estos fondos de inversión el objeto educativo de los colegios mayores queda diluido, dado que su horizonte principal es maximizar beneficios”, sostiene Gómez. Según el Consejo, se han abierto centros de este tipo en varias capitales de provincia.

Rafael Ramiro añade a este elemento otro de infraestructuras: los campus universitarios. “Las universidades necesitan campus urbanos, un extranjero no quiere venir a Villanueva de la Cañada. Le pasó al Instituto de Empresa con el campus de Segovia, tuvieron que venirse a Madrid”, relata.