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ENTREVISTA | Mariano Casado (Observatorio Vida Militar)

“La investigación de acoso en las Fuerzas Armadas no debe realizarse por la cadena de mando”

Una de las denuncias de agresión sexual de la soldado del acuartelamiento del Ejército del Aire en Antequera ya ha sido admitida a trámite y se está investigando en el juzgado togado militar de Sevilla. Hasta el pasado 2015, el 76% de estas causas terminaron en nada. Estos son los datos que ha publicado el Observatorio de la Vida Militar, un organismo que depende de las Cortes.

Entre 2004 y 2015 se presentaron 174 denuncias por acoso sexual o laboral dentro de las Fuerzas Armadas: la Justicia militar archivó 110 casos durante la fase de diligencias previas y otros 24 no acabaron con sentencia condenatoria contra los acusados. Uno de sus miembros, Mariano Casado, y también asesor jurídico de la Asociación de Militares Españoles (AUME), analiza estos datos y el funcionamiento del protocolo contra el acoso sexual en las Fuerzas Armadas que se aprobó tras el caso de Zaida Cantera y entró en vigor en 2015.

En un caso como el denunciado por la soldado de Antequera, ¿cómo se tendría que haber aplicado el protocolo aprobado por el Ministerio de Defensa?

El protocolo se debería aplicar si la víctima lo pide o si hay conocimiento por parte de alguna unidad militar, que conozca el tema y por lo tanto tenga que actuar. ¿En qué sentido? Aparte de hacer las denuncias, en el caso de Antequera, por la gravedad de los hechos, se tiene que pasar a un órgano jurisdiccional, no sería cuestión disciplinaría.

Simultáneamente lo que se puede hacer es tomar medidas de apoyo a la víctima, como puede ser ayuda psicológica, médica, buscarle una ubicación en otra unidad distinta a donde están los presuntos acosadores o también lo que se puede hacer es al revés, cambiar de unidad o cesar el destino a los presuntos acosadores que conviven con la víctima para que no tenga que estar con ellos. No son muchas, pero van en esa línea. El protocolo tiene sus carencias.

Se implementó con un presupuesto de cero euros, no se destinó partida alguna, ¿cómo se puede combatir el acoso creando nuevas medidas y a coste cero?con un presupuesto de cero euros

Eso deberían explicarlo ellos, pero se han creado unidades de prevención del acoso con personal de las Fuerzas Armadas, ese personal ya estaba y no supone un gasto. Las unidades son un buen paso pero hay que conseguir que sus integrantes tengan una dedicación exclusiva. Creo que su función no se debe limitar a actuar en una situación concreta de acoso, tienen que hacer labores de prevención, formación, especialización y eso requiere una dedicación exclusiva. No es tanto una cuestión de presupuesto, sino de voluntad e identificar que es una cuestión prioritaria. ¿Puede haber necesidades presupuestarias? Por supuesto, a niveles de formación y de prevención. El dinero es importante pero más importante es activar y poner en marcha estos sistemas.

Una de las críticas que han recibido estas unidades en los dos años que están en vigor es que están formadas por personal militar, ¿pueden mantener la independencia y alejarse de la cadena de mando?

Se tiene que profundizar en las independencia de esas unidades y del personal que las integra. Hay que trabajar también en otro punto que hemos identificado en el estudio, los agentes de igualdad en las Fuerzas Armadas. Existen en otros países, aquí, no. Es una iniciativa importante para que estén en las unidades y que tengan la vocación y la preocupación de transferencia de las cuestiones de género e igualdad. Me parecería una medida complementaria en los temas de acoso, trabajaría en la prevención.

¿Qué formación en igualdad reciben los miembros de estas unidades?

Creo que les están dando cursos de formación, pero la formación en igualdad y violencia de género no tiene que ser una cuestión endogámica. Las Fuerzas Armadas tendrían que salir a la sociedad, hay muchos foros en la sociedad civil en los que se lleva años trabajando estas cuestiones. Creo que sería muy importante vincular a gente que lleva trabajando en el entorno de la sociedad civil para que las personas que se van a ocupar de esto en las Fuerzas Armadas trabajen de forma coordinada o con otras administraciones públicas.

En los últimos datos de la Fiscalía, las condenas por denuncia falsa relativas a las agresiones machistas solo representan el 0,0075 % del total. Teniendo este dato en cuenta llama la atención que este protocolo contemple un punto específico para castigar y regular las denuncias falsas. ¿Se está lanzando un mensaje a los denunciantes?

Introducir este punto en el protocolo puede ser un elemento que desincentive a las víctimas por miedo a que se archive el expediente y posteriormente le abran un expediente.

Según los datos que ha publicado el Observatorio, el 76% de las denuncias presentadas entre 2004-2015 se desestimaron o no fueron favorables a la víctima. ¿Estas cifras han cambiado tras la entrada en vigor del protocolo?

Hasta el 2015 no había faltas de acoso sexual [un año después se tipificó como delito en el Código Penal Militar], a partir de esa fecha se están produciendo denuncias en esos casos. Del año 2016 al 2017 ha habido un aumento tanto a nivel disciplinario como a nivel penal. Es fácil pensar que detrás de las normas hay un afloramiento de estos casos, que muchas veces existían pero no se denunciaba. La existencia del protocolo es un hecho novedoso, el reconocimiento por parte del Ministerio de Defensa de tolerancia cero con el acoso es un hecho novedoso.

Estamos ante una situación nueva, que seguramente va a facilitar, aunque todavía hay que trabajar mucho, pero puede provocar que las víctimas de acoso puedan dar ese paso y denunciar estos hechos. Como ha pasado en otros ámbitos, cuando conozcan que los militares sepan que existen instrumentos para poder denunciar un hecho cuando eres víctima o cuando lo presencias, entendemos que puede producirse un repunte en la estadística de estos casos. Hasta hace poco no existían estos instrumentos. Hay mucho por hacer en concienciar a mandos, víctimas y testigos que presencien estos hechos. Nuestras Fuerzas Armadas han comenzado a trabajarlo desde hace dos años atrás.

¿Estos datos alentan a la víctima a denunciar?

Quizás no. Creo que en el caso de la víctima no es tanto por los datos, no sé si los llegan a analizar. Sino realmente porque es un entorno complicado, la investigación de las faltas y delitos de acoso no debe estar hecha por la cadena de mando. Eso es absolutamente imprescindible. La cadena de mando tiene que ir por un lado y la investigación de los hechos por otro, si no es así la víctima tendrá serias dificultades.

Por ejemplo, si en una falta disciplinaria de acoso la víctima tiene un compromiso inicial y su renovación depende del acosador, esa persona está en una situación muy compleja. Si le denuncia o se enfrenta a él, puede ser que tenga un problema en su carrera. En un ámbito en el que la jerarquía y la disciplina tiene una dimensión muy grande, estas cuestiones son más complicadas y más difíciles.

Hay que hacer un esfuerzo en la formación en la enseñanza y en transmitir esta cultura de la tolerancia cero. Hay que cortar el acoso difuso, cosas que han estado socialmente admitidas en las Fuerzas Armadas, que no se pueden admitir en las circunstancias actuales y que a veces es el preludio de situaciones más graves.

¿Es un avance que se regule el acoso sexual en el Código Penal Militar?

Es un avance en el sentido de que tiene un reflejo en una norma de estas características. Aunque hay mucha discusión doctrinal porque hay gente que dice que no era necesario regularlo porque ya estaba regulado en el código penal ordinario. Lo que pasa es que la regulación que se ha hecho en el código penal militar es muy compleja, algún magistrado de la sala quinta de la Audiencia Nacional también ha dicho que no les ha llegado ningún caso. Hay muchas cosas doctrinales que se tienen que aclarar, de los tipos, de la configuración de los elementos subjetivos y objetivos, tipos penales. Eso está todavía por ver porque no ha llegado al Supremo ningún recursos de casación que tenga que ver con estos temas. Hay gente que apuesta porque se regule ahí y gente que apuesta porque se regule exclusivamente en el código penal ordinario.

En una de las denuncias presentada por la soldado de Antequera, relata unos hechos que sucedieron en un bar. ¿Por qué se juzgan por la vía militar si en ese caso no están emplazados en una unidad de las Fuerzas Armadas?

Por una teoría, que es muy discutible, que dice que el militar es militar 24 horas, los 365 días del año. Por lo tanto, en el caso de Antequera, que se llega a citar que uno [de los denunciados] era sargento y otra, soldado [la denunciante], como la relación jerárquica se mantiene eso es lo que dicen algunos que habilitaría la intervención de los juzgados militares y la aplicación del Código Penal Militar. Pero eso es discutible.

¿Los altos cargos de cuarteles de unidades y cuarteles tienen voluntad para combatir estos casos de abuso sexual?

Quiero pensar que sí, pero esto requiere una concienciación que no se improvisa. Hay que empezar a formar en las academias, hacer reciclajes, transmitir el mensaje. Considero que un mensaje de la ministra de Defensa reiterando que en las Fuerzas Armadas la tolerancia con el acoso es cero, vendría muy bien. Hay que lanzar ese mensaje cuantas veces hagan falta. Estoy convencido de que la ministra tiene esa posición, que lo recordase, no estaría de más.

El mes pasado el Observatorio presentó un estudio sobre la situación de las medidas de prevención en casos de acoso. Usted emitió un voto particular en el que denunciaba el desamparo de los denunciantes que acuden a la vía disciplinaria.

En el ámbito penal no hay diferencias, la víctima se podría personar como acusación en la vía militar y en la penal ordinaria. El problema es cuando el acoso no se considera delito y se considera falta disciplinaria. En ese momento se abre un procedimiento disciplinario contra el acosador y sin embargo la víctima no participa en ese expediente, no la dejan participar. De tal manera, que se están ventilando asuntos que le afectan a su dignidad a su libertad sexual, a su vida, a su carrera profesional y está al margen del procedimiento. El acosador sí que va a estar asistido por el letrado, va a poder participar en todas las diligencias que haya de carácter documental, de carácter testifical, de carácter pericial y la víctima que se ha visto afectada por esos hechos no participa.

Pudiera darse el caso de que ese procedimiento disciplinario se archive y ella no está de acuerdo con ese archivo y no va a poder recurrirlo. Incluso, se puede dar el caso de que tras el archivo vayan contra ella por hacer una denuncia falsa. Está absolutamente indefensa. Digo que hay intereses en este tipo de faltas por acoso que trascienden los valores castrenses, como la dignidad o la disciplina, y se integran en ámbitos de la persona, su libertad sexual o dignidad personal, integridad.

¿A qué faltas se está refiriendo?

Serían faltas muy graves, faltas disciplinarias. Puede haber hechos de acoso que se califiquen como faltas disciplinarias y otros que se califiquen como delito. La línea es tenue y no permite discernir a veces qué es delito y qué es falta. Nosotros recomendamos que la víctima se vaya a un juzgado, porque ahí va a tener más garantías y más posibilidades de defenderse e investigar los hechos.

Si se queda en el ámbito disciplinario, de ahí mi voto, no se va a poder participar de nada. No se va a enterar de nada. No va a saber qué dice el acosador, qué dicen los testigos, no va a saber qué documentos presenta, incluso la pueden interrogar como testigo y no puede contradecir ese tema. Va a estar absolutamente aislada cuando es la protagonista que hay que proteger,