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No es famosa ni tiene plumaje tecnicolor, pero la pardilla es el pato más amenazado de Europa y salvarlo depende de España

Ariadna Martínez

Brazo del Este (Sevilla) —
12 de octubre de 2024 23:10 h

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No tiene los ojos grandes del lince ibérico ni sus orejas puntiagudas, tampoco posee un nombre tan asombroso y prometedor como “quebrantahuesos” y desde luego no se le atribuye la épica que llevan consigo las especies cazadoras, sino que suele ser una presa extremadamente fácil para muchos. Se trata, de hecho, de un ave con aspecto ojeroso cuyo apellido, que apela a su color, es “pardilla”. Quizás por eso no mucha gente sabe que este tipo de cerceta es una de las siete especies en peligro crítico de extinción de nuestro país y el pato más amenazado de Europa.

La cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris) “es un pato de carácter simpático, muy manso, a veces demasiado”, comenta entre risas Claudine De le Court, técnica de seguimiento de fauna silvestre en la consejería de Medio Ambiente y Agua de Andalucía mientras pasea por el Paraje Natural del Brazo del Este del Guadalquivir, situado a 17 kilómetros al sur de Sevilla. “Es muy chiquitito, pero un gran viajero. Se hace unos viajes impresionantes. Es una especie muy bonita, con sus lunares...”, describe De le Cort, que es una de las coordinadoras del proyecto Life Cerceta Pardilla que trata de salvar al ave de la desaparición.

La cerceta vive dividida entre Asia, Oriente Próximo y Europa. En nuestro continente se concentran casi exclusivamente en zonas húmedas de España. Gracias al proyecto, actualmente tenemos cerca de 125 parejas. Hasta mediados del siglo XX abundaba en los humedales costeros mediterráneos, y especialmente en Doñana. Sin embargo, en 2009 la especie llegó a su punto más bajo en nuestro país, con 22 hembras con pollos. A día de hoy tan solo el 10% de la población mundial de este ave se halla en la zona europea/norteafricana.

El gran motivo de su declive fue y es la degradación de su hábitat (los humedales, el ecosistema más amenazado de la Tierra)

El gran motivo de este declive fue y es la degradación de su hábitat (los humedales, el ecosistema más amenazado de la Tierra). A esto se unen otros impactos como la caza accidental, el furtivismo, la presión depredadora, o las enfermedades asociadas a la mala calidad del agua.

“La pardilla requiere de humedales ya que es muy selecta con su comida y necesita de la vegetación que crece en este tipo de ambientes para alimentarse” explica De le Court. La reproducción exitosa de la especie está estrechamente ligada a los niveles adecuados de agua en los humedales, por lo que nidifica únicamente en aquellos espacios donde hay líquido suficiente durante parte del verano para así tratar de asegurar la supervivencia de sus crías. Utiliza desde humedales de agua dulce hasta los de agua salina, aunque prefiere los de agua salobre, con densa vegetación emergente y sumergida.

Un emblema de los humedales y un posible caso de éxito

El esfuerzo para tratar de sacar a la cerceta pardilla del peligro crítico cuenta, de momento, con seis millones de euros cofinanciados por la Comisión Europea. Una de las ideas es que, salvando el hábitat, se salvará el pato: doble beneficio ya que, de paso, se recuperarán unas 3.000 hectáreas de humedales que están en malas condiciones, entre otras cosas, por la sobrexplotación del agua, la contaminación de origen agroganadero y el cambio climático.

El Paraje Natural Brazo del Este, donde esta semana se liberaron una decena de ejemplares, se ha convertido en un lugar crucial para estos pequeños patos, ya que actúa como hábitat alternativo a Doñana, como “plan B”, cuando las condiciones de este mítico lugar no son favorables y supone un punto de descanso en la escala migratoria. Funciona como una “gran gasolinera” para las aves antes de dirigirse al continente africano.

Una de las actuaciones que se han llevado a cabo es la de ponerle una "mochilita roja", que viene a ser un un emisor GPS para su seguimiento

¿Y qué ocurre con este pequeño pato una vez deja nuestra península? “Es parte de lo que necesitamos conocer”, señala Ignacio Torres, subdirector de Biodiversidad y Cambio Climático de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica. Una de las actuaciones que se han llevado a cabo es la de ponerle una especie de mochilita roja, que viene a ser un un emisor GPS con el que hacer un seguimiento de dónde van, cuándo vuelven y cómo están. Se le han colocado estos emisores a 95 individuos y anillas a 3.000.

El GPS se mantiene mediante energía solar a través de paneles solares diminutos, lo que permite un seguimiento continuado. Cuando una de las aves muere, suena “pi...”. “Si se escuchan varios 'pi...' a la vez podemos intuir que, seguramente, han muerto debido a la caza”, explica Torres. Las que sobreviven, apunta, viajan al norte de África y llegan a visitar cinco humedales hasta que encuentran el lugar ideal.

Se están intentando establecer relaciones con figuras conservacionistas del territorio africano para tratar de conseguir que el proyecto no quede limitado a nuestra zona, a pesar de que, señalan, está siendo difícil. A partir de 2025 estarán disponibles los datos correspondientes al censo africano.

Andalucía (con espacios como Doñana y el Brazo del Este), la Comunidad Valenciana (con parques naturales como El Hondo y L' Albufera de Valencia), y la Región de Murcia (gracias a la Laguna de las Moreras) han sido comunidades clave en este exigente proyecto de conservación, ante el que la cerceta pardilla está respondiendo especialmente bien, pero no son las únicas. “Se decidió aumentar la distribución geográfica porque cada vez llueve de forma más irregular en nuestro país. Se han liberado en Albacete, Baleares, Comunidad de Madrid y cada vez se está haciendo más hacia el norte… Tenemos que poner los huevos en muchas cestas”, comenta, haciendo notar el chascarrillo, Yolanda Cortés, coordinadora del Life.

De momento se ha triplicado el número de ejemplares que se habían propuesto alcanzar inicialmente en el programa de cría en cautividad: se han liberado casi 3.000 aves, muchas más de las 1.000 pronosticadas. “Otro de nuestros propósitos era mantener al menos unas 125 parejas reproductoras para este año. Aún no tenemos la cifra total pero intuimos que vamos a estar muy cerca. Dentro de poco puede ser una de esas historias de éxito”, señala Ignacio Torres. “Son unos emblemas de los humedales. Este pato nos permite intervenir en ellos, ya que el entorno ideal para esta ave son láminas de agua de 20 centímetros de profundidad, condiciones de calidad del agua buenas, y zonas de refugio”.

Pese a estos buenos resultados, asegura la coordinadora del proyecto, se trata solo del inicio: aún falta mucho para que salga de la categoría de especie en peligro crítico de extinción. “125 parejas es muy insuficiente. Eso tiene que mantenerse en los años”, señala. De hecho, en 2023 y debido a la sequía, cayó mucho el éxito reproductor de la cerceta: hubo un retroceso del 35% respecto al curso anterior y se pasó de 740 a 480 pollos. El proyecto acaba el año que viene y, por ende, toda la financiación europea asociada, pero a partir de entonces comenzará una segunda parte, donde se llevan a cabo labores de mantenimiento: el “After Life”.

El sinfín de sinergias que lo están haciendo posible

Cortés explica que “lo bonito es que trabajamos juntos la administración general, las administraciones autónomas, los ayuntamientos, los propietarios, ¡y también el ganadero!”.

Haces coparticipe de la conservación no solo a los gobiernos o a los ministerios sino a la gente que está realmente en el terreno

Para proteger a la cerceta pardilla se compraron 141 hectáreas de humedales y se establecieron diez acuerdos de custodia, que consisten en pactos voluntarios entre los propietarios o los usuarios de los terrenos con una entidad de custodia del territorio, que suele ser una entidad conservacionista, como ANSE o SEO Birdlife. En el Brazo del Este, por ejemplo, se ha llegado a un acuerdo con un usuario —el titular del aprovechamiento de pastos en la zona— para que, a cambio de proporcionarle válvulas que puedan mantener inundado el territorio, él permita que se realicen toda una serie de actuaciones de conservación en su terreno.

“Esta herramienta de custodia del territorio es muy bonita y valiosa porque de alguna manera haces coparticipe de la conservación no solo a los gobiernos o a los ministerios sino a la gente que está realmente en el terreno. Al final lo que no es posible es solo hacer conservación en los parques naturales o en los terrenos públicos, porque la mayor parte del territorio es privada”, afirma la coordinadora. En base a estas sinergias se ceden las aguas del arroz, se usa el ganado para controlar la vegetación, o se realizan gestiones hidrológicas que favorecen al proyecto. Algunas de estas actuaciones también beneficiarán a oras especies acuáticas como la focha moruna, a la malvasía cabeciblanca o al porrón pardo.

Ignacio Torres, pese a celebrar lo bien que está respondiendo la pardilla a las labores de conservación, asegura que se sigue tratando de un parche que no soluciona el problema de raíz, como es la crisis climática o la vulneración de los ecosistemas por parte de los humanos: “Tenemos que restaurar a partir de ahora todos los hábitats posibles. Es la forma de darle la vuelta a la situación. No podemos gastarnos 6 millones de euros en cada animal. Tenemos que restaurar, hacer que las actividades económicas sean más sostenibles, y buscar otros modelos”.