El pasado miércoles falleció un trabajador de 54 años mientras realizaba unas obras de asfaltado en una carretera cerca de la localidad sevillana de Morón de la Frontera. Ese día la región se encontraba en alerta naranja por una ola de calor y las temperaturas de la zona rondaban los 40 grados. La consejera de Salud andaluza, Marina Álvarez, confirmó el viernes que la muerte fue consecuencia de un golpe de calor.
Este tipo de afección, la más grave de las enfermedades provocadas por el calor, se produce cuando el cuerpo se vuelve incapaz de controlar su temperatura debido a una excesiva sobrecarga térmica y puede causar la muerte o graves lesiones.
Según el Instituto Nacional de la Seguridad y la Higiene en el Trabajo (INSHT), el golpe de calor “se caracteriza por un incremento elevado de la temperatura interna por encima de 40,5 °C” y por tener “la piel caliente y seca debido a que no se produce sudoración”.
Sin embargo, el golpe de calor no es el único mal que puede afectar a aquellos trabajadores que desarrollan su actividad en condiciones de mucho calor. Estas personas están sometidas a lo que se conoce como estrés térmico, que depende fundamentalmente de tres factores: la temperatura ambiente, el tipo de ropa y la actividad que están realizando.
Según un informe del INSHT, organismo que depende del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, al trabajar en estas condiciones el cuerpo de una persona se altera y se produce lo que se conoce como sobrecarga térmica, que es “el coste que le supone al cuerpo humano mantener la temperatura interna en unos niveles adecuados”, es decir, entre los 35 y los 37 grados centígrados.
Para ello, el cuerpo activa una serie de mecanismos fisiológicos que ayudan a rebajar la temperatura, como son la sudoración o la vasodilatación –el aumento del calibre de los vasos sanguíneos–. Sin embargo, en circunstancias de alta sobrecarga térmica estos mecanismos no son suficientes y la temperatura central del cuerpo puede llegar a superar los 38 grados, lo que puede producir diversos daños. Si la temperatura supera los cuarenta, los efectos llegan a ser fatales.
Las afecciones que pueden surgir por una sobrecarga térmica van desde erupciones cutáneas, calambres musculares debidos a la pérdida de electrolitos a través del sudor o desvanecimientos causados por una bajada de tensión.
Además, según señala el INSHT, el calor también aumenta la probabilidad de sufrir un accidente laboral, ya que la sobrecarga térmica disminuye la capacidad de percepción y de atención y afecta a la memoria.
El servicio de asistencia técnica del sindicato UGT indica en que “si bien en ocasiones no se puede evitar estar en situaciones de estrés por calor se deben adoptar medidas encaminadas a evitar la aparición de las consecuencias”: hidratación y organización del trabajo (con sus descansos) .
Más olas de calor con el cambio climático
Dado que la sobrecarga térmica depende de varios factores, no existe una temperatura fija a partir de la cual se establezca un límite. Aún así, la Organización Internacional del Trabajo afirma que “las temperaturas por encima de 35 ºC suponen un riesgo para la salud y reducen la productividad”, especialmente en aquellos trabajos relacionados con la construcción y la agricultura, que requieren bastante actividad física.
Además, en un informe publicado el pasado año, esta organización advierte de que hay que prestar especial atención a las olas de calor, pues “son particularmente peligrosas para los trabajadores expuestos y son más frecuentes como resultado del cambio climático”.
Es una advertencia que ya lanzó en 2009 otro informe publicado por el INSHT, en el que se aseguraba que “con los fuertes calores del verano en nuestro país y teniendo en cuenta que se espera que aumenten las olas de calor debido al cambio climático, esta amenaza se extiende a muchos más tipos de trabajos y condiciones”.
La normativa no fija unas condiciones de temperatura
En ese mismo informe los técnicos alertaban de que “el estrés térmico y sus consecuencias pueden ser especialmente peligrosos en los trabajos al aire libre, como en la construcción y en la agricultura”, ya que al depender de las condiciones ambientales, “no suele haber programas de prevención de riesgos como en los trabajos donde el estrés por calor es un problema a lo largo de todo el año”.
En España las condiciones de seguridad en el trabajo están reguladas por la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) y por un Real Decreto que establece las disposiciones mínimas de seguridad y salud en los lugares de trabajo. Pero estas normativas no recogen unos rangos de temperaturas específicos para trabajar al aire libre.
Aun así, el INSHT apunta hacia una serie de medidas de prevención, también recogidas por otras instituciones internacionales como la OIT, entre las que destacan: vigilar las previsiones meteorológicas para planificar el trabajo diario, regular los horarios para que la actividad más exigente se realice en los momentos de menos calor de la jornada, modificar los horarios de trabajo durante el verano o establecer la rotación de trabajadores.