El Papa admite el “fracaso” de la Iglesia ante los “crímenes repugnantes” de abusos a más de 25.0000 menores en Irlanda

Es un viaje duro, probablemente el más difícil de su pontificado. El Papa Francisco ha aterrizado en Dublín en plena catarsis del escándalo de abusos sexuales en la Iglesia, que tuvo su origen (al menos en cuanto a denuncias se refiere) en Irlanda. En este país, tradicionalmente católico, más de 25.000 menores sufrieron tocamientos, violaciones y castigos físicos, durante más de 80 años, por parte de clérigos. Un “grave escándalo”, como el propio Bergoglio ha tenido que reconocer en su primer discurso ante las autoridades políticas del país.

En sus primeras palabras, Francisco admitió el “fracaso de las autoridades eclesiásticas” a la hora de “afrontar adecuadamente estos crímenes repugnantes”. Una catástrofe legal y moral que “ha suscitado justamente indignación y permanece como causa de sufrimiento y vergüenza para la comunidad católica. Yo mismo comparto estos sentimientos”.

“No puedo dejar de reconocer el grave escándalo causado en Irlanda por los abusos a menores por parte de miembros de la Iglesia encargados de protegerlos y educarlos”, lamentó el Papa, quien se comprometió a “remediar los errores pasados y adoptar normas severas, para asegurarse de que no vuelvan a suceder”.

Las palabras de Bergoglio dan continuación a la 'Carta al Pueblo de Dios' que este lunes escribió el Pontífice tras conocerse el escándalo de abusos en Pensilvania, con más de 300 'depredadores sexuales' en el interior de la Iglesia estadounidense, que actuaron con total impunidad durante décadas, destrozando la infancia de más de un millar de niños y niñas.

A ellos también quiso referirse Francisco, que se ha reunido durante la tarde con ocho víctimas de abusos clericales en Irlanda, un acto que no está en el programa oficial pero que el Papa obligó a incluir. “Deseo que la gravedad de los escándalos de los abusos, que han hecho emerger las faltas de muchos, sirva para recalcar la importancia de la protección de los menores y de los adultos vulnerables por parte de toda la sociedad”, subrayó en sus primeras palabras en Dublín. “Todos somos conscientes de la urgente necesidad de ofrecer a los jóvenes un acompañamiento sabio y valores sanos para su camino de crecimiento”.

Las palabras del Papa fueron escuchadas, en primera línea, por algunas de las víctimas, entre ellas Marie Collins, quien durante tres años formó parte de la Comisión Antipederastia vaticana, antes de abandonarla acusando a la Curia vaticana de bloquear cualquier tipo de reforma. “El Papa quiere cambiar las cosas, pero para ello debe expulsar a todos aquellos que se oponen a cualquier cambio”, advirtió la irlandesa.

En su primer discurso, Francisco también quiso referirse, si bien veladamente, a la aprobación de la ley del aborto en la antaño católica Irlanda, denunciando que “la cultura del descarte materialista, nos ha hecho cada vez más indiferentes ante los pobres y los miembros más indefensos de la familia humana, incluso de los no nacidos, privados del derecho a la vida”.