Julia es una mujer sorda que ha dejado de hacer la compra porque tiene que pedir a la cajera que se quite la mascarilla para comunicarse con ella, también se lo tiene que decir a su médico para leerle los labios. Las mascarillas transparentes favorecen esa comunicación: ¿debería usarlas todo el mundo?
En España hay un millón y medio de personas con discapacidad auditiva, según el INE; algunas de ellas utilizan para su comunicación la lengua de signos, pero otras solo cuentan con el apoyo de la lectura de los labios para mantener la relación social.
Por tanto, las mascarillas transparentes no solo serían útiles para las personas sordas y con discapacidad auditiva, sino para todo su entorno, familiar, del ámbito sanitario, laboral, de ocio o en el transporte.
Algunos expertos consultados por EFE van más allá y creen que esas mascarillas que dejan visible la cara contribuyen a normalizar las relaciones sociales de la población en general.
Se han utilizado en reuniones entre autoridades políticas; por ejemplo la llevó el primer ministro gibraltareño, Fabián Picardo, durante su reciente encuentro con la ministra de Exteriores, Arancha González Laya.
Las nuevas barreras para personas sordas
El presidente de la Federación de Personas Sordas del País Vasco, Aitor Bedialauneta, explica que durante el coronavirus han ido surgiendo nuevas barreras para estas personas, que lamentablemente se suman a las que ya tienen a menudo en su día a día.
“Con el coronavirus se han agravado y tenemos que hacer un gran esfuerzo para llegar a la sociedad, porque los oyentes no saben la lengua de signos y nosotros nos esforzarnos con la lectura labial, pero no siempre se comprende el mensaje al cien por cien, depende de cómo gesticule o abra la boca, y ahora es imposible mantener esa comunicación sin poner en riesgo la salud”, asegura el responsable de Euskal Gorrak.
Desde hace unas semanas, esta organización trabaja con varias empresas del País Vasco para conseguir homologar un modelo de mascarilla transparente, que cuente con el aval de la Agencia Española del Medicamento.
“Se supone que todos nos preparamos para la normalidad y pensamos que no era complicado conseguir esa mascarilla transparente, con requisitos de respirabilidad, material respetable con el medio ambiente” y que cumpla la normativa sanitaria.
Pero la mascarilla no es la solución mágica a las barreras de comunicación de las personas sordas, hace falta aumentar los interpretes de signos, ampliar la subtitulación, entre otras.
“Está claro que la mascarilla transparente va a ser beneficiosa para todo el mundo; nosotros hablamos de salvar la comunicación, pero para otras personas les ayudará a normalizar las relaciones sociales, como por ejemplo en el ámbito educativo o en zonas de ocio infantil, donde podría usarse para relajar el contacto con los niños a los que les asusta la mascarilla”.
La incomunicación de Julia, Haizea, etc.
Haizea es una joven sorda de 22 años que vive en Eibar (Guipúzcoa) y su testimonio es compartido por Julia y más personas sordas. Nos cuenta que no ha podido ir a su médico durante la pandemia porque tenía que pedir cita por teléfono y ahora con el uso de la mascarilla sigue sin poder leer los labios de las personas con las que se relaciona en su día a día.
Su vida antes de la COVID-19 tenía varias barreras, pero ahora también, aunque es una joven luchadora. Siempre se ha esforzado para comunicarse con la sociedad a través la lectura labial, aunque muchas veces duda, se siente insegura y saca el móvil para escribir el mensaje. “Muchas personas no vocalizan claro”.
Reconoce que durante la pandemia se ha sentido desinformada sobre todo al principio, aunque más tarde se incorporaron en algunas emisiones de TV un interprete de lengua de signos.
“Hasta hoy no puedo mantener una comunicación eficaz, ni cómoda, porque no puedo comunicarme por lengua de signos porque no lo saben, ni puedo leer sus labios porque están tapados; es así mi vida diaria”.
Aprender a interpretar miradas
Cuando hablamos con conocidos en la calle o en el ámbito del trabajo, tendemos a retirarnos la mascarilla en algunos momentos y no solo es para respirar, sino para ver el gesto de la otra persona.
“En trabajos de cara al cliente, en clases de logopedia y en más ámbitos, es importante ver el gesto de la boca porque aporta mucha información”, analiza a EFE el profesor de comunicación de la Universidad de Navarra Daniel Bartolomé.
“La mascarilla obstaculiza todo lo que es la cara, anula su comunicación a través del gesto y limita la expresión facial y ese canal de comunicación en el caso de las personas sordas queda bloqueado”, añade.
Según el experto de ISSA School Of Management Assistants, nos estamos acostumbrando al uso de la mascarilla y estamos aprendiendo a interpretar mejor el tono de la voz y a aprender “ese nuevo lenguaje de los ojos”.
“La expresión facial de la boca acompaña y refuerza nuestro mensaje, a nivel emotivo y afectivo, por lo que no vernos la cara es un problema; en Oriente están más acostumbrados a la lectura de los ojos, de su brillo, porque usan más la mascarilla por problemas climáticos o ,de contaminación y ya se ha hecho habitual en su vestimenta”.
En cambio, “en la cultura mediterránea y en EEUU se tiene en cuenta la sonrisa -explica- para interpretar si estamos a gusto o disgusto, es una manera de responder sin hablar, pero habrá que ir aprendiendo el lenguaje de las miradas”.