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Sanidad prepara los tres pilares del plan de “transición” del confinamiento: test en hospitales, estudios poblacionales y 'Arcas de Noé'

El ministro Salvador Illa, el presidente Pedro Sánchez y la portavoz del Centro de Alertas María José Sierra.

Belén Remacha

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Sanidad prepara ya un plan para comenzar la “desescalada” del confinamiento. El descenso en el ritmo de casos confirmados de coronavirus que reflejan los datos de los últimos días trae algo de luz al Gobierno, aunque aún lo observan con “mucha prudencia”. Lo primordial es “consolidar” esa tendencia, según el ministro Salvador Illa, pero ya se mira más allá: “Estamos concluyendo, si no hemos concluido, una primera etapa. Debemos abordar la segunda y doblegar el pico”. Tras el periodo más cruel, en el que el sistema sanitario se ha visto sobrepasado con más de 12.000 personas fallecidas y 130.000 positivos, comienzan a plantarse las bases de la estrategia que requerirá la nueva fase. El ministro prefiere llamarla “de transición”, y en ella se priorizará la monitorización del personal sanitario y de la población leve y asintomática.

El confinamiento todavía durará, como mínimo, hasta el 26 de abril. Durante mayo, como adelantó Pedro Sánchez, el estado de alarma continuará, aunque no tiene por qué ser igual. “Será distinto” y las restricciones podrán ir relajándose, de acuerdo con lo que deslizó este fin de semana. Nadie se atreve a dar plazos pero sí han avanzado pasos concretos en los que están “trabajando”. Además de la posible obligatoriedad de las mascarillas, “en estudio” porque “no se va a exigir nada que no se pueda cumplir”, las principales claves para que se pueda efectuar esa relajación están directamente relacionadas con el millón de test de anticuerpos que llegaron la semana pasada de China y que, tras ser comprobada su fiabilidad en el Instituto Carlos III (ISCII), han sido repartidos entre las comunidades. A la más afectada, Madrid, irán 206.000.

Testeo a profesionales sanitarios

El primer objetivo de los 'test rápidos', tal y como ha reiterado Illa, va a ser un “cribado rápido en lugares donde la prevalencia de la enfermedad es alta”, esto es, centros sanitarios y residencias de ancianos, para pacientes y trabajadores. Una vez cumplido, al menos mayoritariamente, podrá valorarse implantarlos en otros sectores.

Será una “complementariedad” a la principal estrategia nacional de diagnóstico, que desde el inicio de la crisis son las pruebas PCR que paralelamente afirman que se están reforzando –el ministro repite desde hace semanas que se hacen “entre 15.000 y 20.000 diarias”–. En total, ha señalado este lunes, se han practicado unas 600.000 pruebas. Los ‘test rápidos’, a los que el ISCIII atribuye una efectividad del 80% a partir del séptimo día desde la infección, liberarán, según los cálculos de Sanidad, entre un 40 y un 60% de sobrecarga a los laboratorios con PCR: tendrán que repetirse aquellos resultados que den negativo, pero los positivos se darán automáticamente por válidos. Parecen haberse descartado de los planes los test de antígenos, tras los 640.000 que adquirió el Gobierno y resultaron defectuosos.

Según Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS) y Director General de Salud Pública del ministerio de 2008 a 2011, el cribado entre sanitarios y demás personal esencial (también, por ejemplo, limpiadoras) es clave en una “fase intermedia”: “Habrá que comprobar qué personal ha pasado la infección y está disponible y cuál no, planificar flujos en los centros para que no se mezclen pacientes, racionalizar los recursos... Y hasta que no se haga ese testeo, es muy complicado planificarlo”. Todo lo describe Hernández como “base” de la meta final, más a largo plazo: “Conseguir un sistema de vigilancia en la Atención Primaria, con capacidad para detectar las eventualidades, como cuadros de fiebre sospechosos, y que la transmisión se pueda detener a tiempo”.

Un estudio de seroprevalencia poblacional en marcha

Un segundo posible destino de esos test, y de otros que vayan llegando, será como “herramienta de control epidemiológico para verificar cuánta gente ha pasado el virus”, en palabras de Illa. Esto está “en estudio”, “muy pendientes” de las experiencias de otros países. En esta línea, el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), dependiente de Ciencia, tiene ya en marcha un “gran estudio de seroprevalencia” sobre el estado de inmunidad poblacional a la COVID-19. Lo anunció el domingo la portavoz del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, María José Sierra. Aunque desde Sanidad esperan que esté listo “en pocas semanas”, desde el organismo no dan detalles acerca de en qué etapa de elaboración está.

Ese tipo de estudios poblacionales están sujetos a que se confirme que las personas que ya han pasado la COVID-19 quedan inmunizadas al menos por un tiempo largo, aunque todas las investigaciones científicas parecen señalar en esa dirección. Benito Almirante, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas, define también los test de anticuerpos como algo “útil para la población general porque nos permiten conocer cuánta carga de enfermedad ha habido por grupos de población. Si en un barrio seleccionado, de 1.000 personas, 400 nos dan positivo, la ha pasado el 40%, y por tanto es un área muy protegida. Si sale un 5% habrá que tener más cuidado, porque es más probable que penetre ahora o en el futuro”.

Ildefonso Hernández también razona que esa es la salida más viable, más que un testeo masivo a casi toda la población, un procedimiento que dependería mucho de la cantidad de pruebas disponibles para llevarse a cabo. Pero sí será de interés “tomar muestras en áreas que nos interesen especialmente, porque pensemos que ha habido mucha prevalencia o que ha habido poca, para conocer el alcance real. Las estimaciones con los que trabajamos actualmente tienen unos intervalos de confianza muy altos. Necesitamos más precisión”. Propone que “estaría bien que las empresas colaboraran con servicios con los que cuenten para tomar medidas y organizar flujos laborales. Aún falta mucho para que un trabajador de un bar vuelva, pero de cara al día 13, podría plantearse que las empresas participen como actores relevantes en los planes de contingencia, para que se cumplan como un reloj”.

Los hoteles para pacientes leves o asintomáticos

El otro avance sobre los planes para la “transición” o “desescalada” que ha hecho el Gobierno ha sido que quiere disponer de infraestructuras como hoteles y polideportivos para asistir ahí a pacientes leves o asintomáticos. Ha pedido a todas las comunidades, para antes del viernes, un “listado” de todos los lugares públicos y privados que podrían servir. Se instaurarían así las conocidas durante la epidemia en China como ‘Arcas de Noé’. El ministro Illa lo ha presentado como una “opción” para quienes lo necesiten, sobre todo en el caso de personas vulnerables cuyos domicilios “no reúnan las condiciones” para pasar el aislamiento, aunque no se descartan otras acciones siempre con “respeto a los derechos y libertades”.

En el marco de la “transición y desescalado” se toman “decisiones muy difíciles”, dice el ministro, sobre todo porque “no hay precedentes” fuera de Asia sobre cómo se sale de esta pandemia: España e Italia, ya casi a la par, van por delante de todos los demás países europeos. Una de esas “decisiones difíciles” será ver cómo se ponen en funcionamiento las 'Arcas de Noé', pero, como recuerda Hernández, “es una solución que está en todas las hojas de ruta de salud pública”. Sin embargo, “efectivamente, no hay precedentes”. A Hernández, como director general de Salud Pública, le tocó lidiar con la Gripe A y “aquello ya nos pareció una crisis, pero ni nos planteamos algo así. Actualmente, todo son posibilidades que habrá que diseñar y evaluar continuamente”.

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