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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Los pediatras prevén un curso escolar “intermitente” debido a las cuarentenas por positivos de COVID

“Como pediatra, no estoy preocupado; como epidemiólogo, un poquito; y como padre, bastante”. Así resume sus impresiones, en un tono algo irónico, el coordinador del grupo de trabajo de la Asociación Española de Pediatría (AEP) para la reapertura de la escolarización, Quique Bassat. Este viernes 4 de septiembre es la fecha fijada para la apertura de centros educativos tras seis meses de cierre para evitar la propagación de la COVID-19. Navarros (2º ciclo de Educación Infantil, Primaria y Especial) y madrileños (entre 0 y 3 años) serán los primeros en reincorporarse a las aulas masivamente, aunque en algunos centros privados del país ya lo han hecho. Mientras tanto, Canarias, Asturias y Murcia han decidido retrasar la reapertura.

Aunque el Gobierno insiste en que se está trabajando en un “entorno escolar seguro y muy controlado”, en palabras de la ministra de Educación, Isabel Celáa, las cifras de contagios diarios inquietan tanto a padres como a profesores. Este miércoles Sanidad ha registrado 8.581 nuevos casos de coronavirus. Del total de España, la comunidad con más casos sigue siendo Madrid, con 2.401 y 1.362 entre ayer y hoy. En total, desde marzo, se han infectado 479.554 personas confirmadas por test. Tras Madrid, Catalunya es la segunda región con más nuevos diagnósticos: suma 1.563 (87 en las últimas 24 horas), seguida de Andalucía (884 y 272), Euskadi (535 y 524) y la Comunitat Valenciana (455 y 179).

Por eso hay progenitores que están pensando retrasar la asistencia de sus hijos, incluso en los casos en los que estar escolarizado es obligatorio, entre seis y 16 años. “Con los niños hay dos enfoques: el riesgo individual de cada escolar de padecer una COVID grave, que existe aunque es muy pequeño, y lo que puede pasar en cada familia si el niño enferma y hay personas mayores o de riesgo. Se combinan más factores sociales que médicos”, explica el pediatra del Hospital Infanta Sofía de Madrid Alfredo Tagarro, investigador principal del Registro Nacional de Pacientes Pediátricos afectados por la COVID-19 (EPICO-AEP).

El segundo es el caso de María, que está en el tercer trimestre de embarazo, y que ha decidido no llevar al colegio de momento a su hija de cinco años. “Durante el embarazo el ginecólogo me ha ido diciendo que trate a todo el mundo como si fuera un posible contagio, manteniendo la distancia y usando mascarilla. Tenemos un riesgo superior de ser hospitalizadas por COVID”, explica.

En cuanto al miedo por los propios niños, la Asociación Española de Pediatría solo recomienda que se queden en casa en casos de perfil de mucho riesgo (ciertas cardiopatías, cánceres, enfermedades con tratamiento crónico inmunodepresor...). “Niños que probablemente tampoco irían a clase en condiciones no COVID, en los que el riego está por encima de los beneficios”, afirma Bassat. La AEP ha actualizado sus consejos para una vuelta segura a las aulas. Los niños con enfermedades crónicas como el asma, la fibromialgia o TDAH, para los que se han publicado recomendaciones específicas, deberían seguir además el consejo de su pediatra sobre su caso particular.

Baja laboral por PCR positiva que se ampliará a contactos

Los epidemiólogos señalan que lo que ocurra durante el curso dependerá mucho también de la incidencia que tenga el virus en los diferentes territorios, y del grado que haya –o no de transmisión comunitaria. Por eso en comunidades como Asturias o canarias han planteado retrasos en el inicio para vigilar de cerca la evolución de la epidemia.

Lo que tienen claro los pediatras consultados que es este curso se podrá definir como “intermitente”, ya que cada vez que un niño dé positivo por coronavirus obligará al aislamiento en su casa de toda su clase durante catorce días, a los que habría que añadir otros diez días adicionales de aislamiento de los padres que les acompañan en el caso de los que tengan PCR positiva. “Eso va a ocurrir varias veces a lo largo del curso, en cada clase”, intuye Tagarro. Coincide con él Bassat, que prevé que habrá casos que pasarán desapercibidos al haber un alto porcentaje de asintomáticos entre los menores.  “A no ser que hagan cribados activos de toda la clase, que no es el plan, habrá infecciones que no se detecten”, presupone.

Sobre cómo podrán compaginar los progenitores estas circunstancias con el trabajo, la ley prevé la posibilidad de tener una baja laboral en caso de PCR positiva del contacto estrecho, es decir de que el niño efectivamente haya contraído el coronavirus. Aquellos que deban acompañar al resto de sus compañeros durante la cuarentena (14 días) pueden ahora mismo acogerse al programa “Me cuida” de reducción de jornada (no remunerada). Pero el Gobierno, por boca de su vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, ha anunciado que trabaja ya para que de manera “inminente” la incapacidad temporal se extienda a los padres y madres que deban cuidar de sus hijos durante una cuarentena o que deban quedarse en casa al detectar síntomas sospechosos en los niños como la fiebre. Las bajas relativas a la COVID-19 tienen un pago por parte del Estado del 75% de la base reguladora.

El coordinador de la AEP destaca además que este curso estará marcado por la “incertidumbre continua de posibles casos”. En otoño, las clases tienen de media dos o tres niños enfermos por día, con todo tipo de dolencias, sobre todo respiratorias. “Este año el mínimo moco va a ser casi sinónimo de enfermedad. En condiciones normales esos niños hubieran ido a clase, pero en este clima de ansiedad continua por el coronavirus, esperamos que ningún niño enfermo vaya al colegio”. 

Sobre si los niños, tras seis meses de aislamiento, van a tener un sistema inmune menos preparado para asumir las múltiples infecciones que pululan en las clases durante el curso, cree que efectivamente “desde el punto de vista inmunidad frente a enfermedades repetidas hemos sufrido un bache en los últimos meses en los que no hemos estado expuestos”, pero también entiende Bassat que habrá menos transmisión de los virus circulantes gracias a las medidas de higiene y prevención. “En lugares donde ya ha llegado el frío, como en Latinoamérica, se ha visto un descenso enorme en la incidencia de gripes y otros virus respiratorios en niños, precisamente porque hay mascarillas y otras medidas de barrera”.

El mismo riesgo de transmisión que en el entorno

Pero a pesar de las medidas de precaución que se han impuesto en los centros educativos por acuerdo entre el Gobierno y las comunidades autónomas, tales como mascarillas, controles de temperatura y un protocolo sanitario si hay un positivo, nadie espera que haya menos contagios que en su entorno, siempre teniendo en cuenta que el nivel de transmisión entre niños es “bastante más bajo que entre la población en general”, como destacaba este lunes el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón.

“El colegio lo que no va a hacer es disminuir la transmisión en la población en la que estás. Eso sería un milagro. Tú estás agrupando a mucha gente y lógicamente, por muy bien que lo hagas es difícil que no se traduzca la transmisión local en el ambiente del colegio. Lo que sería un drama es que la multiplicara. Ahí sí que sería un desastre, y sería evidente que hay que cerrarlos”, afirma Bassat.

En todo caso, coincide con el diagnóstico de que si se aplican las medidas adecuadas en los colegios el riesgo de transmisión es “asumible y bajo”. “Casi toda la evidencia sugiere que si se hacen bien las cosas en el interior de la escuela, los colegios no son acontecimientos supercontagiadores. Hay excepciones, pero en general es cuando lo has hecho muy mal, como cuando abrieron en Israel sin ningún tipo de medidas de prevención, argumentando que los niños no transmitían el virus, y tuvieron que cerrarlos porque tenían brotes por todas partes”.

Como asegura el profesor de Psicología de la UOC José Ramón Ubieto “va a ser inevitable vivir con miedo este curso, la estrategia no pasa por eliminarlo sino por intentar acotarlo para familiarizarnos y aprender a vivir con algo que aún es extraño como este coronavirus”.

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