Más de la mitad del oxígeno que respiramos viene del mar. Una de las fuentes de oxígeno más importantes son los cerca de 5.000.000 de hectáreas (50.000 kilómetros cuadrados) de posidonia que rodean el mar Mediterráneo y que se encuentran en grave peligro de desaparecer. Una hectárea de esta joya medioambiental, conocida como el “pulmón del Mediterráneo”, crea cinco veces más oxígeno que una de selva amazónica y se está muriendo por efecto del turismo y la contaminación.
Las praderas de posidonia están amenazadas en toda la región mediterránea, de la cual es endémica, aunque las Islas Baleares están especialmente afectadas, al ser el territorio español que cuenta con la mayor extensión de esta planta acuática: un total de 55.795 hectáreas de posidonia rodean la costa balear, de las que 7.650 se concentran en las aguas de Formentera.
En esta pequeña isla, el Consell ha puesto en marcha junto al Govern balear una iniciativa (Save Posidonia Project) para sensibilizar y recaudar fondos para salvarla de la extinción. Las praderas de esta planta acuática han sufrido solo en Formentera una regresión de entre el 30% y el 40% en pocos años, según las estimaciones gubernamentales. Y eso a pesar de que desde el año 1999 una de estas praderas de posidonia, la del Parque Natural de las Salinas, es Patrimonio de la Humanidad.
La campaña pretende, entre otras cosas, concienciar sobre los graves efectos que tendría su extinción. La planta filtra sedimentos, crea barreras que evitan la erosión de las playas y mantiene la calidad y oxigenación del ecosistema submarino. Además, sus praderas tapizan el fondo marino y constituyen un ecosistema que posibilita el desarrollo de actividades recreativas como el submarinismo.
Joan Carles Palerm, presidente de la asociación ecologista GOB en Ibiza, enumera los usos ecológicos y populares de la posidonia. Entre los primeros, destaca su contribución al mantenimiento de las aguas turquesas: “Las playas de Baleares tienen un color muy blanco. Entre el 90 y 99% de la arena tiene su origen en los animales que viven encima de la posidonia o dentro de ella. Sin posidonia no tendríamos la mayoría de los granos ni estos serían tan blancos. Cuando tienes una superficie blanca encima y debajo del mar y a ésta le da el sol, el agua parece turquesa como en Formentera”.
El peligro del turismo náutico
Durante 100.000 años la posidonia ha vivido en la costa de los países mediterráneos capturando por metro cuadrado más COque cualquier bosque de nuestra latitud. Incluso, la pradera balear de posidonia es el organismo vivo más grande y más longevo del mundo. Ahora, la especie está en peligro por el turismo irresponsable con el medio ambiente y la contaminación de las aguas –generada, por ejemplo, por un mal tratamiento de aguas residuales–. El amarre de los barcos que con sus anclas y cadenas barren el fondo marino es una amenaza grave que ha obligado a las autoridades baleares a prohibir el fondeo en praderas de posidonia.
Los grupos ecologistas y las administraciones públicas señalan al turismo náutico como uno de los principales responsables de su desaparición. Según Palerm, “el problema no es solo tirar el ancla y que cuando la saques arranques una parte de la pradera, sino que, cuando la cadena no está en tensión y el viento hace que tu barco gire, estás haciendo una barrida con tu ancla sobre esa pradera”.
Al efecto de estas agresiones se suma que el crecimiento de la planta es muy lento, lo que dificulta su recuperación. El presidente del GOB de Ibiza explica que la velocidad que la posidonia tiene para ganar espacio es de un centímetro cada año. Así que si en una pradera hay un hueco de un metro cuadrado, esos 100 centímetros tardarían 50 años en taparse completamente.
También existen otros peligros, coinciden los expertos, como la construcción en primera línea de playa: “En la Península ha retrocedido mucho la superficie de posidonia por la construcción en el litoral, así como por los diques y los puertos, que cambian la dinámica de la costa y hacen que la planta se vaya hacia atrás”, señala Palerm. A ello se une el efecto del cambio climático, que cada año provoca la desaparición de un 6% de la superficie mundial de la posidonia.
Con Save Posidonia Project se recurre a la solidaridad como vía para reunir la financiación suficiente para realizar a final de año un proyecto de protección de la planta acuática, según explica Alejandra Ferrer, consellera de Turismo. El proyecto incluye la posibilidad de apadrinar metros cuadrados de posidonia: un metro cuadrado de la especie endémica a un euro.
Durante este año se han realizado actividades deportivas y culturales con las que se han conseguido, de momento, casi 50.000 euros. La recaudación de Save Posidonia Project se cierra a principios de noviembre. Todos los fondos irán dedicados al proyecto que gane el concurso público, el cual será escogido a partir de una comisión formada por expertos de ONG y de las administraciones competentes.
Ferrer justifica el proyecto por la importancia de la planta: “Formentera es pequeña, tiene 82 kilómetros cuadrados de territorio y más de 70 son de costa. Nuestro futuro depende de la posidonia. Tenemos que ser muy conscientes de que la planta está en peligro, aunque sea difícil de imaginar porque esté bajo el mar. Podemos vivir del turismo sin agotar nuestros recursos naturales”. Por eso, las autoridades formentereses han decidido que el dinero que se suele destinar a promoción turística iría dedicado este año “a intentar concienciar a las personas que nos visitan de la importancia de la planta acuática y de los efectos de su regresión”.