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Confundir el diagnóstico de un infarto con ansiedad hace que las mujeres mueran más al sufrir ataques al corazón

Una operación de corazón.

Belén Remacha

Ser mujer es un “factor de riesgo” que aumenta las posibilidades de morir a consecuencia de un infarto de miocardio: cuando lo sufren, ellas tienen un 18% más de posibilidades que ellos de fallecer. Es la conclusión de un estudio de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y de la Fundación Instituto para la Mejora de la Asistencia Sanitaria (IMAS) a partir del conjunto de todos los registros de las altas hospitalarias del Sistema Nacional de Salud entre el año 2005 y 2015, de las cuales se seleccionó a 273.182 pacientes (el 38,8%, mujeres).

El documento se presentará en septiembre en el Congreso de la Sociedad Europea de Cardiología pero las instituciones responsables ya han adelantado esos datos y algunas de las causas principales: se tarda más en atender a las mujeres porque retrasan más su visita a la consulta, lo que aumenta el peligro sobre la vida. Y, además, porque se dan más diagnósticos erróneos, ya que los síntomas –como el dolor torácico– son confundidos con más frecuencia con otras enfermedades como ansiedad o artrosis.

Lo cuenta la Doctora Antonia Sambola, cardióloga del Hospital Vall d’Hebron y directora del estudio: “En cuidados intensivos he encontrado casos así de manera frecuente: pacientes, sobre todo mujeres, que previamente a la angina de pecho o al infarto han tenido síntomas, han ido al médico de cabecera o a algún otro profesional y les han confundido los síntomas con ansiedad. Con ese diagnóstico, han ido tirando como han podido. El día que tienen un dolor parecido pero más fuerte porque se produce el infarto o la angina, aguantan y aguantan, y entonces llegan tarde”.

Una cardiopatía puede presentar síntomas varios días antes de que se desencadene y, en casos como los que remite Sambola, al acudir previamente con presión en el pecho o mareos, en muchas ocasiones ocurre que “lo que se les receta son ansiolíticos”. Eso pasa, estadísticamente, más entre mujeres “por una cuestión: el infarto es más común entre hombres y se piensa más en ellos. Pero eso no quiere decir que no suceda entre mujeres. En todas las cardiopatías, la incidencia femenina está entre el 30 y el 25%”.

Para Sambola la solución pasa por invertir el “algoritmo”: crear concienciación y sensibilidad en toda la medicina para que no se piense en primer lugar en una enfermedad psicosomática y luego, si se vuelve con síntomas o empeora, pasar a una mayor exploración, sino “descartar las causas orgánicas con exploraciones científicas”. “Ahora, cuando una mujer viene con dolor torácico, se piensa casi en primer lugar en la ansiedad. Debe ser al revés: primero descartar otras causas y, luego, pensar en la salud mental o en la artrosis”.

La doctora indica que ese sesgo invisible para los problemas del corazón no radica únicamente en la Atención Primaria, “que es un pilar muy importante en la atención diagnóstica. Desde luego, no se puede culpar a la Atención Primaria ni a la medicina familiar: es un problema general en la medicina clásica, que requiere de la concienciación de profesionales”.

Sintomatología similar

Una clave que se ha mencionado tanto en el estudio como en otras ocasiones es que las mujeres identifican peor los síntomas de un infarto: otro informe de 2017 también de la SEC calculaba en un 61% el número de afectadas que no reconocía estar sufriendo una cardiopatía, frente al 43% de hombres.

Por esto, al contrario que lo que se comenta popularmente, los profesionales piden prudencia a la hora de hablar de sintomatología diferenciada entre hombres y mujeres. “Los síntomas clásicos, presión en el pecho, sudoración o malestar general que va hacia cuello, mandíbula o brazos es típico en hombres y mujeres. Y también se puede confundir con patologías del estómago. Las mujeres tienen otros síntomas asociados con más frecuencia, como remitir molestias al llenar el pecho de aire, pero eso no implica que no tengan que hacer caso a lo otro”, razona Manuel Anguita, presidente de IMAS y también colaborador en el estudio.

Anguita subraya en que mezclar los síntomas de salud mental y los orgánicos, especialmente entre mujeres, ha ocurrido siempre y así lo demuestran sus datos, “pero claramente y afortunadamente, pasa cada vez menos. Los tratamientos precoces, durante los primeros 90 minutos, están aumentando. Todas las cardiopatías en general, gracias a la implantación en todas las comunidades del Código Infarto, tienen mejor resultado. Es un llamamiento que hay que hacer, electrocardiograma para descartar problema coronario también en los síntomas menos sospechosos o evidentes. Pero esto cada vez más los médicos lo saben”.

Piden más concienciación, también, entre las propias pacientes. “Las mujeres llegan más tarde, retrasan ir al médico por no dar importancia a los síntomas o por acabar sus tareas, y quizá en ese momento ya el dolor está en otra fase de insuficiencia cardíaca, en la sensación de ahogo o palpitaciones. Hay que sensibilizar para que vayan más al médico, y con campañas que no confundan respecto a los síntomas”, decía también Sambola. “Al final”, resume Anguita, “un estudio como este recalca la realidad de la salud y las enfermedades cardiovasculares en España. Avanzamos, pero siguen haciendo falta cambios en los tratamientos, actitudes y modelos organizativos”.

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