“Nos unimos por una ciencia que defienda el bien común y para que los líderes y los responsables políticos promulguen políticas basadas en la evidencia y en el interés público”. Con estas palabras se anunciaba hace unas semanas la Marcha por la Ciencia, un evento que tendrá lugar el próximo sábado en la ciudad estadounidense de Washington y que ha surgido como una reacción ante los exabruptos anticientíficos del nuevo Gobierno de Donald Trump.
A través de esta marcha, los organizadores quieren reivindicar la importancia de una ciencia independiente como motor de la democracia y llaman a los científicos a movilizarse. “Frente a la alarmante tendencia hacia el descrédito del consenso científico, debemos preguntarnos: ¿podemos permitirnos mantenernos al margen del debate?”, se dice en un comunicado.
Pero a pesar de ser un movimiento marcado por la irrupción de Trump, la sensación de los científicos de muchos países de que es necesario reivindicar la importancia de la ciencia a nivel global ha hecho que se hayan convocado movilizaciones similares en más de 500 ciudades de todo el mundo.
En España, las ciudades de Madrid y Sevilla organizarán sendas manifestaciones el próximo día 22 de abril, coincidiendo con el Día de la Tierra. Otras ciudades como Granada, Barcelona y Girona también realizarán varias actividades ese mismo día, como debates y talleres y una concentración en el Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona.
Hablamos con investigadores españoles que trabajan en distintas ciudades para entender mejor por qué consideran necesaria la movilización y qué les ha impulsado a salir a la calle.
Javier Jiménez, portavoz de la Marcha por la Ciencia de Madrid
“La idea inicial era hacer una marcha satélite, en muestra de apoyo a la que se hacía en EEUU, pero en seguida quedó patente que las tendencias que han aflorado allí, también se pueden ver aquí, a lo que se le añaden los problemas específicos de la ciencia española”, explica Jiménez.
Según este periodista especializado en ciencia, la marcha es un evento en el que “celebrar la pasión por la ciencia”, pero en el que también se va a “reivindicar su papel y el del conocimiento humanístico en las decisiones democráticas”. Jiménez aclara que no abogan por la “tecnocracia”, pero insiste en que “las decisiones democráticas deben basarse en el mejor conocimiento que dispongamos”.
Sobre las posibilidades de éxito de la marcha, Jiménez asegura que “cada día que pasa estamos recibiendo más apoyos y poco a poco nos vamos animando”, pero asegura que “no hay que ver la marcha como un objetivo en sí mismo, sino como el comienzo de una serie de movilizaciones y reflexiones que debemos hacer sobre el papel de la ciencia en nuestra sociedad”.
Mara Dierssen, investigadora del Centro de Regulación Genómica (Barcelona)
Para Mara Dierssen, jefa del grupo de Neurobiología Celular y de Sistemas del CRG, uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos es el de valorar adecuadamente las pruebas y los hechos, dado que “a menudo se ignora la evidencia científica e incluso en ocasiones se inventan los hechos”. Según esta investigadora, “estamos sustituyendo el conocimiento por interpretaciones alternativas de la realidad y se está generando una especie de exaltación de la ignorancia”.
Dierssen, que participa en uno de los eventos que se organizará este sábado en Barcelona, insiste en que “es necesario que la ciencia se integre en la toma de decisiones políticas y que esas decisiones estén basadas en hechos” e incide en que “es importante trabajar por una ciencia independiente y que sea de todos y para todos”.
Por último, esta investigadora también recalca la importancia de la educación científica de la sociedad. “Debemos entender que el conocimiento es libertad y una sociedad ignorante, ya sea en términos científicos o en cualquier otro aspecto, es una sociedad más manejable”.
Carlos Sierra, investigador de la Universidad de Columbia (EEUU)
“Me resultaría muy difícil entender que cualquier científico o asociación de científicos no secunde los objetivos que se persiguen con esta marcha”, explica Carlos Sierra. Según este investigador, las instituciones deben continuar dando su apoyo para “luchar contra los efectos del cambio climático, encontrar nuevas terapias contra las enfermedades neurodegenerativas y el cáncer, reducir el impacto de las enfermedades cardiovasculares, buscar nuevas formas de energía...”.
Sierra hace especial hincapié en los problemas que atraviesa la comunidad científica ahora en EEUU y destaca “las trabas para los investigadores extranjeros a la hora de conseguir visados”, “el nombramiento del negacionista del calentamiento global Scott Pruitt como responsable de la agencia medioambiental de EEUU, o la propuesta de obligar a la Agencia de Medicamentos (FDA) a hacer menos estrictos los controles clínicos para sacar fármacos al mercado”.
Sierra, que participará en la marcha de Washington, considera que este tipo de eventos “son necesarios y útiles” y asegura que aunque no se consiga el gobierno de Trump de marcha atrás a sus “políticas lesivas”, siempre “habrá más posibilidades de que esto suceda que si nos quedamos todos en casa y protestando en privado”.
Eva Hevia, profesora de la Universidad de Strathclyde (Escocia)
“Este tipo de marcha sirve para que los científicos nos unamos y salgamos a la calle para reivindicar no solo la importancia de la ciencia en la sociedad y vida diaria de todas las personas, sino también que en Ciencia no existen barreras en cuanto a edad, género o nacionalidad”, explica Hevia, que acudirá a la marcha que se celebrará en Edimburgo.
Esta investigadora señala varios factores que ella cree que han servido de motivación a los científicos, tanto en Escocia y España, como a nivel global, debido especialmente al “actual momento en que vivimos, con el Brexit a la vuelta de la esquina, Trump negando la evidencia científica del cambio climático o la alarmante y la continua falta de inversión del gobierno español en I+D”.