A día de hoy, cada año mueren en Europa ocho veces más personas a causa del frío que del calor, pero un estudio publicado este jueves en la revista The Lancet Public Health prevé que a finales de siglo cambien radicalmente las cifras, debido al aumento de temperaturas y al envejecimiento de la población. Según estos resultados, con el aumento de 3°C previsto por Naciones Unidas si continúan las emisiones de CO2, las muertes por calor se triplicarían para 2.100, especialmente en los países del sur del continente europeo y entre la población más envejecida.
“Nuestro análisis revela que la proporción de muertes por frío y calor cambiará drásticamente a lo largo de este siglo, y las atribuidas al calor aumentarán en todas las partes de Europa” , explica Juan Carlos Ciscar, investigador del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea y coautor del estudio. “Al mismo tiempo, las muertes relacionadas con el frío disminuirán ligeramente en general. Nuestro estudio analiza más de 1.000 regiones en 30 países, lo que permite identificar los puntos críticos donde las personas se verán más afectadas en el futuro”.
Nuestro análisis revela que la proporción de muertes por frío y calor cambiará drásticamente a lo largo de este siglo, y las atribuidas al calor aumentarán en todas las partes de Europa
Los autores del nuevo trabajo han utilizado datos de 1.368 regiones de 30 países europeos para modelar las disparidades actuales en las muertes por temperaturas cálidas y frías y estimar cómo podrían cambiar los riesgos para el año 2100. El conjunto de datos, generado mediante el análisis de las características epidemiológicas y socioeconómicas de 854 ciudades europeas con poblaciones de más de 50.000 habitantes, se utilizó para modelar el riesgo de mortalidad regional para diferentes grupos de edad (de 20 a más de 85 años).
Mayores de 85 años
Esto ha permitido realizar estimaciones de muertes relacionadas con la temperatura actuales y futuras para cuatro niveles de calentamiento global (1,5°C, 2°C, 3°C y 4°C) utilizando una combinación de 11 modelos climáticos diferentes. En base a esto, el estudio estima que actualmente las temperaturas cálidas y frías provocan 407.538 muertes en Europa cada año, de las cuales 363.809 están relacionadas con el frío y 43.729 con el calor. Lo que indican sus modelos es que con un calentamiento de 3°C sobre la media, el más probable según informes de la ONU, las muertes relacionadas con la temperatura aumentarán un 13,5%, lo que se traducirá en 55.000 muertes más cada año, impulsadas por un aumento de las muertes por calor, y la mayoría de las muertes se producirán entre personas mayores de 85 años.
El modelo prevé que en el año 2100 las muertes relacionadas con el frío, en un escenario de calentamiento de 3°C, tengan disminuciones insignificantes en promedio en toda Europa. Sin embargo, se calcula que las muertes relacionadas con el calor aumentarán en todas las regiones de Europa y las tasas de mortalidad aumentarán drásticamente, con un aumento del triple de la tasa media en todo el continente, hasta llegar a entre 2 y 117 muertes por cada 100.000 personas en los países europeos. Entre los puntos críticos que se verán particularmente afectados por un mayor calentamiento y una población cada vez más envejecida se encuentran España, Italia, Grecia y partes de Francia.
Nuestro estudio también identifica puntos críticos en los que el riesgo de muerte por altas temperaturas aumentará drásticamente durante la próxima década
“Hemos observado que las muertes en Europa a causa de las altas y bajas temperaturas aumentarán sustancialmente, ya que se prevé que se produzcan muchas más muertes relacionadas con el calor a medida que el clima se calienta y las poblaciones envejecen, mientras que las muertes por frío solo disminuyen ligeramente en comparación”, explica David García-León, primer autor del artículo y también investigador del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea. “Nuestro estudio también identifica puntos críticos en los que el riesgo de muerte por altas temperaturas aumentará drásticamente durante la próxima década. Existe una necesidad crítica de desarrollar políticas más específicas para proteger estas áreas y a los miembros de la sociedad más expuestos a los extremos de temperatura”.
Los autores reconocen algunas limitaciones, como que sus resultados se basan en datos de personas que viven en zonas urbanas (que suelen enfrentarse a niveles más elevados de estrés térmico, en particular el calor, que las de las zonas rurales), lo que significa que las estimaciones pueden ser ligeramente exageradas. Por otro lado, los resultados tampoco tienen en cuenta el género, la etnia ni los efectos en los bebés (otro grupo vulnerable) y están basados en datos de muertes por calor hasta 2020, cuando en los últimos años han crecido notablemente por los récords de temperatura.
“Estos resultados refuerzan el escepticismo expresado anteriormente sobre las grandes reducciones incondicionales de la mortalidad relacionada con el frío a medida que las regiones templadas se vuelven más cálidas”, asegura Matteo Pinna Pintor, del Instituto de Investigación Socioeconómica de Luxemburgo (LISER), en un comentario relacionado. “Esto significa que la carga de mortalidad de la exposición al frío en una población que envejece responderá lentamente a los cambios en la distribución de la temperatura”.
La importancia de la mitigación
“Este estudio de alta calidad, que utiliza datos de múltiples países europeos, proporciona valiosas ideas sobre el impacto de las temperaturas no óptimas en la mortalidad no accidental”, comenta Gary Konstantinoudis, investigador del Imperial Research College en declaraciones al SMC Reino Unido, quien advierte de que estudios previos, incluyendo uno con datos superpuestos, han hallado una disminución en el impacto de la mortalidad por calor a lo largo del tiempo, debido a factores como cambios en la infraestructura y mejoras en la atención sanitaria. “No tener en cuenta esto podría sobreestimar el impacto futuro del calor en la mortalidad”, observa.
Hay medidas de mitigación que podemos tomar, que podrían ser particularmente efectivas si se dirigen a las personas y lugares más vulnerables
“Los resultados están en gran medida en línea con lo que la investigación existente ha mostrado en múltiples contextos alrededor del mundo”, asegura Leslie Mabon, profesor de Sistemas Ambientales en The Open University, también a SMC. “Es decir, que los extremos de temperatura no afectan a todos por igual, siendo los ancianos y los menos favorecidos los más vulnerables”. Lo que es especialmente llamativo, a su juicio, es que los autores encuentran diferencias claras en el riesgo a través de las fronteras nacionales y también agrupaciones regionales de riesgo de mortalidad.
“Los gradientes de temperatura no respetan fronteras por lo que, como señalan los autores, esto demuestra cómo los factores demográficos y socioeconómicos influyen en el riesgo que enfrentamos por los extremos de temperatura”, concluye Mabon. “Hay medidas de mitigación que podemos tomar, que podrían ser particularmente efectivas si se dirigen a las personas y lugares más vulnerables. Por ejemplo, el estudio señala la inversión en infraestructura sanitaria, la presencia de planes de preparación para el calor y el frío, y la calidad de los edificios en los que vivimos y trabajamos como factores que podrían reducir la mortalidad en un clima cambiante”.