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El Gobierno arranca el rastreo de coronavirus en aguas residuales de 30 municipios para alertar de forma temprana de rebrotes

Marta Borraz

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Los puntos de alerta de coronavirus en el agua

Red de puntos de control en estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) y zonas de baño para alertar de posibles rebrotes de COVID-19

Fuente: Dirección General del Agua de la Secretaría de Estado de Medio Ambiente (Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico)

Echa a andar el sistema que le seguirá el rastro al coronavirus en las aguas residuales que circulan bajo las alcantarillas. Tras las experiencias desarrolladas en comunidades autónomas y ayuntamientos, el Gobierno ha dado luz verde a una red nacional que se distribuirá, en principio, en 30 puntos, según ha informado La Moncloa. Tres decenas de estaciones depuradoras de las que semanalmente se tomarán muestras para analizar en el laboratorio y poder medir el ritmo de la epidemia en nuestro país. El proyecto, coordinado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y el Ministerio de Sanidad, se pondrá en marcha la próxima semana con las estaciones de la Comunidad de Madrid, País Vasco, Galicia, Extremadura, Navarra y Asturias.

El último paso del diseño del sistema, que se alargará un mínimo de nueve meses y para el que se destinan inicialmente dos millones de euros, ha sido la elección de los puntos, que se han consensuado con las comunidades en base a criterios como la movilidad, el impacto previo del virus o la representatividad geográfica. No obstante, pueden cambiar “para adaptarse” a la evolución de la situación, e incluso podrían aumentar, según explican fuentes de Transición Ecológica. Por ahora, al menos una depuradora seleccionada está en todas las autonomías, excepto en Murcia y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. En la Comunidad de Madrid, uno de los territorios más castigados, habrá cuatro; y uno en Igualada, que sufrió una gran incidencia en marzo.

El proyecto VATar-COVID-19, que se desarrolla con el CSIC, tiene como objetivo actuar como indicador epidemiológico y sistema “de alerta temprana” ante posibles rebrotes como los que ya se registran o futuras posibles segundas olas. “Las experiencias previas en la utilización de esta herramienta han demostrado su sensibilidad, incluso cuando la prevalencia de la COVID-19 presenta niveles bajos en la población”, señala el Ministerio. La idea es que sea un mecanismo complementario a los imprescindibles de rastreo, vigilancia y detección de casos implementados en todas las comunidades y que permita “alertar a las autoridades sanitarias sobre la propagación de la enfermedad”.

En qué consiste el sistema

¿De qué forma? Hoy se sabe que el SARS-CoV-2 no solo se excreta por las vías respiratorias, sino que también lo hace por el tracto gastrointestinal. De esta forma, las heces se convierte en una especie de vehículo de transmisión del virus que va a parar a las aguas residuales. Un análisis de estas muestras, según las investigaciones ya realizadas, permite concluir a qué nivel está transmitiéndose. Es decir, lo que se encuentra bajo las alcantarillas puede ser un buen termómetro de lo que ocurre arriba. En algunos casos incluso se han revelado muestras positivas en fechas anteriores a que llegara el pico epidémico de hace meses y cuando el número de casos clínicos confirmados era bajo, señala el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), que ha recopilado la evidencia científica disponible.

Holanda fue el primer país en encontrar ARN del virus en las aguas fecales y España ha seguido la estela con múltiples investigaciones y proyectos que ya se desarrollan en lugares como Murcia, Valencia, Barcelona, Málaga o Asturias. Las dos primeras fueron las precedentes: en Murcia, un grupo de investigadores analizó entre el 12 de marzo y el 14 de abril muestras de seis estaciones depuradoras y encontraron virus en las aguas; en tres municipios, Lorca, Cieza y Totana, estaba entre 12 y 16 días antes de que los primeros casos fueran declarados.También en Valencia, donde el proyecto se desarrolló en colaboración con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universitat de València. Otra investigación de Barcelona llegó a hallar material genético en aguas congeladas de marzo de 2019, aunque los resultados están aún pendientes de revisión. En cualquier caso, ese mismo estudio, ya anticipaba la presencia del virus en la ciudad en enero, 41 días antes del primer contagio local que se notificó el 25 de febrero.

En el proyecto VATar-COVID-19 las muestras, a las que se les hace una PCR, serán analizadas en laboratorios de investigación del CSIC, en concreto del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA) y del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS), y de la Universidad de Barcelona y de Santiago de Compostela. “Nos hemos repartido las 30 plantas por criterios de cercanía y logística y recibiremos las muestras cada semana; en función de cómo evolucione la epidemia, se podrán recibir más”, indica Gloria Sánchez, que lidera al equipo de investigadores de IATA-CSIC. Todos los grupos enviarán los datos analizados en base a un mismo protocolo a la empresa pública TRAGSATEC, que se encargará de su centralización, y esta a su vez al Ministerio de Transición Ecológica.

El sistema tendrá que lidiar con las limitaciones que aún se intentan dirimir en investigaciones. Por ejemplo, no se sabe aún qué porcentaje de infectados lo expulsan en sus heces –algunos estudios reportan un 35%, otros un 100%–; las precipitaciones pueden diluir la carga viral en las aguas o todavía no es posible correlacionar el nivel detectado en las muestras con un número exacto de personas con el virus, algo que también se está desarrollando.

Junto al control de las aguas residuales en las depuradoras, el proyecto incluye también el análisis de las aguas de diez zonas de baño como ríos, lagos o embalses de Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Galicia, Madrid y País Vasco. El objetivo es estudiar qué efecto puede causar el virus en ellas porque “aún no se tiene claro el riesgo que pueda haber, sobre todo en zonas de aguas estancadas”, explica Sánchez, por eso “se ha decidido hacer también estas analíticas”. Esta segunda pata del sistema ya arrancó el pasado 22 de junio, cuando comenzaron a tomarse las primeras muestras. La intención es que esta parte del proyecto esté en marcha durante tres meses, coincidiendo con la temporada de baño, e incluya dos muestreos cada mes.

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