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Los hombres jóvenes no identifican igualdad de género con feminismo

Elena Cabrera

10 de marzo de 2021 23:01 h

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Apenas un 54% de los jóvenes varones (entre 15 y 29 años) se identifican con los valores del feminismo, a pesar de que el 69,9% sí lo hace con los de la igualdad de género, según la radiografía general que dibuja el 'Informe Juventud en España 2020', del Instituto de la Juventud (INJUVE) presentado este pasado miércoles 10 de marzo.

De todas las causas movilizadoras de esta juventud, que “ha tomado las banderas verde y morada como causas de su generación”, en palabras de Pablo Simón, investigador principal del estudio, la igualdad de género es la más importante. Aunque las cifras de los varones que lo apoyan son importantes, están unos veinte puntos por debajo de las mujeres, que abrumadoramente se ven comprometidas con el feminismo (80,9%) y con la igualdad de género (84,6%). Los hombres adolescentes (15-19) son los menos conscientes de los estereotipos. Se ha llegado a estas conclusiones mediante el “experimento”, en palabras de Simón, de preguntar a la mitad de la muestra —que es de casi 6.500 entrevistas— por un término y a la otra mitad, por el otro. Esta contradicción indica, según el politólogo, que “la etiqueta [feminismo] empieza a estar políticamente connotada”.

En general, en la suma de hombres y mujeres, el estudio detecta que aunque tienen esta posición frente a la igualdad de género, en el ámbito doméstico actúan de otra manera, sobre todo cuando tienen hijos, pues se produce un reparto desigualitario del trabajo doméstico y de cuidados, donde ellas asumen una carga mayor del trabajo reproductivo. Mientras la mujer en pareja de entre 25 y 29 años invierte casi cuatro horas diarias en estas tareas, en los hombres es la mitad: dos horas.

La catedrática de la Universidad Carlos III y Directora del Instituto Universitario de Estudios de Género, Rosa San Segundo, explica que estos datos “denotan la deficiencia del sistema educativo” al respecto de la educación en igualdad. “Se está incumpliendo la Ley para la igualdad efectiva de hombres y mujeres de 2007, porque los grados y posgrados tienen que incorporar asignaturas de género y no lo están haciendo, la universidad debería recoger la perspectiva de género en todas las carreras”, dice San Segundo. Pero el problema no radica únicamente en los estudios superiores: “tampoco los encontramos en primaria ni en secundaria, ni en los libros de texto aparece contenido sobre las mujeres en la historia”. “Es una cuestión de incultura porque los jóvenes no reciben una formación ni en feminismo ni en derechos civiles pero luego lo que sí que ven es un partido negacionista en el Congreso”, añade. “Se han hecho muchos avances [en los derechos de las mujeres] pero estamos en un proceso de retroceso, de involución y de ataque”.

La educación pornográfica

Esta investigación del INJUVE también arroja novedades sobre la preferencia sexual y la autodefinición de género: por un lado, el 16% de los jóvenes se declara no heterosexual y, en el segundo aspecto, solo el 75% se coloca en los polos masculino y femenino, por lo que el resto tiene una categorización fluida: “las etiquetas de género se están moviendo”, destaca Pablo Simón.

Respecto a su sexualidad, uno de cada tres jóvenes se inspira en el porno cuando tiene relaciones sexuales y en la encuesta se ve la tendencia de que a menor nivel educativo, mayor protagonismo de la pornografía como educadora sexual. Rosa San Segundo confirma que este es uno de los grandes problemas en la formación de los jóvenes: “no hay educación sexoafectiva, se está educando con la pornografía y eso es una barbaridad, porque se ha demostrado que hay una erotización de la violencia que va en aumento”.

Y en cuanto al consentimiento de las relaciones, el 10% de los jóvenes dice haber tenido relaciones sexuales que no hubiera querido tener, una respuesta con mayor peso entre las mujeres y la población no heterosexual. “Los varones están viendo que pierden poder, espacio y ciertas ventajas. El machismo también les está afectando a ellos”, valora la experta en género.

Una generación dos veces golpeada

La juventud que se ve reflejada en estos datos es la que ha pagado los efectos de dos crisis concatenadas: la de la Gran Recesión y la de la COVID, y aún así, no está desmotivada, sino que está interesada por la política y el activismo. Pero asume que la emancipación es ahora todavía más complicada que antes de la pandemia —la edad media en España está en los 29,5— y la mitad de los que querrían irse de casa de sus padres, no puede hacerlo. Es la generación de “la década perdida”, como la ha llamado María Teresa Pérez, directora del Instituto de la Juventud.

Ligado a este momento de incertidumbre, también ha decrecido el deseo de tener hijos y sus condiciones laborales se han precarizado. A finales de 2020, el 26% de la población joven trabajaba a tiempo parcial (esta tasa cae al 13% en los mayores de 30) pero en realidad el 35% de ellos trabaja menos horas de las que desea.

Una de las grandes preocupaciones de la pandemia fue cómo estaría afectando al rendimiento académico. La respuesta que da el Injuve es preocupante: un 11,2% no ha podido seguir el curso con normalidad (indican en sus respuestas que han aprendido por debajo del 50% respecto a un año normal). Las mujeres han sorteado mejor el impacto negativo pero en los hogares en los que algún miembro de la familia ha perdido el empleo, los jóvenes han estado más sometidos a estrés y eso ha afectado a su rendimiento académico. Todo esto apunta a un recrudecimiento de la brecha educativa, ya que tener padres o madres con estudios está asociado a mejores resultados académicos y los y las estudiantes de la concertada o privada parten con ventaja. 

El informe ha estudiado también la ludopatía en los jóvenes: el 16% juega regularmente a juegos de azar y el 12% lo hace online, una adicción muy masculinizada, pues aparece en el 19,5% de los hombres frente al 4,6% de las mujeres.

La foto retrato de la juventud es un tanto escasa en número (poco más de 10 millones) habiendo perdido casi tres millones desde los años 90, pero es diversa —un 14% ha nacido fuera de España—, está comprometida y es solidaria.