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La fiebre por la tercera dosis empieza en los países ricos

Un adulto mayor recibe una dosis de refuerzo de AztraZeneca, en un centro de vacunación contra la COVID

Mónica Zas Marcos / Marta Borraz

15 de agosto de 2021 22:22 h

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La tercera dosis de la vacuna contra la COVID-19 ha pasado en dos semanas de ser cuestionada por los científicos por apresurada a verse aprobada por países con apenas la mitad de su población vacunada con pauta completa. Austria, Francia, Alemania y Estados Unidos han seguido los pasos de Israel y darán la dosis de refuerzo (o booster) a sus más vulnerables.

Los virus no son lo único que se transmite a gran velocidad por el mundo. Hay polémicas o debates que comienzan de forma residual y se propagan hasta dar lugar a una fiebre colectiva. Es el caso de la tercera dosis en Occidente. La del tercer pinchazo no es solo una decisión tomada ya en varios estados, sino también debatida. En España sale frecuentemente a la palestra cuando se plantean las medidas a tomar con el pequeño porcentaje de personas que no han generado una buena inmunidad. Sobre todo, los inmunodeprimidos y los internos de las residencias.

Este último mes se ha registrado un aumento de la incidencia entre las personas ya inmunizadas de más edad, pero los sanitarios y geriatras advierten de que los cuadros son mucho menos graves y que la mayoría de los ingresados se dan entre los no vacunados. Aún así, reducir la curva de muertes sigue siendo la prioridad de la pandemia. También por eso algunos países han decidido prevenir con la tercera dosis.

“Si la protección de los mayores está declinando, es necesario vigilarlos muy de cerca porque no vamos a esperar a que muera más gente. Hay que tomar decisiones anticipándonos a eso”, cree Isabel Sola, bióloga del CSIC y directora de una de las vacunas españolas. “Pero no diría que hay que empezar mañana mismo a ponerles una tercera dosis, creo que todavía es prematuro”, admite. La Comunidad de Madrid ha hablado abiertamente de la necesidad de administrársela de forma inmediata a “los inmunodeprimidos” y, aunque la ministra de Sanidad, Carolina Darias, avanzó que seguramente sería necesario, el Gobierno no lo ha avalado todavía.

Sanidad ha decidido esperar hasta que no haya más evidencia científica de la duración de la inmunidad y de los beneficios del refuerzo. “Los organismos que toman estas decisiones no son los que están obsesionados al respecto, más bien las farmacéuticas, que han empezado ya con los ensayos. Otra cosa es que eso se utilice como defensa para la tercera dosis”, opina José Martínez Olmos, exsecretario de Sanidad y experto en Salud Pública. De hecho, la OMS conminó a retrasar la dosis de refuerzo en la parte rica del mundo hasta garantizar la inmunización de la más empobrecida. Solo el 1% de la población de los países en vías de desarrollo ha recibido una dosis.



“La tercera dosis no se puede descartar para el futuro pero no está confirmada científicamente ni refrendada por los órganos reguladores para el presente. Por tanto, ¿una tercera dosis en los países desarrollados ahora o una primera en los países pobres ya mismo?”, se pregunta Amós García Rojas, presidente de la Sociedad Española de Vacunología (AEV). Pero algunos ya han elegido. “Israel no es comparable con los países europeos. Yo no estoy a favor, pero la información que venga de Alemania o Francia nos puede ser útil”, reconoce Martínez Olmos. “Aunque si queremos acabar con la pandemia, la clave es la vacunación con acceso universal”, concluye.

¿Qué países van a administrar la tercera dosis y cuándo?

Estados Unidos autorizó este jueves la administración de una tercera dosis de las vacunas contra la COVID-19 de Pfizer y Moderna a las personas inmunodeprimidas, es decir, con sistemas inmunológicos más débiles.  Se trata, según este ente regulador, de un “grupo pequeño” de gente, formado por receptores de trasplantes de órganos o “aquellos a quienes se les diagnostica condiciones que se considera que tienen un nivel equivalente de inmunodepresión”, según la FDA, la Agencia reguladora de Alimentos y Medicamentos de EEUU.

El ritmo de vacunación de EEUU, donde los grupos negacionistas han tomado el debate, no es de los más rápidos. Según datos del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), un 59,2% de los estadounidenses ha recibido al menos una dosis y un 50,2% la pauta completa. Volviendo a Europa, los tres países que ya han adelantado que la inyectarán son Alemania, Francia y Austria. El primero tiene un 56,2% de la población totalmente inmunizada, un 53,2% el segundo y un 55% el tercero.

Austria comenzará en octubre a refrescar la protección inmunológica de las personas que recibieron la segunda inyección nueve meses antes. “El plan es empezar con el 17 de octubre”, anunció el ministro austríaco de Salud, Wolfgang Mückstein. El presidente galo, Emmanuel Macron, apuntó que en septiembre la vacunación se centrará en “personas de más de 80 años y particularmente vulnerables”. En Alemania, también en septiembre, se administrará la tercera dosis a personas que cumplan criterios de edad y riesgo, y que hayan recibido la última dosis hace más de seis meses.



“Una tercera dosis solo me parece razonable si viene avalada por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y si es un a colectivo específico y no de forma general”, defiende José Martínez Omos. “Una política coordinada y ordenada por Europa hace que no haya desigualdad. Vamos a terminar de hacer lo que tenemos que hacer primero y si tenemos un problema de inmunidad entre los más vulnerables, lo planteamos. Pero ocho meses apenas sirven de experiencia”, piensa el experto. Sin embargo, hace una semana la Comisión Europea se hizo a un lado y expresó que la decisión de poner o no una dosis booster correspondía únicamente a los estados miembros.

¿Una fiebre generada por las farmacéuticas?

Fueron las farmacéuticas las primeras en hablar de la tercera dosis hace meses. El consejero delegado de Pfizer/ BioNTech, Albert Bourla, lo dejó entrever el pasado abril e incluso se lanzó a señalar cuándo supuestamente haría falta. Su estudio clínico global está desde el pasado julio en fase III, por lo que los resultados no se harán esperar. La tercera dosis, adelanta la compañía en su web, “tiene el potencial de preservar los niveles más altos de eficacia protectora contra todas las variantes actualmente conocidas”. También Moderna anunció hace meses que estaba inmersa en los ensayos de la vacuna de refuerzo contra variantes al alza.

José Antonio Forcada, secretario de la Asociación Española de Vacunología (AEV) califica de “indudable” que el mensaje ha sido colocado en agenda por las farmacéuticas, que han incrementado exponencialmente sus beneficios económicos con la venta de las vacunas. Para el experto, es “evidente” que se trata de empresas privadas que “tienen sus intereses, que se basan en ganar dinero”, pero lamenta aún más que los gobiernos y los políticos compren tan fácilmente el discurso y contribuyan a amplificarlo con fuerza.

Cuando sale el CEO de Pfizer y empieza a hablarnos de la tercera dosis se genera cierta inquietud, pero cuando además sale la ministra de Sanidad, la fiebre, que han creado ellos mismos, se incrementa. No podemos dejarnos llevar por mensajes efectistas.

José Antonio Forcada Presidente de ANENVAC

“Cuando sale el CEO de Pfizer y empieza a hablarnos de la tercera dosis se genera cierta inquietud, pero cuando además sale la ministra de Sanidad, la fiebre, que han creado ellos mismos, se incrementa. No podemos dejarnos llevar por mensajes efectistas, hay que dejar hablar a la ciencia y a los expertos”, señala Forcada, que celebra las declaraciones de la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, matizando las palabras de Darias y asegurando que en España no se piensa en una tercera dosis “mientras la comunidad científica no tenga una evidencia científica clara de que es necesario”.

Actualmente es una posibilidad que se está estudiando. Lo que habrá que conocer para tomar la decisión es cuánto dura la inmunidad, y no solo en base a la producción de anticuerpos, sino también a otros posibles mecanismos de protección como la inmunidad celular. “A medida que vayamos recabando más datos y estudios, podremos decidir entonces si es necesario o no. Probablemente, más que una inyección indiscriminada de la tercera dosis, haya que circunscribirlo a determinadas poblaciones de riesgo, por ejemplo personas inmunodeprimidas”, explica Forcada. No hay que perder de vista que la inmunidad puede ir perdiéndose y es mejor que nos anticipemos ahora a que las cosas nos sorprendan dentro de tres meses“, añade Isabel Sola.

En este escenario, los expertos coinciden en que el debate de la tercera dosis no puede empañar lo ya científicamente probado: que aún deben ponerse los dos pinchazos aquellas personas que no están inmunizadas en un contexto todavía de transmisión comunitaria importante en España, y más aún en los países empobrecidos, que ven cómo crece la presión para inocular el tercero mientras solo el 1% de su población ha recibido alguno. De ahí que la OMS haya pedido una pausa en la tercera dosis a los países que dominan el suministro, pero que de momento ha sido desoída tanto por la Unión Europea como por Estados Unidos.

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