¿Qué es lo que sucede alrededor del río Ebro y hacia el norte para que, en diferentes ondas de la epidemia de COVID-19, se localicen allí las primeras explosiones de contagios? No hay una respuesta única. Toda enfermedad suele repetir en su camino infeccioso un patrón geográfico. Si se logra detectar, sería posible atajar el contagio en estadios anteriores, justo cuando las masas de contagio empiezan a formarse en ciertos lugares como sucedió la semana pasada, cuando seis comunidades autónomas al norte del Ebro entraron en riesgo alto por coronavirus.
Todavía faltan estudios sobre el tema, pero la marcada incidencia que registran País Vasco, Navarra, La Rioja, Aragón y Catalunya puede tener que ver con factores de movilidad, sociales, climáticos, económicos o agrarios. Seguramente una mezcla entre estos y otros elementos que se están analizando “Alrededor del río es donde están las localidades más importantes y donde se ha concentrado la actividad económica y la actividad agraria. No es ninguna casualidad, hay una relación socioeconómica”, explica a elDiario.es el investigador predoctoral en la UAM y médico residente de Medicina Preventiva y Salud Pública en el hospital del Móstoles Javier del Águila.
No hay estudios concluyentes todavía, pero ¿cuáles son las primeras impresiones que tenéis los epidemiólogos sobre la manera en la que los contagios se expanden primero en la zona del norte del Ebro?
El hilo que publiqué es sobre un estudio de cómo se reparten los clústeres, que son agrupaciones estadísticas de casos, durante el verano de 2020. Este artículo es lo que sirve de base para la herramienta de vigilancia de clústeres que ahora mismo se puede encontrar en la web del Centro Nacional de Epidemiología.
Lo que vimos en aquel verano, que coincide también con lo que hemos podido ver en otras ondas y lo que estamos viendo ahora, es esa tendencia a que las ondas de COVID-19 comiencen en el norte y noreste peninsular. Unas veces puede ser en la zona de Navarra y País Vasco y Cantabria; y otras, en la parte de Catalunya. Y, a partir de ahí, como si fuera una onda o una lengua de fuego, se va expandiendo de forma generalmente continua. Es decir, se van viendo afectadas las zonas colindantes en primer lugar. Tenemos una hipótesis o una primera impresión de cómo sucede este contagio. Porque al final el virus puede comenzar en un sitio, pero para llegar a otro necesita de las personas como transporte. Está muy ligado a la movilidad.
Puede haber un número bastante grande de factores. Nos metemos en un campo complejo, donde hay mucha incertidumbre y toda la información está entremezclada
¿Qué incógnitas se mantienen?
Por otro lado está el asunto de cómo y por qué la enfermedad comienza, se reparte más rápido o llega a un determinado sitio antes. Esa es la parte en la que actualmente no tenemos información ni nosotros ni el resto de los países. No hemos encontrado ningún estudio sólido y suficientemente grande que estudie estos factores. Sí que sabemos, por otras enfermedades, que influyen elementos climáticos o ambientales. Por ejemplo, la calidad del aire afecta a las afecciones respiratorias, la climatología modifica nuestro comportamiento, cómo nos relacionamos con los demás y afecta al propio virus. Pero puede haber un número bastante grande de factores. Nos metemos en un campo complejo, donde hay mucha incertidumbre y toda la información está entremezclada. Sacar conclusiones es bastante difícil.
¿Qué papel podría jugar el clima?
El ejemplo más sencillo sería el de los virus estacionales, los resfriados y las gripes. Esos virus aparecen de repente cuando llega el invierno, crean una pequeña epidemia cada año y luego se van. Es lo que llamamos en epidemiología la estacionalidad. La temperatura favorece la actividad del virus y también que las personas estemos más en interiores, más juntos. También sabemos que la temperatura tiene un papel en ciertas enfermedades tropicales como podría ser el dengue o la malaria; aquí la temperatura influye a través de los mosquitos, que son necesarios para su contagio. Quiero decir que la temperatura puede influir de diferentes maneras.
En el caso de la provincia de Zaragoza, es distinto del de La Rioja o Euskadi.
Yo diferenciaría entre dos zonas. Una sería la parte norte pirenaica: Euskadi, Navarra, La Rioja y Cantabria; por otro, la zona de Huesca, Zaragoza, Lleida y Barcelona, que son zonas más calientes. Además, los núcleos urbanos de Huesca y Zaragoza están más cercanos a Catalunya, con lo cual probablemente haya un factor de movilidad que influya. Pero insisto, todo esto son ideas que vamos teniendo a partir de lo visto.
También hay una influencia social. Se ha hablado mucho de la densidad de población de cada ciudad, de la dispersión de la población, cómo se mueve y se relaciona entre sí. Porque no es lo mismo considerar qué pasa en un municipio, en una ciudad de una zona concreta que preguntarse qué pasa en una agrupación de localidades en función de cómo se relacionan.
Hacia dónde se mueve la gente. Se mueven para trabajar. Se mueven por ocio. Se mueven mucho o poco. Cuando se mueven qué hacen. En qué trabajan. Creo que es interesante pensar que hay una zona muy importante de La Rioja y del País Vasco que tiene que ver con los viñedos y con la actividad agraria. También hay mucha actividad agraria en una zona de Lleida y Huesca, donde también hemos visto empezar brotes. Habrá que preguntarse por esto. También se trata de un área muy industrializada, es una cantidad de factores que tendríamos que intentar estudiar, que es bastante complicado.
En los mapas de clústeres de la herramienta del Instituto de Salud Carlos III se ve claramente cómo los casos se acentúan sobre el Ebro. ¿Esto qué podría significar?
En el artículo hablamos del valle del Ebro porque es muy llamativa esa agrupación. Evidentemente alrededor del río es donde están las localidades más importantes y donde se ha concentrado la actividad económica y la actividad agraria. No es ninguna casualidad, hay una relación socioeconómica. Yo recuerdo que en verano de 2020 hubo un problema en todo el mundo y eran los brotes asociados a ganadería y a industrias cárnicas. En EEUU hubo estudios detalladísimos que hablaban de las condiciones de trabajo de esas personas. También hubo brotes relacionados con temporeros estacionales.
Hemos encontrado una correlación entre los patrones de movilidad en toda España y el comportamiento de la epidemia
¿Por qué Galicia es algo así como la última fortaleza contra la COVID-19 si también es una comunidad verde y húmeda?
Es una zona muy verde, pero también tiene un comportamiento muy distinto y tiene un factor geográfico que es el estar en la esquinita. Tenemos un trabajo que está en proceso de publicarse que indica que hay un componente de movilidad muy importante. Hemos encontrado una correlación entre los patrones de movilidad en toda España y el comportamiento de la epidemia. Pasa concretamente con Galicia y con Andalucía, que son dos comunidades que están bastante aisladas en términos de movilidad del resto de España. Cuando digo aisladas no me refiero a que nadie viaje, claro que viajan, pero no se produce la mezcla de otras áreas del país.
¿Por ejemplo a nivel laboral?
Las causas más importantes de movilidad van a ser siempre laborales. Pero se trata más bien de los patrones de movimiento de la gente. Ir a Galicia requiere querer ir a Galicia, mientras que otros sitios va a ser más fácil que se relacionen con un mayor número de destinos, por ejemplo, por razones de trabajo. Hemos encontrado diferentes comportamientos en diferentes zonas de España y es lo que hemos tratado luego de vincular a la epidemia. El cómo se produce la movilidad es algo que sabemos que influye desde el principio. El cómo y empezar a encontrar esos patrones es lo que estamos intentando aportar.
¿Toda enfermedad contagiosa tiene un patrón geográfico que se repite?
Sí. Por qué siempre hay unos puntos calientes. Por qué sucede primero en la parte noreste de España, luego llega a Madrid y de Madrid a las zonas centrales. Pues eso tiene que ver con cómo se configura la movilidad. Para que la COVID pase de Salamanca a Toledo la tiene que llevar alguien, el virus no se va a mover solo. Por tanto, para ver cómo se distribuye el virus en una zona tienes que saber cómo se mueve la gente. ¿Qué pasa? Que esa información no estaba disponible y la pandemia nos la ha puesto en bandeja por primera vez y a unos niveles de detalle nunca vistos.
Los patrones geográficos de las enfermedades son una cosa muy estudiada históricamente. Se trata de la epidemiología espacial de la enfermedad. No estamos descubriendo el fuego, pero sí que estamos teniendo acceso a una información muy rica y valiosa que hasta ahora no había estado disponible. Ahora sí que tenemos esa tecnología.
¿Podría tener que ver también con la conexión con Europa de estas zonas del norte de España más fronterizas?
Podría tener que ver. En este caso, una vez más, de lo que estaríamos hablando es cuánta gente de fuera llega a una ciudad y lo hacen contagiados. Esas personas se van a mezclar, van a participar en esa transmisión de la infección. Una vez que en ese sitio concreto la enfermedad llega a un nivel, porque ha habido contagios y no nos hemos dado cuenta o no se han tomado medidas, esa gente se mueve a otras zonas dentro de España, y ahí entraría la difusión geográfica. Es una suma de distintas partes del proceso. Puedes tener una ciudad a la que llegan muchas personas de fuera, pero eso no tiene por qué implicar una mayor facilidad para que de ahí difunda al resto de España.
Si quedase demostrado el patrón al norte del Ebro, ¿no habría que actuar de manera especial en cuanto sube la incidencia en el País Vasco, Navarra, La Rioja, Aragón y Catalunya por ejemplo?
Ese es uno de los objetivos del estudio que vamos a publicar. Proponer que, conociendo estos patrones y sabiendo que son bastante constantes, se abre la posibilidad de tomar otro tipo de decisiones que a lo mejor hasta ahora no se podían tomar porque no se tenía esta información.