Enviaba a sus colaboradores a merodear por el malecón de Santo Domingo, en busca de adolescentes sin recursos y con necesidad urgente de dinero. Morenos y jovencitos, a ser posible. Se los enviaban a la sede de la Nunciatura Apostólica y allí, el mismísimo representante del Papa en el pais mantenía relaciones sexuales, les grababa y les pagaba. Durante casi una década, el polaco Jósef Wesolowski se convirtió en un auténtico depredador de decenas de menores. Una vida que, ahora, ha llegado a su fin, pues la Santa Sede acaba de anunciar la apertura de un juicio contra el anterior Nuncio en República Dominicana, acusado de abusos sexuales a menores y tenencia de material pornográfico, por el que podría ser condenado a 12 años de prisión. El juicio arrancará el 11 de julio.
La “tolerancia cero” promovida por Francisco sigue dando sus frutos. Si el pasado miércoles el Papa aprobaba un procedimiento que permitirá juzgar a aquellos obispos que hayan ocultado, encubierto o, simplemente, no hubieran cuidado lo suficiente a las víctimas de la pederastia clerical, este lunes el Vaticano ha anunciado el primer juicio penal a un obispo por abusos sexuales. Un juicio que viene después de que, en junio pasado, la Congregación para la Doctrina de la Fe lo declarara culpable en el proceso eclesiástico, lo que supuso su expulsión del sacerdocio.
Al haber riesgo de fuga (República Dominicana había pedido su extradición), el Papa dio un paso más y ordenó su arresto domiciliario, ya que el polaco vive en Roma. Algo que jamás había sucedido. El último proceso penal conocido fue contra Paolo Gabriele, alias “Paoletto”, el máximo responsable de la filtración de los documentos del caso “Vatileaks”, que supusieron la gota que colmó el vaso de la paciencia de Benedicto XVI, quien días después anunciaba su renuncia al papado.
Al tratarse de un diplomático, Wesolowski estaba blindado ante los tribunales de Justicia. Hasta que perdió su condición. En ese momento, la maquinaria de la Santa Sede se puso en marcha y hoy, el presidente del Tribunal del Estado vaticano, Giuseppe Dalla Torre, anunciaba el envío a juicio de Jósef Wesolowski.
Colaboración con Santo Domingo
El prelado está acusado de abusos a menores, durante su estancia en el país caribeño, y de posesión de material pornográfico-pederasta durante los meses previos a su arresto, pero ya viviendo en Roma. “El conjunto de las graves acusaciones -apunta la nota emitida por el Vaticano- tendrá que ser examinado por el Órgano judicial competente, que podrá disponer, para la definitiva evaluación de los hechos, sea de pericias técnicas sobre los aparatos informáticos utilizados por el acusado, sea eventualmente de formas de cooperación judicial internacional para la evaluación de las pruebas testimoniales procedentes de las autoridades competentes de Santo Domingo”.
Un procedimiento “delicado y articulado, sobre el que es intención de todas las partes interesadas en el juicio efectuar las pruebas y análisis más escrupulosos”, concluye la nota.
El exreligioso fue destituido por Francisco como nuncio apostólico en República Dominicana en agosto de 2013, después de que el programa de investigación de una cadena de televisión revelara que el prelado pagaba a chavales a cambio de sexo y que acudía asiduamente a una zona de Santo Domingo conocida por prostitución de menores.
La justicia de Santo Domingo se puso mano a la obra a investigar y la Fiscalía General de ese país le acusó formalmente de abusar sexuales de adolescentes de escasos recursos económicos. En ese momento, Wesolowski fue trasladado a Roma por la Santa Sede para ser juzgado en un proceso canónico, desatando las sospechas de podía ser una maniobra para protegerle y evitar así que fuera a la cárcel en Santo Domingo.
El Papa lo envió a la cárcel
No fue así. En junio, la Congregación para la Doctrina de la Fe le declaró culpable de pederastia y le condenó a colgar los hábitos y volver al estado laico, una de las penas más graves que contempla el Derecho Canónico y que nunca le había sido aplicada a un nuncio.
El exembajador vaticano no solo recurrió la sentencia sino que, al haber sido solo condenado por un tribunal canónico sin potestad penal, seguía libre, paseando a su antojo por las calles de Roma. La resolución en firme del proceso de Doctrina de la Fe, y la petición expresa de Francisco, llevaron al ingreso en prisión de Wesolowski, cuya carrera como diplomático de la Santa Sede comenzó durante el Pontificado de Juan Pablo II. Ahora, se las tendrá que ver con la justicia penal.
Muchos obispos comienzan a atarse los machos. En España, el caso más conocido es el del arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, que como adelantó eldiario.es evitó sancionar a siete de los diez curas implicados en el caso Romanones, una actitud que podría costarle cara, al menos a nivel canónico.
El último ejemplo de la “tolerancia cero” de Francisco vino también este mediodía, cuando se hizo oficial la renuncia -forzada por el Vaticano- del arzobispo de St. Paul (Minesotta), John Nienstedt, y de su auxiliar, Lee Anthony Piche, después de que la Fiscalía acusara a la archidiócesis estadounidense de no haber protegido a los menores de daños terribles causados por un sacerdote pedófilo, posteriormente condenado por abusos a dos niños.