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Del 'qué hacías sola a esas horas' al 'quedaste sabiendo lo que hay': el toque de queda amenaza con ser un nuevo estigma para las mujeres que sufran violencia sexual

Manifestantes durante un 8M

Ana Requena Aguilar

28 de octubre de 2020 23:21 h

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Qué hacía sola a esas horas por la calle. Ella subió con él a su casa porque quiso. Llevaba minifalda. Seguramente muchas de esas expresiones nos suenen rancias, obsoletas. Sin embargo, la vergüenza y la culpa social están detrás de que las mujeres apenas denuncien la violencia sexual, como mostraba la última Macroencuesta sobre violencias machistas y como subrayan las especialistas. Ahora, el toque de queda que acaba de instalarse en nuestras vidas amenaza con convertirse en otro estigma para las mujeres que sufran violencia sexual.

Expertas y organizaciones alertan, primero, del riesgo de que el miedo a salir a la calle durante la franja horaria nocturna haga que haya mujeres que permanezcan en situaciones incómodas o violentas y, segundo, que la penalización social se recrudezca en forma de juicio a las mujeres. Es decir pasar de ese 'qué hacías sola en la calle' a 'por qué quedaste sabiendo lo que hay', 'por qué te fuiste con él si sabías que luego había toque de queda'.

“En este momento en que aumenta la vida que se hace en espacios privados, los actores de control de la violencia se reducen mucho y aumenta el espacio de soledad. Las limitaciones horarias hacen que una mujer que quiera parar una cita que se tuerce pueda sentir la presión de que la otra persona se tenga que queda en casa o de no sentirse suficientemente libres para abandonar el lugar en el que están”, explica la abogada especializada Carla Vall, que se refiere a las agresiones sexuales que se producen en encuentros que en un primer momento son consensuados. La mayoría de agresiones sexuales las cometen, de hecho, hombres conocidos.

Aunque una situación de riesgo o ser víctima de un delito es una de las excepciones por las que es posible salir a la calle durante el toque de queda, las dudas, el temor y, sobre todo, la falta de un mensaje público claro y explícito es contraproducente para las mujeres. “Es el momento de hacer campañas de sensibilización que no estén dirigidas al control de las mujeres, sino al énfasis de sus libertades”, señala la experta en violencia sexual Bárbara Tardón. Tardón subraya que las agresiones en 'citas' son frecuentes y que el contexto actual favorece que se den en espacios privados y aumente la sensación de que es difícil escapar si lo necesitas.

Por eso, añade, el mensaje debe ser claro: “Combatir la sensación que algunos hombres pueden tener de que va a se más fácil controlar a las mujeres, y también combatir el prejuicio y la culpa que puede surgir en las mujeres por haberse 'expuesto' en una situación así”. Y dejar claro que puedes salir a la calle si te sientes en riesgo.

Vall cuenta que ya durante las fases de desconfinamiento detectaron este efecto: “Muchas mujeres, al pensar que se estaban saltando de alguna manera una norma del estado, se sentían más culpables aún de lo habitual y les daba más vergüenza todavía denunciar y acceder a servicios. En los delitos con un componente de género fuerte la sanción social va siempre hacia la mujer: el qué haces sola a las cinco de la mañana se ha cambiado por qué haces saltándote una norma”.

Estereotipos

Es lo mismo que explica Mariti Pereira, portavoz de la Asociación de Asistencia a Víctimas de Violencia Sexual y de Género (Amuvi). “Si ya es difícil denunciar la violencia sexual en una situación normal no digamos ahora. A las víctimas se las estigmatiza por todos lados, se hacía ya con las mujeres que quedaban por Internet, ahora el miedo es que te juzguen por haber quedado. Eso solo agranda la culpa y hace que las mujeres no denuncien porque total para qué”. Pereira da cifras que ayudan a hacerse a la idea: entre enero y septiembre atendieron a 7.600 personas, pero solo alrededor de 400 casos han terminado en denuncia.

Para Encarna Bodelón, jurista del grupo Antígona y coautora de varias investigaciones sobre violencia sexual, el primer problema es que en una situación como la actual “no haya denuncias” o no tantas como debería. “Si se llega a judicializar sí estarán muy presentes los estereotipos que tenemos, sobre todo si estamos en el ámbito privado, donde parece que si damos un consentimiento inicial ya vale todo lo que pasa después”.

Una de las últimas investigaciones de Bodelón indaga precisamente sobre los estereotipos en sentencias de agresiones sexuales. Uno de ellos opera sobre la sexualidad femenina, “parece que es algo prescindible”. La experta concluye con una reflexión: “¿Se ha planteado cómo van a actuar los servicios de prevención y atención en este contexto?, ¿están adaptados a esta situación? Las mujeres tienen que percibir esto como una prioridad social”.

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