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“La gente está muriendo porque no tiene acceso a ningún hospital en Liberia”

El día que el Gobierno español estaba repatriando a los misioneros españoles Miguel Pajares y Juliana Bohí desde Liberia, 28 personas morían por el brote de virus ébola del que huían el sacerdote –ya infectado– y la monja. Ambos trabajaban en un hospital en la capital del país, Monrovia, que ya no funciona. “Tenían pánico a ingresar en la unidad de infecciosos a la que se lleva a los enfermos locales”, ha revelado el director de su orden religiosa, José María Viadero.

Viadero, tras las gestiones con el Ejecutivo para devolver a los dos religiosos españoles, negocia para conseguir formar un equipo qjue actúe sobre el terreno. Las autoridades liberianas han cerrado todos los hospitales y los enfermos de ébola solo pueden acudir a una unidad de infectados, totalmente desbordada. “¿La gente? No lo sé, me imagino que se está muriendo”, responde el portavoz de la orden de San Juan de Dios, a preguntas de eldiario.es

El actual brote de ébola se ha cobrado al menos 961 vidas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En los dos días previos, otras 43 personas habían perdido la vida en África Occidental, la zona por la que se está expandiendo la epidemia. Se trata del brote más grave desde que se descubrió la enfermedad hace casi cuarenta años.

La infección de varios sanitarios y cooperantes en el continente africano disparó la atención de Occidente sobre el virus. “Lo que ha interesado a todos es el padre Miguel y la hermana Julia, principalmente el padre Miguel. Pero actualmente en Liberia no hay ningún hospital abierto”, recordaba José María Viadero.

El director de la Orden San Juan de Dios compara la situación de los extranjeros y los nacionales que residen en los países afectados. La orden tiene dos hospitales, uno en Sierra Leona, el país con más fallecidos (717), y otro en Liberia, el segundo país más afectado, con 554 casos. “El hospital de Liberia lo cerraron y los tres hermanos que se infectaron –el padre Miguel y las monjas de la Inmaculada Concepción Chantal (congoleña) y Paciencia Melgar (guineana)– se trasladaron al convento de las hermanas”, cuenta.

Allí las dos religiosas, a las que el Gobierno rechazó expatriar porque no eran españolas, reciben el cuidado de William, un único enfermero que se ocupa solo de las enfermas, “durante las 24 horas del día”. “Pero comparado con el nivel sanitario del país están bien cuidadas, aunque no como nos gustaría”, añade.

Enfermos de primera y de segunda

En Monrovia la única salida para los enfermos nacionales es la unidad para infecciosos de uno de los hospitales cerrados en la capital. “Para los expatriados, que es como conocen a los extranjeros, me informan de que hay dos clínicas pequeñas, donde va gente que trabaja en cooperación y en empresas. Ahí no tiene acceso la población local”, continúa.

La unidad de infecciosos es una imagen mental que Viadero no quiere construir. Cuando hablaba por teléfono con los tres misioneros enfermos, los tres sentían “pánico” de que les enviasen a esas dependencias. El director se niega a explicar la situación que le trasladaron los enfermos. “Son rumores que no me quiero creer. Pero en África, muchas veces, los rumores se convierten en verdades”, dice. “¿Qué está pasando con la gente? Pues me imagino que se estará muriendo”.

“Por eso es tan importante volver y reabrir el hospital”, reitera en varias ocasiones. La organización está gestionando el envío de un dispositivo de entre cuatro y seis personas que vayan a Liberia, lo antes posible. “Si es el lunes, mejor que el miércoles”, indica el religioso.

Los “más racional” era permanecer en África

Las diferencias entre los enfermos también han abierto un debate sobre las repatriaciones. EE UU trasladó a su país a dos cooperantes que habían contraído el virus y España ha sido el primer país europeo que ha repatriado a ciudadanos enfermos de ébola. En los países afectados, la epidemia continúa y las víctimas se cuentan por decenas al día.

El director de Juan Ciudad ONGD admite que el debate sobre la legitimidad de la medida es complejo. “Por muchas cosas. Por problemas éticos, problemas morales”, apunta. “¿Por qué estos sí y los que están allí muriendo de un simple catarro no? Es complicado”, reconoce Viadero.

“Los dos religiosos que hemos traído han venido porque fueron ellos los que lo pidieron. De lo contrario tal vez hubiéramos contemplado otra cosa”, cuenta. “En mi opinión, pero esto es algo personal, desde el punto de vista sanitario de esta enfermedad, lo más sostenible y lo más racional hubiese sido quedarse allí”, prosigue.

Sin embargo, prefiere centrarse en el regreso a África. “La alerta de la OMS creo que nos va a ayudar porque hace ponerse las pilas a nivel mundial”, opina Viadero. A continuación, retoma las palabras del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sobre la crisis del ébola como una “prioridad”. “Me parece bien pero igual lo tenía que haber dicho antes. Ahora hay casi 1.000 muertos. Pero, bueno, creo que nos facilitará nuestro trabajo allí”, apunta.