- Las filtraciones revelan conversaciones grabadas al Papa y despilfarro de fondos en la Curia, según los documentos que han llevado a la detención del prelado Lucio Ángel Vallejo Balda
“¿Si no sabemos custodiar el dinero, que se ve, cómo podemos custodiar las almas de los fieles, que no se ven?”. El propio Papa Francisco fue espiado y algunas de sus conversaciones grabadas, según se desprende de las filtraciones de documentos vaticanos que han llevado a la detención del español Lucio Ángel Vallejo Balda y de Francesca Chaouqui, y que serán publicados en sendos libros por los periodistas Luigi Nuzzi (cuyas investigaciones dieron paso al primer “Vatileaks”) y Emiliano Fittipaldi.
Decenas de documentos, imágenes y grabaciones que, según los autores de Via Crucis y Avarizia, demuestran la compleja lucha de Bergoglio para acabar con el despilfarro y las malas prácticas en la Curia romana. En la introducción del segundo libro, escrito por Fittipaldi, el autor relata que un alto cargo vaticano le reveló que “Francisco tiene que saber que las fundaciones a nombre de Ratzinger y de Wojtyla han ingresado tanto dinero que tienen más de 15 millones en el banco. Tiene que saber que las ofertas de sus fieles a través de San Pedro no van a los pobres, sino que se apilan en las cuentas e inversiones de más de 400 millones de euros”.
Ambas obras serán publicadas este jueves en Italia, y llegarán a España en diciembre. En una entrevista con La Repubblica, Fittipaldi se defiende de las críticas vaticanas, subrayando que “a través de documentos inéditos y una investigación minuciosa, detallo la riqueza del Vaticano, una serie de escándalos financieros de la Santa Sede que nunca han sido explicados, y el uso poco ético del dinero por parte de algunos monseñores”.
En sus páginas, a las que ha tenido acceso eldiario.es, el periodista utiliza documentos internos del Vaticano para tratar de demostrar los malos usos de las propiedades inmobiliarias de la Santa Sede (más de 5.000 solo en Roma), o el desvío de fondos de algunas fundaciones vaticanas para fines privados. Entre las revelaciones, Fittipaldi subraya cómo la fundación del hospital pediátrico Bambino Gesú pagó 200.000 euros para la renovación de apartamentos curiales, en especial el mega ático en el que vive el ex secretario de Estado, Tarcisio Bertone.
Curiosamente, fue Bertone quien “fichó” a Lucio Ángel Vallejo Balda como número dos de la Prefectura de Asuntos Económicos, siguiendo la recomendación directa del cardenal de Madrid, Antonio María Rouco Varela. Tanto Rouco como Bertone, viven hoy en dos polémicos pisos de lujo.
Según Fittipaldi, los 378.000 euros donados en 2013 por las iglesias de todo el mundo para ayudar a los pobres, la denominada Óbolo de San Pedro, terminaron en una cuenta opaca que se había utilizado en el pasado para pagar los gastos del departamento del Vaticano.
Ausencia de transparencia
Por su parte, Nuzzi incluye en Via Crucis algunas de las grabaciones atribuidas al Papa, que demuestran su malestar por el despilfarro romano. “Los gastos están fuera de control. Hay fraude”, subraya el pontífice en una de esas grabaciones.
“Santo Padre...Hay una ausencia total de transparencia en la contabilidad tanto de la Santa Sede como de la Gobernación”, según cinco auditores internacionales que escribieron a Francisco en junio de 2013, como recoge el libro de Nuzzi, que incluye cientos de correos electrónicos, actas de reuniones, conversaciones privadas grabadas y notas.
En cuanto a las propiedades del Vaticano, el libro las valora en 2,7 millones de euros, siete veces mayor que el importe consignado en el balance general, con unas rentas por debajo del 30% del mercado, y regalos de jubilación a cardenales y miembros de la Curia. La investigación añade que si se aplicaran las tasas de mercado, los hogares dados a los empleados generarían ingresos de 19,4 millones de euros en lugar de los 6,2 millones de euros registrados en la actualidad, mientras que otros edificios “institucionales” que hoy no generan ingreso alguno darían 30,4 millones de euros.
Por otro lado, Francesca Chaouqui, que ayer pasó un segundo interrogatorio, aseguró a la prensa italiana que el único culpable fue el sacerdote español. “Todo lo hizo él, yo incluso intenté pararle”, subraya la economista italiana, quien añade que “no tengo nada que ver con cuervos o topos, demostraré mi inocencia. Estoy tranquila, me siento bien con mi conciencia. He contado sólo la verdad a quien está investigando sobre la filtración de documentos en la Curia”. Sin embargo, algunos medios italianos subrayan que el marido de Francesca trabajó como informático en la Santa Sede.