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Las incógnitas de un brote inesperado: cómo la viruela del mono se expandió por todo el mundo

En tres meses, la viruela símica ha pasado de patología local a global. El virus se conocía. También su manera de transmitirse, las lesiones que podía llegar a causar y los países a los que afectaba de manera endémica en África Occidental y Central. Algunas veces, este virus había llegado a Europa o a Estados Unidos, pero se había quedado en un hecho puntual y controlado. En un aviso. Desde que el pasado mes de mayo Reino Unido dio la voz de alarma hasta los primeros compases del mes de agosto, la viruela del mono ha dejado más de 30.000 contagios repartidos por todo el mundo. En España, acaban de superarse los 5.000 casos, segundo país solo por detrás de EEUU, que ya lleva 8.934.

El brote aún genera incertidumbres sobre cómo evolucionará, admiten en el Ministerio de Sanidad. Por el momento se desconoce su origen. No se sabe en qué momento se inició o la manera en la que comenzó a expandirse. Llegar a saber esto o tratar de dilucidar sus cadenas de transmisión será un trabajo que llevará años y que, además, no es algo que se mire con urgencia. Eso es lo que opina Marta Mora, infectóloga de la Comunidad de Madrid y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

La experta pide “mirar hacia adelante” para lograr el control de la infección y para frenar también “la siguiente enfermedad emergente, que seguro que vendrá”. Desde la Sociedad, llevan tiempo anunciado que a las enfermedades infecciosas solo se les podrá frenar con un cambio de estrategia más basada en la anticipación que en la reacción.

“No sabemos cuándo empezó esto. Es probable que el paciente cero viajara y se infectara en Nigeria o en alguno de los países de la región a través de una transmisión zoonótica [de animal a humano]”, explica Mora. “Saber quién es ese paciente cero, dónde apareció y cuáles fueron luego las cadenas de transmisión llevará mucho tiempo y eso ya lo vimos durante las investigaciones del VIH”, compara. Para la doctora, mirar hacia atrás no es lo más importante en este preciso instante y sí, mirar hacia el futuro con los conocimientos sobre globalidad adquiridos tras la pandemia de la COVID-19 y el brote de viruela símica que sigue avanzando, aunque a menor ritmo.

“Este virus ya había estado en otros países. En EEUU hubo un brote limitado. Hasta ahora, no había habido un brote tan grande fuera de África”, añade el dermatólogo Josep Riera-Monroig, del Hospital Clínic de Barcelona, que asegura que el número de pacientes que acuden con la dolencia se ha estabilizado.

Es posible que, antes de la pandemia de coronavirus, Mora no hubiera esperado un brote de este tipo en viruela del mono. “Pero ahora mismo, después de lo que hemos aprendido de globalidad, diría que tendríamos que haber estado más alerta”.

¿Por qué ahora y no antes?

Para el catedrático de Inmunología en la Universidad de Valladolid Alfredo Corell lo más llamativo no es que España haya superado ya la cifra de los 5.000 casos de viruela del mono, sino que la infección se haya expandido tanto desde que surgió. “El hito es que tengamos más de 80 países con casos encadenados de persona a persona”. “Me parece sorprendente que haya habido por primera vez unas cadenas de transmisión tan largas de este virus fuera de África”, explica. Que esta vez no se trate de un caso “aislado” y que los casos iniciales no se hayan podido controlar es la gran diferencia. “Esta es la gran duda. Por qué está pasando esto a diferencia de los años anteriores”, se pregunta Corell.

Para el inmunólogo, el brote se ha hecho fuerte por dos causas importantes. En primer lugar, que cada vez menos gente joven está vacunada contra la viruela. En segundo lugar, que en los inicios del brote, el virus se transmitió “en algún tipo de grupo de hombres que tienen sexo con hombres con prácticas de riesgo” y pudo llegar a los distintos países “a través de festivales o encuentros internacionales”.

Corell considera que hace falta más agilidad a la hora de detectar y abordar los casos y que eso, combinado con las vacunas, será la vía más importante para reducir el número de infecciones. “Es un virus muy fácil de controlar comparado con el de la COVID-19”, asegura y añade que cree que esta lentitud en la detección precoz de la viruela del mono se debe, de manera inequívoca, a que esta enfermedad “se ha estigmatizado desde el principio”. “Ahora la gente no quiere contar dónde lo ha pillado ni con quién. Con lo cual, detectar las cadenas de contagio está siendo tremendamente difícil, por no decir imposible”.

La detección precoz es una de las claves y es fundamental para “cortar posibles cadenas de transmisión”, puede leerse en el protocolo actualizado de Sanidad para viruela símica que fue actualizado la semana pasada. El otro punto clave es la vacunación, sin embargo, en estos momentos sigue habiendo una gran escasez de inyecciones y España sigue a la espera de una segunda remesa de 7.200 vacunas. Hasta el momento, solo ha recibido 5.300 que las comunidades han empezado a inyectar desde finales de julio.

Por su parte, Mora solicita seguir siendo responsables si uno sabe que está infectado. Aunque reconoce que la fatiga pandémica puede estar haciendo mella. “No podemos poner un policía en la puerta de casa para pedir a alguien que no salga. Hay que cumplir las medidas que se saben que, hoy en día, son las mejores”. Mora recuerda que la fabricación de vacunas “no es inmediata”, aunque asegura que seguirán llegando porque existe un interés compartido.

De evolución “incierta en España”

El futuro y la evolución de la viruela del mono es todavía “incierta en España”, ha dicho este martes el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) en su primera actualización de la evaluación rápida del informe Casos autóctonos de viruela del mono. Su evolución “estará influida por el éxito con el que las recomendaciones lleguen a la población en riesgo y la disponibilidad de la vacuna que, en estos momentos, tanto en España como a nivel mundial es escasa debido a las dificultades de fabricación”.

Según los datos aportados por el Ministerio de Sanidad, la curva de contagios alcanzó su pico más alto a principios de julio, después se mantuvo en una meseta hasta el día 18 de ese mismo mes y, desde entonces, ha empezado un descenso prolongado. Y eso son buenas noticias, aunque nadie se atreve a decir que el brote esté controlado o que ya no vaya a haber más muertes asociadas a este virus. Frenar el virus significa disminuir las posibilidades de que más personas fallezcan con la infección. En España se han contabilizado dos muertes, una en Valencia y otra en Andalucía.

“Tenemos que dar aplausos con las orejas porque este virus en Nigeria puede llegar a tener una letalidad del 3%, con una media del 1%. Un 1% de 5.000 casos son 50”, compara Corell, que insiste en que no se puede descartar algún otro fallecimiento porque se desconoce la gravedad de los casi 140 pacientes ingresados de los que dio cuenta el Ministerio en su informe del 5 de agosto.

“Como con todas las infecciones, como con la COVID-19, cuya letalidad inicialmente es baja, si aumentan mucho los casos puede haber otra muerte. La infección puede llegar a ser grave, tener complicaciones o una clínica larga y dolorosa”, apunta Riera-Monroig.

Un estudio publicado este martes por la revista The Lancet señala que el 40% de pacientes con viruela del mono sufren complicaciones que requieren tratamiento médico, fundamentalmente para reducir el dolor asociados a la proctitis, la ulceración amigdalar y el edema de pene.