Glasgow (R.Unido), 13 nov (EFE).- El mundo alcanzó este sábado un acuerdo que, si bien dista mucho de impedir un calentamiento global de catastróficas consecuencias para la humanidad, al menos insufla algo de esperanza en que futuros avances acerquen el objetivo.
El propósito que se marcó la cumbre del clima COP26 era mantener viva la posibilidad de que el aumento de la temperatura a final de siglo no sobrepase los 1,5ºC respecto a los niveles preindustriales. Con la actual trayectoria, el consenso científico es claro: el cambio climático será devastador.
Todos los participantes eran conscientes al comenzar la conferencia de que saldrían decepcionados de Glasgow. Esa es la propia esencia de un acuerdo entre casi 200 países en el que cada cual vela por sus intereses nacionales.
Por eso, el Pacto Climático de Glasgow no satisfizo a nadie del todo, pero al mismo tiempo certificó progresos importantes -a cámara lenta- sin los cuales la carrera hacia el desastre sería aún más veloz.
El texto acelera la acción colectiva contra el cambio climático y pide movimientos en esta misma década.
Una de las principales aportaciones del texto, la referencia a la necesidad de acabar con el carbón y con los subsidios fósiles, se vio aguada en el último minuto por una enmienda de la India, que modificó la “eliminación progresiva del carbón”, por su “reducción progresiva”.
Según confirmaron a EFE fuentes de la negociación, el arreglo se hizo a última hora, a espaldas del resto de los países, entre la India, la Unión Europea, Estados Unidos y China, que coordinó esa demanda con Nueva Delhi y otras capitales como Teherán.
Esas mismas fuentes señalaron que China fue quien verdaderamente impulsó la enmienda y que “al final, la India no fue el problema”
Fue un balde de agua fría para los negociadores y especialmente para el presidente de la cumbre, Alok Sharma, que se emocionó hasta las lágrimas ante este revés y pidió disculpas por “cómo se han desarrollado los acontecimientos”.
“Entiendo la profunda decepción pero creo que, como ya habrán notado, es vital que protejamos este paquete de medidas”, dijo el británico.
Varios países mostraron su disgusto por tener que aceptar un cambio sobre el que ni siquiera habían sido consultados, pero lo aceptaron para poder sacar adelante un acuerdo que ya estaba en el horno, listo para firmar.
“¿Cómo puede esperar nadie que los países en desarrollo hagan promesas de eliminar el carbón y los subsidios a los combustibles fósiles? Tenemos que sacar adelante nuestros programas de reducción de la pobreza”, dijo ante el plenario el ministro indio de Medio Ambiente, Bhupender Yadav, antes de soltar su “bomba”.
AVANCES Y RETROCESOS
Entre los avances que consagra el documento figuran el compromiso de los países de revisar y fortalecer el año que viene sus objetivos nacionales de reducción de emisiones (conocidos como NDC, por sus siglas en inglés) para 2030.
También se consiguió un consenso sobre el controvertido Artículo 6 del Acuerdo de París, que regula los mercados de carbono, lo que a priori figuraba como uno de los puntos más calientes antes de la cita.
Y de igual forma se dan pasos, todavía tibios, hacia una mayor financiación de los países ricos para que los Estados en desarrollo puedan aumentar sus capacidades de adaptación al cambio climático y compensarles por los efectos del calentamiento que ya sufren.
En ese sentido, la COP26 urge a los Estados ricos a “como mínimo doblar” su aportación para la adaptación de los países más desfavorecidos antes de 2025 respecto a los niveles de 2019.
CRÍTICAS ECOLOGISTAS
Si pocos salieron satisfechos con el resultado de la cumbre, aún menos lo hicieron las organizaciones ecologistas, que consideraron en general el pacto demasiado pobre y falto de concreción.
Para Greenpeace, el acuerdo de la COP26 “es sumiso, es débil y el objetivo de 1,5 grados apenas está vivo”, si bien, en el lado positivo, destacó que “se ha enviado la señal de que la era del carbón está terminando.
La directora de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan, señaló en un comunicado que “aunque el acuerdo reconoce la necesidad de reducir las emisiones en esta década, esos compromisos se han dejado para el año que viene”.
Tampoco se mostró entusiasta con el texto el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, que reconoció que el Pacto de Glasgow no alcanza “los objetivos” de la cumbre del clima, aunque sí supone “importantes pasos”.
Como sintetizó la secretaria ejecutiva de la ONU para el Cambio Climático, la mexicana Patricia Espinosa, “pocos regresan realmente satisfechos” de unas negociaciones tan complicadas, pero “ésta es la naturaleza del consenso y del multilateralismo inclusivo”.
Si hay una sola conclusión unánime sobre lo acordado en Glasgow, es ésta: el trabajo pendiente para la próxima cumbre del clima, la COP27, que Egipto acogerá el año que viene en el balneario de Sharm el Sheij, es ingente. Enrique Rubio